Ignoro si les ha pasado más de una vez que, queriendo decir sí, se encuentran diciendo no y encima se excusan por haber tomado esa decisión.
Generalmente dudamos de las cosas, les tememos a otras, por ser desconocidas, e incluso por temor a fracasar sin siquiera haberlo intentado.
Tenemos tan arraigados los prejuicios de la generación de nuestros padres, que nos sometemos por costumbre o por comodidad, invariablemente, a esos mecanismos de autodefensa, no porque no se merecen las cosas buenas, sino porque no pueden creer que eso les esté pasando a ustedes, y como avestruces, esconden la cabeza dentro de sus pensamientos, sin darse cuenta que el 90% de su humanidad está expuesta, aunque la cabeza ¨no quiera¨reconocer el error.
¿Por qué a veces somos tan duros con nosotros mismos?, ¿Por qué nos sometemos a la autocrítica, del único que puede pararnos en seco y evitar que reaccionemos?. Simplemente, aunque no lo crean, porque estamos a merced del peor crítico y el más duro adversario: Nosotros mismos.
Sé por experiencia de vida que eso nos ha pasado muchas veces, a pesar de lo inteligentes, educados, prósperos que sean. En algún momento, posiblemente en las horas bajas, aparece de súbito ese cruel enemigo que sale de las entrañas de nuestro subconsciente y zas!!! nos bloquea.
Pero les tengo una noticia, posiblemente ustedes ya la conocen quizás, y es que lo podemos controlar e incluso sacar de nuestro sistema por mucho tiempo, ojalá para siempre. ¿Cómo?: Controlando nuestros pensamientos..., los maestros nos dicen que con unos pocos minutos al día que realicemos una meditación, podremos ir controlando a ese Ego que aparece para decirnos que no, cuando la respuesta debía ser sí.
Al principio nos resulta difícil, pues nuestra mente hace mucha bulla, sin embargo, según aquellos que lo practican asiduamente, con unos dos o tres minutos que hagan ese ejercicio, podrán ver llegar los pensamientos y dejarlos ir sin que su mente se aparte del objetivo que es meditar: estar pendiente nada más de la respiración, de esa respiración fluyendo plácidamente, sin obstáculos, ni pensamientos ajenos. Si aparecen, sólo veanlos y déjenlos ir. Después estarán más sosegados.
En las páginas web de diferentes maestros podrán encontrar ejemplos de meditación, incluso meditaciones guiadas. Todas son válidas, dentro de esa maravillosa exposición de formas, técnicas y vivencias, donde encontrarán aquella, que más se adecúa a ustedes. Vale la pena intentarlo.
Observarán con la práctica, que desde la quietud, fluyen ideas que les pueden guiar hacia nuevos derroteros, o por lo menos, aquietar el flujo indeterminado de pensamientos que, en forma desordenada les llega a la mente.
No les voy a indicar una en particular, pues creo que cada uno de nosotros debe ser libre de escoger aquella con la cual se sienten más identificados, pero estoy segura de que al perseverar y continuar con esta práctica diaria, siempre a la misma hora y si es posible, el mismo lugar, irán haciendo su espacio interior mucho más confortable, y se convertirá en un ejercicio importante de vuestras vidas.
Yo estoy comenzando a realizarlo, a ratos, cuando puedo o cuando estoy más consciente de mi entorno, ahí hago este ejercicio.
Incluso, un momento de introspección, puede convertirse en una meditación. Rezar, a veces, es una forma de meditación, de encuentro del alma que me habita, con nuestro Creador; dar gracias por todo lo que se presenta en nuestras vidas, dar gracias por el apoyo y por la perseverancia, pero sobre todo, dar gracias por los ángeles del camino, que aparecen, cuando menos los esperaba.
Sigamos buscando las soluciones, las oportunidades, las personas, las situaciones que más nos podrán ayudar a seguir creciendo espiritualmente y como personas, que formamos parte de este ecosistema social, dentro del cual tenemos un papel, importante siempre, pues todos hacemos falta.
Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros, ruego porque seamos capaces de reconocer las oportunidades cuando se presentan, y a los ángeles que las hacen posible.
Mireya Pérez
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