A lo largo de mi vida, obviamente, me he encontrado con situaciones, percances y momentos agridulces, hasta amargos como hiel, pero este año que acaba, uffff, se lleva la palma de todos los vividos...
No voy a catalogarlo de ´pruebas del destino ´, no, creo simplemente que son cosas que pasan, como los descocidos de una traje que al ir a hilvanar los descubres más de uno, quizás este año fue así, no hubo dos sin tres o cuatro acontecimientos que me movieron el piso, literalmente hablando, y me hicieron parar en seco...
De ahí en adelante, siguiendo mi costumbre de analizarlo todo, me di cuenta que la vida me estaba poniendo, no ante un predicamento, sino a una oportunidad, la oportunidad de ´DARME PERMISO´...
No me dí cuenta, hasta ese momento, lo mucho que había exigido de mí misma, de mis fuerzas físicas, de mis reservas morales y de mi fuerza espiritual y emocional, y de que el agua de manantial del que me nutría se había casi secado....
Necesité hacer algunos cambios en mi rutina diaria, descansar cuando mi organismo así lo pedía, sin sentirme culpable por no hacer las cosas en el orden a que estaba acostumbrada... Hacer un parado en muchos sentidos y aprender de nuevo a respirar, a mirar, escuchar y escucharme...
Al principio se me hacía cuesta arriba, era como si me hubieran arrancado la piel de cuajo, pero poco a poco, como todo, fui superándome y sobre pasando esa etapa tan difícil de afrontar y de entender.
Hoy, viendo las cosas a través del cristal del tiempo transcurrido, entiendo lo sabia que es mi alma, y la forma en que asumió el control de todo, y la fuerza de todo. No soy la misma, en absoluto, estoy evolucionando como siempre, en metamorfosis hacia ese adulto emocional que me habita, pero con una mirada diferente, con un sentir nuevo, con una paciencia desbordante, y con inmensa gratitud a todos los que me apoyaron, me dieron sabios consejos, o simplemente estuvieron ahí para escuchar, para entender y para apoyar.
Nunca me sentí sola, al contrario, soy un ser humano afortunado, hay tantas hermosas personas que me quieren y aceptan como soy, que me apoyan y están ahí en el momento que los necesito, que nunca podré agradecerles lo suficiente, todo el amor que me han dado y que siguen prodigándome. Gracias, gracias, gracias...
Ahora, en pie de nuevo, con mi mirada otra vez brillando con esperanza, con Fe renovada, me enfrento a mi día a día con optimismo, con serenidad y con paz interior, sabiendo como siempre, que todo pasa, que nada se queda, que lo único que no cambia en nuestra vida es esa comunión entre tu alma y tu Fe, esa se mantiene inquebrantable y me ha sostenido en cada etapa del camino.
Adiós 2019, me enfrenté a tus retos, y los he superado, pero no te voy a engañar, no quiero volver a vivir nada por el estilo, jajajaja.
Te diré adiós sin remordimientos y con esperanza de que el 2020 será infinitamente maravilloso !!!!!!!!.
Feliz Navidad amigos lectores, que el nuevo año sea infinitamente mejor !.
Mireya Pérez
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