El día a día de nuestras vidas es tan agitado, que a veces no nos damos cuenta de que necesitamos un respiro, un momento a solas con nosotros mismos, para poner en orden nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y respirar profundo!!! Pausadamente, sintiendo cómo el oxígeno penetra por cada uno de nuestros poros, de nuestras fosas nasales, y se hinchan los pulmones, y llega a todas las células de nuestro organismo. Y quizás nos demos cuenta, que hemos estado corriendo aceleradamente por la vida, sin disfrutar cada uno de los instantes de ella.
Dicen los sabios, que nunca es tarde para empezar, y aunque quizás ahora nos demos cuenta del tiempo desperdiciado, todavía tenemos tiempo de cambiar nuestro chip y volver a encauzar esa tan agitada vida nuestra.
Hay un cuento que la primera vez que lo leí, como tengo una mente muy gráfica, que transforma las palabras en formas, colores y sonidos, me hizo imaginar la escena y sentir dolor por el personaje indirecto de la trama, que sin querer, se acerca mucho a nuestras vidas en algunas etapas de ellas:
...Hace mucho tiempo atrás, una niña que solía pasar la mañana paseando por un jardín cercano a su casa, había estado observando cada día, cómo unos hermosos gusanos verdes, semejantes a unos dragones, y de colorido brillante, se dedicaban a comer de las hojas de unas plantas de moreras, que habían en ese mágico jardín, los estuvo observando día tras día, hasta que una mañana, se encontró que no había ni uno solo en todo el jardín.
Los buscó y buscó y no los encontró, sin embargo vio que debajo de algunas hojas se había formado una especie de bolsa brillante y blanquecina, con forma medio ovoide y de no más de un centímetro o poco más de largo.
Triste, regresó a su hogar, pero esas formas quedaron grabadas en su mente, y decidida a saber qué ocurría, iba cada día y miraba a los capullos que así se llamaban, con atención... Pasado algún tiempo empezó a observar cambios en ellos, pero no se atrevía a tocarlos, y solo esperaba durante unos minutos o quizás más, a ver si ocurrían cambios en esos capullos...
Y los días pasaron, y una buena mañana cuando salió al jardín se encontró que estaba lleno de mariposas multicolores, maravillosas, de colores diferentes, armoniosas y corrió a ver los capullos y vio que la mayoría estaban secos en el suelo, abiertos y comprendió que las mariposas habían salido de este¨nido¨especial, donde se habían transformado en esas hermosas maravillas que ahora sobre volaban sobre las flores libando su néctar...
Pero Oh!!!!.Unos capullos estaban intactos, y dentro de ellos se transparentaba cómo un ser diminuto trataba sin éxito, salir de su encierro, y en su inocencia, agarró el capullo y lo abrió, viendo con sorpresa, que el pobre ser que estaba entre sus manos, no tenia todavía sus hermosas alas de mariposas completamente formadas y apenas podía moverse, desolada corrió con ella entre sus manos y fue hasta su madre, a ver si ella podía hacer algo, y ésta al ver a la pobre criatura, le confirmó lo que ya ella intuía, el animalito no sobre viviría, y pocos minutos después, dejaba de moverse.
Nuestra niña aprendió, de una forma muy triste, que cada cosa en la naturaleza tiene su tiempo, su momento, y que por más que queramos apurar las cosas, éstas tienen un tiempo, un lugar y una realidad propia, que debemos respetar.
Nunca más nuestra niña volvió a entorpecer a la sabia naturaleza, y dejó que cada una de las maravillas que iba descubriendo se mostraran ante sus ojos, a su tiempo, y a su modo. Quizás se convirtió, sin saberlo, en una de los primeros ecologistas naturales de nuestra historia humana.
A veces queremos que las cosas ocurran Ya!!!, pero todo tiene un tiempo, un método, una forma.
Los humanos tardamos apróximadamente nueve meses en formarnos dentro del útero materno, y damos señales de que ha llegado el momento, cuando la mujer rompe aguas, o cuando comienzan las contracciones. Es ahí cuando empieza la cuenta atrás para la llegada de ese nuevo ser, que llamamos hijo o hija y que cambia todos nuestros esquemas, hasta el punto en que llegamos a pensar: cómo hemos podido vivir tanto tiempo sin ellos!!!!.
Y así son todos y cada uno de los momentos, situaciones y experiencias que hemos de vivir, todo llega en su momento justo y exacto, cuando estamos preparados. Porque si por alguna razón, se produjera antes de tiempo, dejaríamos pasar la oportunidad, y ya más nunca la volveríamos a experimentar.
Por eso es tan importante aquietar nuestra Alma, respirar, confiar y esperar...Trabajar cada día dando lo mejor de nosotros mismos, sin angustia, porque lo que ha de ser será, y si no, es porque no nos convenía o no estábamos preparados para ello.
A veces vamos tras la diosa fortuna, sin darnos cuenta que ya tenemos todo lo que nuestra alma necesita para evolucionar, tenemos una familia, hijos, amigos, compañeros, empleo, aficiones o hobby, que nos llenan, sin que por ello, tengamos que menospreciarlos porque ¨aparentemente¨ no nos llenan tanto, como si el tener esto o aquello, entonces sí seríamos felices!. Estamos equivocados, la felicidad no está en tener, sino en ser...!!!!
Aquellos que tienen la responsabilidad de manejar grandes fortunas, no son tan felices como pensamos, porque ello conlleva grandes responsabilidades, para las cuales, su familia desde niños los han formado. Y aunque nos cueste aceptarlo, cualquier hijo de vecino, por muy dispuesto que esté, no puede afrontarlo con tanta inteligencia...
Aquietar el alma, rezar, confiar en Dios, El en su infinita sabiduría, pondrá siempre en nuestro camino, aquello que es mejor para cada uno de nosotros, no importa de lo que se trate, incluso, a veces una enfermedad es una oportunidad para crecer, para aprender, para enseñar, y para evolucionar como seres vivos, como humanos y como personas de Fe.
Que Dios nos bendiga cada día de nuestras vidas, que ilumine nuestro camino y ponga en nuestra vida las personas, situaciones y experiencias que nos hagan ser mejores seres humanos, cada día de nuestras vidas. Si lo logramos, podremos dejarle a la generación siguiente, modelos de vida y sabiduría de las de a ¨centavo¨, pero valiosas para ellos. Pues en las cosas simples de la vida, hay grandes enseñanzas.
Mireya Pérez
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