Creo sin lugar a dudas, que esta va a ser la pregunta del millón, por muchos meses o tal vez por los próximos dos años, porque estamos llenos de incertidumbre. La humanidad se enfrenta a un enemigo totalmente desconocido, que tiene una efectividad letal en las personas de riesgo o con patologías existentes, pero que no respeta ningún tipo de separación o estrato social, económico, religioso, o cualesquiera otro escalafón que queramos aplicar. No lo hay, de hecho, para algunos sociólogos, este virus ha emparejado a la gente en su verdadero y único escalón, el de pertenecer a la especie humana. Nada más sencillo...
Los gobiernos de casi 200 países, han aplicado con mayor o menor eficacia, eso no es lo importante ahora, un patrón, el de la reclusión en las casas, el cierre de las fronteras físicas, tanto terrestres, como aéreas y marítimas, produciendo cambios en el patrón de comportamiento de los ciudadanos, dando a pié a grandes cambios, que apenas empezamos a notar. La más importante quizás, es que la personas se han dado cuenta de lo importante que es comunicarse, hablar, sonreír y compartir con propios y ajenos. Nos habíamos aislado en nuestro entorno, y ya no nos comunicábamos ni siquiera entre la familia, el vorágine del día a día, nos hacía esclavos del horario, del transporte, de ese día a día, que ahora se nos hace eterno... Pues para algunos, siguen sin tener ese tiempo...
Porque ahora tele trabajan, cosa que no es nueva, pero que creo que va a cambiar el modelo de negocio y de comportamiento de las empresas. Posiblemente tendrán que invertir en plataformas informáticas más eficientes, pero el trabajador no tendrá que ir al puesto de trabajo, lo podrá hacer desde casa, no tendrá que gastar en transporte o gasolina, porque estará en casa. No habrá que alquilar o tener grandes oficinas de empresa, porque ya no será necesario, sólo quizás una oficina principal y todo lo demás se gestionará online. Las empresas han descubierto el uso fantástico de las web para hacer reuniones online, con la presencia de todos y puntual, nadie se atrasa...
Hasta la enseñanza ha descubierto nuevos usos de las tecnologías...
Pero el que ha sacado un avance importante es el planeta, de nuevo, después de años sin aparecer, vemos fotografías de delfines en zonas donde ya no aparecían; tortugas desovando en playas desiertas que antaño en siglos anteriores usaban, pero con los seres humanos se les hacía difícil; playas y hasta ríos que se están depurando, con menos o escasa contaminación, hasta Venecia ha mostrado a sus lugareños, lo que esconde el fondo de sus canales, pues el limo se ha asentado en el fondo, y la limpieza de sus aguas invitan a fotografiarlas...
La capa de ozono, los bosques, y ojalá hasta los polos, tengan tiempo de restablecer parte del espacio perdido...
Sé que muchos añoran el café en el bar de la esquina, el chiringuito de playa donde comer sardinas frescas, el chupito, la cubata, la cerveza fría, el bullicio...
Pero esta pandemia, nos ha demostrado que teníamos que parar, y ya que los gobiernos no querían, ella nos ha obligado...
Después de este tiempo, cuando volvamos a la aparente normalidad, estoy segura de que no seremos los mismos, no sólo porque nuestra visión egoísta de la vida, nos habrá trastocado, porque las noticias sobre los cientos de miles de seres humanos que han fallecido solos, sin poder ver por última vez a sus seres queridos, o porque ni siquiera han podido ser velados, según las costumbres de cada país, o porque jamás sabremos el número real de gente que se contagió, de los que fallecieron o han sobrevivido, sin haber tenido jamás algún síntoma... Nunca tendremos una certeza real, pero quizás eso no sea lo más importante, la lección de esta pandemia es, muy posiblemente:
Que no tenemos más que el día de hoy,
que el mañana no existe y
que ayer ya se fue...
Los héroes de esta pandemia y a los que nunca les agradeceremos lo suficiente son nuestro personal socio sanitario, los guerreros de bata blanca, el personal de limpieza, las enfermeras, asistentes, analistas, radiólogos, médicos especialistas y de cualquier otra especialidad, incluso los que estando jubilados se acercaron y ofrecieron sus manos, su alma, para ayudar en esta pandemia.
Hoy ya nada es seguro, sólo nos tenemos a nosotros mismos, nuestra mente, nuestro entendimiento, lo que hemos aprendido, lo que podemos compartir y enseñar, las sonrisas y los abrazos que podamos dar... Sabiendo que existen cientos de miles que ni siquiera tienen ese consuelo o esa posibilidad en sus vidas...
No malgastemos los dones que tenemos, tratemos de ser más humildes, más humanos, más cercanos y empáticos y agradezcamos todos los días, por los muchos parabienes que tenemos.
Dios nos bendiga a todos y consuele a los que han perdido un pariente o amigo en estas circunstancias.
Mireya Pérez
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