Cuando éramos niños y la maestra nos mandaba a la esquina del salón, dándole la espalda a las compañeras o compañeros de clase, nos daba una súbita vergüenza, pues eso significaba no sólo que habíamos cometido alguna falta, incluso sin haberlo hecho nosotros directamente, pues muchos pagaron penas por otros, simplemente por estar en el momento equivocado, o asomar la cara para enterarnos de lo que ocurría... A mí me paso, como yo era la reina del despiste, y aunque no me castigaron muchas veces, sí se lo que es que te envíen a la zona de pensar...
Hoy sin embargo, los adultos lo hacemos con total naturalidad, cuando escogemos caminar solos por la playa, descalzos jugando con la espuma del mar, mirando de vez en cuando al cielo, que en mi caso me encanta cuando está nublado a punto de llover, pues mi elemento natural es el agua, y gracias a mis genes tengo un cabello a prueba de agua, jajajaja... Así que esos minutos a solas, con mis pensamientos, son preciosos y de gran significado. En ellos no me siento sola, para nada, al contrario, estoy consciente de que formo parte de un núcleo familiar y un círculo armonioso de amigas, que me acompañan en este tren de mi vida, y a los cuales estoy eterna y profundamente agradecida.
Creo que esos momentos en los que hacemos silencio, y nos sometemos por decisión propia a él, es fantástico y maravilloso, y gracias a esos momentos de aparente soledad, donde oramos y sentimos que fluyen a nuestro cerebro ideas fantásticas y maravillosas, es donde nos afirmamos en que, soñar y esperar es la forma correcta de actuar, cuando las cosas todavía no se han manifestado, porque en nuestro fuero interno sabemos que el refrán: Las cosas de Palacio, van despacio... son ciertas y verdaderas. Pues nada llega a nosotros hasta que no estamos preparados para concebirlo, para reconocerlo, para aceptarlo...
Algunas personas le temen a la soledad, y necesitan estar inmersos en un barullo de gente, cuanto más bulliciosa mejor, pues temen al momento en que debe asomarse a sus pensamientos, y tienen pánico al mensaje que le van a dar, pues en su fuero interno reconocen que por más que se escondan el mensajero les entregará el mensaje tarde o temprano.
La Conciencia es algo muy serio, y muy sabia, al mismo tiempo, pienso que no debemos tener miedo a esos momentos, estar recogidos en una posición cómoda, relajada, concentrados solo en respirar, en la forma en cómo nuestro cuerpo recibe el aire y lo lleva a los pulmones, se expande el tórax e incluso el diafragma, y luego expulsamos el aire, de forma acompasada, y si, incluso tenemos una música suave de fondo, poco a poco nuestros pensamientos que a veces hacen mucho ruido, se van aquietando, y de repente, nos invade una serenidad, una paz, una quietud fantástica!!!!.
Los que llevan mucho tiempo experimentando este ejercicio que llaman Meditar, dicen que las ideas para resolver los problemas que les inquietaban, o las soluciones a situaciones que los agobiaban, se resuelven gracias a las ideas que surgen en esos momentos. El Dr. Wayne Dyer(qepd), siempre decía, que muchos de sus libros surgieron o emergieron gracias a esos momentos de meditación, apenas cinco minutos, incluso estando en el coche, mientras esperaba que el semáforo cambiara de rojo a verde. Claro que él era una persona muy avanzada espiritualmente, pero nosotros si lo intentamos, también lo podemos lograr. En lo personal, lo intento, aunque mi cerebro es un tirano lleno de voces, pero se que con el tiempo y mi perseverancia, lo lograré.
El rincón de pensar de nuestra etapa adulta puede estar en cualquier sitio, no necesita una equipación especial, sólo desconectarse o aislarse unos minutos, de todo lo que hoy nos acompaña: los móviles o celulares, la radio o televisión, incluso de la familia. Estoy segura de que si les explicamos que necesitamos esos 10 o 15 minutos para estar a solas, sin ruido, nadie se los va negar o les van a hacer burla por ello, y si eso ocurriera, no importa, háganlo de todas maneras, lo necesitan, y si aún no lo han descubierto, cuando logren hacerlo varias veces, descubrirán con asombro lo bien que se van a sentir.
Necesitamos conectarnos con nosotros mismos, con ese yo, que nos habita, que nos necesita y que nos puede brindar todo un mundo de serenidad, de paz, de alegría y de ideas, ello es nuestra Alma, que nos acompaña desde el momento en que fuimos concebidos hasta el instante final en que tengamos que partir de este plano que llamamos vida.
Muchas veces nos olvidamos que sólo somos un alma con apariencia humana, que no somos los objetos que nos acompañan y que incluso a veces nos hacen sentir amarrados o atados, pues en realidad no somos nuestras posesiones, somos solo lo que aprendemos, lo que compartimos, lo que enseñamos, lo demás, todo, absolutamente todo, se queda en este plano llamado Tierra, y nuestra alma, se va ligera, como llegó.
Si tienen dudas al respecto, miren a algún millonario famoso que conozcan, a ver si detrás de su féretro van sus posesiones, nadie se las lleva, pero sí los momentos de alegría, las sonrisas provocadas y compartidas, los sueños y las ilusiones, eso si forma parte de nuestro equipaje como almas.
Solo me queda invitarlos a tratar de lograr esos minutos de soledad aparente, en oración con Dios, o de meditación, lo realmente importante es ese encontrarse y sentirse parte de lo que somos en realidad, almas creadas a imagen y semejanza de Dios, conectadas con él, pues nunca estamos realmente solos, cuando así nos sentimos es porque nos hemos desconectado de la experiencia de sentirnos hijos de Dios.
Que Dios los bendiga siempre, en cada minuto de vuestras vidas, pero sobre todo, que jamás se sientan solos, todos estamos conectados a través del amor y de la Fe en Dios, sin importar el nombre que le den.
Mireya Pérez.
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