A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

jueves, 6 de junio de 2019

La historia de un rosal...Cuento personal

De un tiempo a esta parte, he hecho pocas apariciones en este blog, no porque me haya ido, ni siquiera por falta de ´musas´, no, ellas están ahí, todos los minutos de mi vida, incluso en mis ensoñaciones...

Pero a veces es necesario hacer un alto en el camino, reflexionar, respirar, darte permisos para hacer o dejar de hacer, para estar a solas contigo mismo, y luego, si te apetece, compartir ese mundo que llevas dentro, compartirlo... Por eso, este tiempo de aparente silencio.

Hoy quiero compartir con ustedes una experiencia de un taller de Mindfullness que realicé con un grupo de chicas de la Asociación contra el Cáncer de mama, al cual pertenezco, AMATE, utilizamos la figura metafórica de un rosal, y esta fue mi visión, que compartí con ellas, esa tarde hace casi dos meses, pero creo que el mensaje es valido, no sólo para nosotras como pacientes o sobrevivientes a esta enfermedad, sino para todos aquellos que se ven en la necesidad de hacer un alto en el camino, respirar, reparar sus arañazos existenciales y volver a empezar.

Imagínenense que han llegado a un jardín botánico, de esos tan espectaculares que hay alrededor de todo el planeta y que exiben con orgullo y satisfacción, el logro de toda una vida dedicada a cuidar, y proteger estas bellezas que son las Flores, las Rosas, de miles de colores, tamaños, formas...

Han entrado a este sitio y de repente ven un rosal, que está en un tiesto, aparte del resto de los otros, que ya forman parte del conjunto...

Había una vez un rosal joven, que empezaba su vida de forma despreocupada... Cada mañana, él se extendía, como podía, para hacer que cada una de sus hojas tomara los rayos de sol, luego, feliz, observaba cómo las flores sembradas en el camino, se abrían y mostraban sus hermosos colores y el rosal se sentía feliz....

El no lo sabia, pero estaba disfrutando de los meses de primavera y verano, y soñaba con el dia en que lo pusieran con sus hermanas las rosas...

Ah... Entonces lo admirarían como a las otras y brindaría la misma felicidad que él disfrutaba.

Sus raíces se iban haciendo cada vez más fuertes y todo su cuerpo sentía vibrar el calor del sol, la savia de su tronco, el desarrollo de sus ramas...

Mas de repente, llegó el otoño, y con él la situación más traumática de su vida, uno de los ´cuidadores´del jardín llegó con un instrumento que desconocía y poco a poco fue cortando sus ramas, sus brotes, y lo sacó del tiesto donde había crecido...

Temblaba de miedo, lloraba por dentro, cada día sentía la tristeza de su cuerpo maltratado y miraba entre sollozos, cómo sus compañeras de enfrente, sufrían en silencio, el mismo trato...

Pero alguien murmuró...

- No te angusties, es sólo pasajero, esto nos hará más fuertes y hermosas...

El rosal no lo entendía, pero conforme pasaban los días y el invierno finalizaba, fue notando cómo su ser se sentía más fuerte, más vital, crecían hojas nuevas y el sol le acariciaba cada mañana, haciendo crecer en él un sentimiento de gratitud y de confianza cada vez mayor...

Un buen día, al despertar la mañana, se vio inmerso en un mar de flores maravillosas, blancas, rosas, naranjas, amarillas, rojas... Y él, él también había florecido y era hermoso con flores brillantes, grandes, armoniosas...

Ya no se sintió aislado, ni triste, no, pertenecía a este mundo multicolor y era gratificante mostrarse vivas, alegres, formando parte de un todo, pero también siendo hermosas, cada una en su peculiaridad, en sus formas, en sus tonalidades, en su forma de gritar al mundo que estamos vivas, llenas de ilusión y de gratitud....


Dedicado a todas y cada una de las pacientes, convalecientes y sobrevivientes del Cáncer de Mama. Sí se puede, yo soy un ejemplo, este rosal tiene 12 años ya de haber sido cortado, podado, cuidado.. Y estoy aquí, en la mejor época de mi vida..

Dios nos bendiga

Mireya Pérez


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