A lo largo de mi vida he tenido perros de todas las razas, tamaños, características físicas y perrunas de lo más variopintas, pero he de reconocer que no estaba tan pendiente de ellos, como me ha sucedido con mi perrita Princesa, mi compañera de piso, como la suelo llamar yo, jajajajajaja.
Con ella descubrí un mundo distinto, o simplemente, descubrí lo que otros ya habían hecho, cientos de años antes: esa inteligencia canina que tanto ha llamado la atención del ser humano, desde el día en que alguien descubrió no sólo su fidelidad, sino su entrega y sacrificio, su anhelo natural por acompañar a su dueño y también el vinculo estrecho o dependencia que suelen desarrollar a lo largo de su vida.
Mi perrita por supuesto, no es una excepción, por el contario, es quizás el ejemplo más cercano de lo que significa para un animal, su dueño.
En estos días, tuve que desplazarme a otra ciudad y no podía llevarla conmigo, así que llamé al chico que suele cuidarla en estos casos y la vino a buscar, estaría unas 5 noches en la granja de este auxiliar de veterinaria y en compañía de otros 10 o 12 perritos más. Hasta aquí todo muy bien.
Cuando regresé y la trajeron a casa, he recibido una serie de gruñidos y aullidos, disonantes, de todos los tipos habidos y por haber... Princesa estaba realmente enfadada conmigo, y yo no sabía si echarme a reír o mantener mi compostura, porque en realidad el cuadro que presentábamos ella y yo era tragicómico....
Imagínense la escena:
Princesa con su correa, ansiosa por subir a la casa, el chico dándome los pormenores de la estancia, y ella tratando de jalarme por el collar, como diciendo:
- Vamos pa´casa que tenemos que hablar!!!!!
Al final, me despedí del chico, dándole la gracias y subimos la perrita y yo a casa, pero oh sorpresa, mi compañera no iba a dejar este episodio sin que ella dijera la última palabra, no, esa no es ella jajajajaja.
En el ascensor se notaba su impaciencia y olfateaba con insistencia la puerta del ascensor, como si con ello le metiera prisa al mecanismo que nos llevaba a nuestra planta... Acto seguido, al abrirse las puertas, me jaló inmediatamente hacia afuera como quien tiene prisa urgente por algo, y sí, su prisa era que quería despacharse a gusto, en la intimidad de nuestro hogar, jajajajaja.
Apenas cerré la puerta de la casa, ya ella estaba despotricando, a su manera, con gruñidos y aullidos como si llorara, olfateando la casa, por si en su ausencia alguien hubiera osado penetrar en sus dominios, pero sin dejar de emitir aullidos de muy diferentes tonos y colores, sí como oyen, colores, porque hoy en día se habla del color de la voz de un cantante, pues Princesa emitió ese día una buena parte de los colores de sus chillidos, jajajajaj.
En su peculiar y asombrosa forma de comunicación parecía decirme:
_ Te volviste loca!-
_ Cómo se te ocurrió dejarme sola y en compañía de esos malcriados que no respetaban mi comida, mi agua y mi almohada!!!.
_ Me pusieron a dormir en una celda, como si estuviera presa!
-_ No podía jugar dentro de la casa, ni tampoco acercarme al sillón para tomar mi siesta!.
_ Tenía frío y no me tapaban con la manta como tu lo haces, y por supuesto no me dejaron dormir con ellos!!!!....
_ Pensé que me habías desterrado y no te iba a volver a ver!!!
Por supuesto, que esta conversación imaginaria mía, se debió a que ella no dejó de chillar por lo menos unas dos horas, y todavía cuando ya estaba más calmada, de vez en cuando suspiraba y buscaba mi consuelo de una manera u otra...
Han pasado ya unos días, pero Princesa, ahora ha tomado una decisión o a mí, asi me parece, y es que no me deja sola ni en la ducha, supervisa cada cosa que hago, se sienta en su almohada al lado mío, y si estamos en el sofá, siempre tiene una parte de su anatomía en contacto directo con mi persona, como diciendo:
_ Esta vez no me la juegas!!!
Como ya tiene 13 años hay cosas que ya no hace, pues no tiene tanta fuerza como antes, pero su carácter no ha cambiado, aunque ahora duerma más tiempo durante el día, pero no crean que aún así me deja de observar, no, sus orejas parecen dos antenas parabólicas que giran o se levantan al primer movimiento mío, nada de mi persona se le escapa...
Si voy a trabajar, olfatea mi calzado y por el aroma, entiende que no vamos a salir ella y yo, pues debe entender, a su manera, que ese calzado es para trabajar y no para pasearla a ella. De lo contrario, empieza a saltar y dar vueltas en redondo, como diciendo:
_ Vamos a salir, vamos apúrate, yo te digo dónde está el arnés!!!!
Es una verdadera fiesta el verla lo feliz que le hace la salida mañanera y la de la tarde noche.
Cuando le comento a mis amiga las nuevas hazañas de Princesa, mis amigas hacen un movimiento de cabeza y me dicen, descaradamente:
_ En verdad no sabemos si Princesa se ha Mireyizado o tú te has perrunizado_ jajajajaj.
Obviamente, a lo largo de estos años y ,más después de enviudar, mi perrita se ha convertido en mi compañera de vida, con ella expreso a veces cosas, e incluso dejo derramar alguna lágrima furtiva, que no hago en compañía de mis amigas o de mis compañeros, bien porque me he acostumbrado a llevar mis cosas con más intimidad, si cabe, o a no importunar con mis cuentos a la gente, no porque no me quieran o no me aprecien, sino porque es más fácil para mí compartir las alegrías, que las pequeñas arenillas que se puedan colar entre mis pestañas...
En este momento en el que estoy escribiendo para conversar con ustedes, en este monólogo, Princesa permanece a mi lado, durmiendo plácidamente, después de su paseo, pero como siempre alerta a mis movimientos. Quizás cuando despierte reclame mi atención para tratar de subir a mi silla y así acomodarse en mis piernas, como si fuera una almohada, cosa que ella hace con más frecuencia últimamente.
Sin embargo, dentro de todo, debo agradecer su presencia en mi vida, su compañía, sin exigencias, su fidelidad y esas miradas profundas que me lanza de vez en cuando como diciendo:
- No te atrevas a sentir tristeza, no estás sola, yo estoy contigo y te amo_
Gracias amigos lectores por aceptar mis ausencias, por seguir buscando mis escritos, por estar ahí al otro lado de Internet.
Dios nos bendiga
Mireya Pérez