Aunque tiene el título de una película romántica, en realidad es el hallazgo de un libro perdido entre cientos de libros, que en mi estudio actual, todavía no había encontrado su lugar ideal...
Este libro es ¨EL CANTO DEL PÁJARO¨ de Anthony de Mello, S.J. Editorial Terrae, 1982. Santander, España.
Abriendo sus páginas al azar apareció este cuento, que hoy comparto y el comentario inicial que dio origen al mismo. Espero que les guste.
Dice Confucio:
¨No enseñar a un hombre que está dispuesto a aprender, es desaprovechar a un hombre. Enseñar a quien no está dispuesto a aprender es malgastar las Palabras...¨
El cuento se titula:
¨UNA NOTA DE SABIDURÍA¨
Nadie supo lo que fue de Kakua después de que éste abandonara la presencia del Emperador. Sencillamente, desapareció. He aquí la historia:
Kakua fue el primer japonés que estudió Zen en China. No viajaba en absoluto. Lo único que hacía era meditar asiduamente. Cuando la gente le encontraba y le pedía que predicara, él decía unas cuantas palabras y se marchaba a otro lugar del bosque, donde resultare más difícil encontrarle.
Cuando Kakua regresó al Japón, el Emperador oyó hablar de él y le hizo llegar su deseo de que predicara Zen ante él y toda su corte. Kakua acudió y se quedó en silencio frente al Emperador. Entonces sacó una flauta de entre los pliegues de su vestido y emitió con ella una breve nota. Después hizo una profunda inclinación ante el rey y desapareció...
Dice Anthony de Mello, en el Prólogo de su libro:
¨Estos cuentos poseen, todos ellos, sin embargo, una peculiar característica: Si se leen de una determinada manera, ocasionan verdadero crecimiento espiritual...¨
Si vuelven a leer el cuento, reflexionan sobre él, y crean silencio en su interior, dejarán que el cuento les revele su profundo significado interno. Un significado que va mucho más allá de las palabras y las reflexiones, dejando que la melodía de sus palabras resuenen en nuestro cerebro y en nuestra alma, llenándolo de su fragancia y permitiendo que su música lo inunde todo... Dejemos así hablar al corazón y no al cerebro.
Feliz y hermoso Domingo para todos y cada uno de nosotros.
Dios nos bendiga a cada uno de nosotros, y nos permita tener encuentros tan maravillosos y perfectos como éste lo ha sido para mí.
Mireya Pérez
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