Cuando alguien a quien amas enferma, se te va el alma a los pies, te sientes inseguro y crees que no vas a dar la talla, que no vas a ser todo lo que esa persona necesita para superar esta crisis, esta prueba o esta enfermedad.
Pero con el correr del tiempo, ya sean días, meses o años, te das cuenta que ser fuerte, era el único camino posible...
Déjenme decirles que harán cosas que jamás pensaron hacer, caminarán por lugares donde jamás creyeron caminar, perderán el miedo, el qué dirán les importará un comino, su única meta será acompañar, ayudar y aupar al que los necesita.
De ahí en adelante, empezarán a sentir que la vida a veces les pone a prueba, otras simplemente, entenderán que cada quien tiene un camino o instrumento de vida, y debe hacer lo mejor que puede con lo que se le ha otorgado.
Aprenderán el significado de una mirada, de una palabra o pregunta no formulada, comprenderán el silencio, y rezarán mucho, quizás lo que no habían rezado antes en toda su vida, y lo harán para pedir, no por ustedes, sino por aquel a quien aman, a ese padre, esa madre, esa hija o hijo, hermana o amiga que enfrenta sus horas bajas. Pero ustedes no los dejarán solos, no, hacen de su lucha también su lucha. Sin proponérselo siquiera, se convierten en el apoyo moral, en el momento de alegría, quizás esquiva, pero alegría al fin y al cabo.
Lucharán a brazo partido contra la adversidad, contra el mal humor, contra las ausencias de aquellos que pensaron que también los acompañarían en esta lucha, pero déjenme decirles que la gente normal huye frente a la adversidad, sólo los valientes luchan contra el vendaval y salen airosos, o por lo menos, así les pasará en una cuantas batallas.
A veces, después de mucho tiempo, algunos lo logran, y hacen una fiesta en su corazón, porque lo lograron, porque el esfuerzo en equipo dió resultados. Otros en cambio, se sentirán abatidos, destruidos, pensarán que lucharon tanto y que no lo lograron. Pero ¿saben una cosa?... Sí hicieron mucho, quizás más de lo que pensaban, porque aquel a quien cuidaron y amaron, nunca se sintió solo, incluso diría, que sin vuestro apoyo, la persona no hubiera luchado tanto, pero al verlos a ustedes animados, ellos en su fuero interno, quizás pensaron que si ustedes luchaban tanto y no eran el enfermo, ellos no podían desfallecer y desmerecer a tanto amor y atención y vivieron por ellos y por ustedes.
Luego, cuando el tiempo y la hora de cada uno llega, pues queramos o no, llega, la sensación de paz que los habitará, dejará a un lado el inmenso dolor de la partida. Nada nos prepara para el adiós definitivo, pero cuando se ha dado todo y se ha luchado tanto, el corazón queda en paz consigo mismo, y se aprende a valorar las pequeñas grandes cosas de la vida: un amanecer, caminar descalzo por la hierva recién cortada, mirar las nubes y recordar lo que hacían de niños imaginando o descubriendo formas en ellas, el canto o trinar de los pájaros, la suave brisa que a veces les despeina... Todo absolutamente todo, es ahora más valioso e importante. Eso es vivir!!!!
Hoy es un día para orar por aquellos que están al lado de los enfermos, para que tengan ilusión, ganas, esperanzas y fe infinitas. El camino que escogieron al acompañar al que los necesita, no es fácil, pero les llenará el corazón de gratitud y de paz. Sabrán que no luchan en vano, aún cuando al final no obtengan lo que esperaban... Pero lo realmente importante está, en el tiempo y la calidad del tiempo que dedicaron a quien amaron, eso nadie podrá darlo ni comprarlo, sólo sale del corazón del que siente que ese es el momento y el lugar, donde será más útil, donde podrá ayudar mejor, donde podrá dar amor a raudales, sin esperar nada a cambio, sólo la alegría inmensa de dar.
Dios bendiga a todos y cada uno de las personas que, en este momento, cuidan y atienden a los que necesitan ayuda, amor y comprensión.
Mireya Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario