A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

jueves, 24 de septiembre de 2020

Princesa y las lágrimas furtivas de su dueña...

 


Hoy le daré voz a Princesa, mi mascota, protagonista y testigo de mis días y noches, mi compañera fiel del camino. Gracias a ella, pude superar más de un momento de tristeza y soledad, a los cuales debí enfrentarme, ante la ausencia de ese ser amado, que fue mi esposo. Pero dejemos que sea Princesa, quien les cuente esta historia...


- ¿ Qué hago yo con las lágrimas de mi dueña?... Esas lágrimas furtivas que de vez en cuando asoman a sus ojos y que a duras penas puede apenas controlar...

Al principio, yo no lo sabía, mi dueño no estaba, pero como a veces lo hospitalizaban por varios días, yo no me había percatado del cambio y de repente, ya nunca más regresó... Yo, sin embargo, siempre salía y aún lo hago, a esperarlo en la puerta del ascensor a ver si llegaba y alegrarlo con mis volteretas, que siempre sacaban una sonrisa en él, pero nada, ya no volvió... Yo no soy consciente de la muerte, porque no existe en mi espacio tiempo, pero sí observo los cambios a mi alrededor y observo o conozco muy bien a mi dueña, a esa líder de nuestra pequeña manada familiar, y ella cambió....

Cuando la enfermedad de mi dueño se hizo más evidente, pues ya no caminaba y estaba en cama especial o en la silla de ruedas, nosotras nos encargábamos de alegrarle sus días, cada una a su manera. Ella animándolo a escribir en su blog, a salir al parque, o a pasear en coche y yo, siempre a su lado, incluso cuando mi dueña salía a hacer cualquier diligencia, yo la despedía en la puerta de casa e inmediatamente me dirigía a la habitación de mi dueño, y de un salto, me instalaba en su cama,  acostada entre sus piernas inmóviles, a acompañarle, nunca lo dejamos solo, era nuestro pacto secreto, y él me acariciaba con cariño y me decía ¨buena chica¨. Así hasta que ella llegaba, y yo sin haber tocado el botón del ascensor, ya olfateaba y sentía su aroma, me ponía nerviosa a olfatear debajo de la puerta de entrada a esperar con alegría su llegada, mi dueño me decía:

- Princesa, ya llegó tu dueña?_ y yo movía mi colita como loca, el reía a carcajadas, porque yo debía ser todo un cuadro de expectación y alegría, pero así me pasa aún hoy en día, ella es mi centro, mi todo...

Un buen día, se lo llevaron al hospital de emergencia y nunca más regresó, y entonces si darme cuenta, pues nosotros los perros no conocemos el duelo y esas cosas, sí observé los cambios que se fueron sucediendo en nuestro hogar a lo largo de los días...El primer cambio que me puso en alerta, fue cuando vino la gente de la Asociación contra el Cáncer, con quien mi dueña hace colaboraciones de vez en cuando, a buscar todo lo que había en su habitación, incluyendo la silla de ruedas y su cama especial... Mi dueña parecía perdida en sus pensamientos y yo, cada vez que habrían la puerta de la casa, olfateaba alrededor, esperando verlo llegar, para recibirlo, montarme en su silla y darle un ¨lenguetazo¨de bienvenida... Pero nada... No regresó...

Hoy, ella ha recibido una llamada telefónica, que por alguna razón, la ha hecho volverse aún más triste, me acaricia distraída y ni siquiera ve la TV, pues su mirada está fija, mirando sin mirar, sumida en pensamientos que ignoro, pero intuyo que le están ocasionando una profunda tristeza, pues sus ojos azules, ahora están grises, sin brillo... Es de noche, y hace algo de frío, pero ella sigue sin ver, sus pensamientos están en otra parte, y de repente, como si una fuente de agua se hubiera roto, ella se deshace en llanto, por primera vez en mucho tiempo la oigo llorar de forma desgarrada, jamás me sentí tan impotente y triste, jamás sentí que ella pudiera contener tanta tristeza en su interior, así que desesperada, intenté lo mejor que pude hacerle entender que ahí estaba yo, que no estaba sola, que yo la acompaño en cada instante del día y la noche, que ella lo es todo para mí...

Pero qué hago?... Busco y busco en mi mente algo, que por instinto, pueda yo hacer para que ella supere ese momento, y se me ocurre...

Ya sé, voy a hacer las vueltas de carnero, que tanto le gustan, me voy frente al televisor para hacerlo y a saltar para que ella me preste atención, pero ni siquiera me mira, se ha encogido en el sofá y abrazado a sí misma, aunque los sollozos aún siguen, ahora lo hace más tranquila, pero sigue llorando y yo... Qué hago?...

Me subo en el sofá, trato de meter mi cabeza entre sus brazos cruzados, pero me retira a un lado, suavemente, pero con determinación, y se vuelve a abrazar, yo la miro decidida a volverlo a intentar... Si les digo la verdad, no sé cuánto tiempo estuvimos ella y yo luchando porque abriera los brazos y ella retirándome a un lado, pero al final, quizás por el cansancio emocional que tenía, logré que mi cabeza quedara entre sus brazos y al final soltó los brazos, y ahí aproveché yo para hacer mi siguiente movimiento, jajajaja

Rauda, antes de que tuviera tiempo de reaccionar, puse mis cuatro patas sobre sus piernas y mi rostro frente al suyo, la miré por mucho tiempo, concentrada en que me mirara, tratando de que entendiera lo que yo quería transmitirle y me hiciera caso, y al cabo de unos instantes, ocurrió. Ella me miró a los ojos, y algo vió en mi expresión, porque una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, me acarició la cabeza y me dió las gracias. Yo me acurruqué en su regazo y así estuvimos por un buen rato, ella acariciando mi lomo, y yo respirando aliviada, pues el llanto ha cesado, sólo de vez en cuando, un suspiro de su pecho, rompe el silencio de esta casa vacía...

Mañana me daré cuenta de que ha recogido la urna con las cenizas de mi dueño, se irá al pueblo de su esposo y compañero de toda la vida, a dejar sus cenizas junto a sus seres queridos...

Al regresar, observaré con el transcurrir del tiempo, los cambios que irán surgiendo en nuestras vidas... Ahora han transcurrido cinco años de su partida, y creo que se siente tranquila y en paz, y yo siempre a su lado, en mi cojín, desde donde yo superviso cada uno de sus movimientos y de sus gestos, así como ella, entiende a la perfección qué quiero decirle yo con cada gesto, ladrido o movimiento, jajajaja. 

Somos una pareja singular, pero ella me ama y yo a ella.


Amigos lectores, por supuesto que hablar del duelo y de cómo lo vivimos o superamos no es fácil, pero visto desde el puesto de este animal de compañía que es mi Princesa, me parecía más natural hablar de ello. Han transcurrido cinco años, y aunque la ausencia de un ser querido no se supera nunca, pues los llevamos en el corazón, se aprende a vivir con esa ausencia, y con el transcurrir del tiempo, entiendes que sucedió lo mejor tanto para aquel que se fue, como para el que lo sobrevive. Dios, en su infinita misericordia, nos da la fuerza para enfrentar el dolor y volver a respirar, a sonreír y a compartir con propios y extraños, parte de ese amor con el cual fuimos bendecidos, yo soy afortunada, y agradezco a todos por estar ahí

Dios nos bendiga amigos lectores.

Mireya Pérez

   


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