Cuando hablamos del Perdón, nos imaginamos a un sacerdote en el confesionario donde nos dice que ¨nuestros pecados han sido perdonados¨y nos da la penitencia, generalmente un número de oraciones, bien el Padre Nuestro, y/o el Dios te Salve María...
Pero Perdonar va más allá del hecho mismo de confesar nuestros errores, es un acto en el que reconocemos, aún a costa del Ego que nos traiciona, que hemos cometido un error: de apreciación, de juicio, de palabra, por omisión, o por hechos realizados o pensados... Nombro al Ego, porque este es el enemigo más fuerte de la Humildad, que a veces devora al más normal de los humanos que conozcamos, que podemos ser nosotros mismos.
El Ego nos domina desde la temprana infancia, cuando empezamos a creer que somos mejor que el otro, nunca igual al otro, sino superior al otro, porque supuestamente no cometemos esos errores, cuando en realidad podemos ser capaces de hacerlo todavía peor... Mi madre siempre decía que ¨ningún camello se ve su joroba¨, y es un dicho popular muy cierto...
Combatir al Ego es un ejercicio difícil, pero gratificante, porque en la medida en que vamos viendo nuestros errores, nuestras aristas, y trabajamos en ellas, para pulirlas y hacerlas brillar, nos damos cuenta de lo pequeños que somos, casi como un grano de arena en la inmensidad del Universo Infinito que no tiene final ni principio, en contraposición a nosotros que sabemos cuándo hemos llegado, pero nuestro destino final es imposible conocerlo... Aunque trabajemos y nos hayamos forjado un camino y una familia, posesiones o no, un entorno que consideramos propio y muchas cosas más que creemos que nos representan o que dicen sin palabras quiénes somos, lo cual significa que nuestro Ego, anda campante a sus anchas....
Es ahí donde debemos trabajar a fondo, pero no es tarea fácil....
Quizás piensen que tienen el Perdón a flor de piel y que nunca culpan a los demás o que no guardan resentimientos contra el otro, aunque en el fondo saben que sí, que de vez en cuando esa imagen de las comiquitas de la Warner Bros. donde aparecía un ángel en el hombro derecho del personaje y un diablito en el hombro izquierdo, se les asemeja a lo que sienten al recordar ¨la aparente injuria¨a la que fueron sometidos por tal o cual persona, y mientras una parte de nosotros nos dice que no tiene importancia, otra parte nos dice que sí, que no se puede saltar ese episodio, que nos hizo daño aparente...Pero ¿saben una cosa? al único al que le hizo daño fue al Ego, él es el que no perdona, se encuentra tan a gusto en su pedestal, que mira con insolencia a los demás, como si dijera:
_ No sois dignos de mí, yo soy mucho más bueno e importante que ustedes..._
Al final, con el tiempo, lo que obtendrán es soledad, verán cómo la gente se irá desapareciendo de vuestro entorno, pues cada vez ese Ego dominante, los irá carcomiendo por dentro, y la convivencia se hará insoportable.
Sin embargo, no todo está dicho, y como dice el refrán: ¨Es de sabios rectificar¨... En el momento en que os hagáis conscientes del punto en que se encuentran, podrán empezar a trabajar sobre ese Ego, sobre esa auto estima, que quizás sea exacerbada o por el contrario no se amen lo suficiente, y por ello hayan recurrido a la estrategia de hacer daño al otro para sentirse fuertes ustedes... Siempre hay tiempo para rectificar, para aprender para resarcir los errores, para pedir perdón, ser perdonados y sobre todo para perdonarnos a nosotros mismos.
Esa es otra parte de la ecuación, de la que no hemos hablado. En algunas personas el Ego no los hace creerse superiores a nadie, sino que al contrario, los lleva al exceso de humildad, creyéndose el peor de los bichos que andan por la Tierra...
Los excesos o los extremos son malos... Llegar a un punto medio en el que reconozcamos nuestro auténtico valor, pero en el que los demás también tienen valores y virtudes, es un buen ejercicio de humildad y reconciliación con nosotros mismos y con el mundo. Ahí es donde debemos llegar cada uno de nosotros, quizás para ello tengamos que romper con viejas ataduras que nos fueron impuestas por nuestros mayores, en el entender que, creyeron que era lo mejor para nosotros, aunque se hayan equivocado, pero seamos conscientes de que no lo hicieron con otro fin mas que, el de salvaguardarnos del entorno, pues quizás para ellos, gente que creció después de la Guerra Civil Española o de la Segunda Guerra Mundial, fué muy difícil la sobrevivencia y el adaptarse a las nuevas circunstancias.
La mayoría de los adultos de hoy, que nacimos en los cincuenta o sesenta, somos producto de esas enseñanzas. Aunque a decir verdad, otros fueron más agraciados en ese sentido, pues crecieron en entornos más propicios o con menos escasez que los demás.
Por ello, el ejercicio de Perdonar y Perdonarnos, es tan importante. No podemos ser verdugos de nosotros mismos ni fustigarnos, se los dice alguien que todavía tiene que luchar con este último, aunque estoy consciente de que hice todo lo que pude, mi mente se empeña en el ¨si hubiera sabido...¨, y para ese condicional no hay respuesta. Simplemente pasó, no hay más vuelta atrás.
Mirense cada día al espejo, cuando se levantan y van al aseo, vean al ser humano que se asoma y denle gracias, amen a ese ser humano, no piensen en sus errores ni en sus defectos, traten de verse con amor y con respeto. Esa imagen que ven, son ustedes mismos, y si somos capaces de amar a otros hasta el sacrificio. ¿Por qué no somos capaces de amar a la persona que somos?, con nuestros defectos y nuestras virtudes, con nuestras luces y nuestras sombras.
A algunos no nos lo enseñaron, pero siempre podemos empezar de cero y hacer este simple ejercicio cada día, no es vanidad, es simplemente Aceptar y Amar al ser humano que somos. En la medida que introyectamos ese amor, también recibiremos amor y respeto de parte de los otros, como contrapartida, sin que tengamos que mendigar aprecio, afecto o calor. Vendrá dado simplemente porque se recibe lo que se da. Si nos amamos podremos amar, y aquellos a los que amamos nos amarán, sin fuerza ni obligación, nacerá de forma natural, como todo lo que nos rodea. Nadie le dice a la planta: ahora tienes que producir flores... Las flores aparecen al llegar el momento de la floración, para algunos en Primavera, otros, en otra época del año, según su especie y su hábitat particular. Así de simple es.
Se que no es fácil romper con esquemas arraigados y marcados a sangre y fuego, pero podemos cambiar, podemos crecer y evolucionar, es la tarea para la cual venimos cada uno de nosotros a este mundo, cuando partamos no nos vamos a llevar las posesiones o lo que creemos que somos, sólo nos llevaremos lo que hemos aprendido, lo que hemos compartido, el recuerdo del amor que hemos dado y del que hemos recibido. Todo lo demás, le pertenece a este plano llamado Tierra.
Dios nos bendiga y nos perdone a todos y cada uno de nosotros.
Mireya Pérez.
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