Cada etapa de la vida debe ser vivida a plenitud, en salud, con alegría, con valentía incluso, pero vivida dentro de cada contexto, en el cual nos haya tocado vivir y desarrollarnos. Sin embargo, existen personas que por diferentes motivos no pudieron darse el lujo de vivir según su edad, y tuvieron que asumir responsabilidades y situaciones para las cuales, muy posiblemente no estaban preparados.
Esas mismas personas, cuando han pasado los años, y aquello que los apremiaba a actuar y asumir responsabilidades, ha cambiado o cesado, se encuentran en un presente en donde no se encuentran a gusto, y buscan en su mente, el recuerdo de los años perdidos, queriendo recuperar esa etapa de su vida, que no disfrutaron y creen que pueden alcanzar... Pero no es posible.
Por eso, creo que tanto ellos, como yo misma, algunas veces, quizás temamos a lo desconocido, y nos sumergimos, unos en los recuerdos, otros en esa segunda piel, que nos remonta a tiempos mejores. O en el peor de los casos, a una etapa que no pudieron vivir y disfrutar...
Los psicólogos dicen, con mucha razón, que cada persona debe quemar sus propias etapas, vivir sus propias vivencias, en salud, en alegría, dentro de lo que es posible para cada quien. Aunque la vida tenga sus propias ideas sobre el camino que habrá de recorrer cada uno de nosotros. Pues una cosa son los sueños, y otra muy distinta la realidad.
Si un joven o una joven son arrancados de repente de su mundo de gente joven, de estudiantes, de amigos, de flirteos y enamoramientos, propios de esa edad juvenil y los trasladan a la fuerza al mundo del adulto, endilgándole responsabilidades para las cuales no han sido preparados. Los años se le irán sin darse cuenta y quizás, mire con añoranza ese espejo del alma que les dice que perdieron una de las etapas más hermosas, sin siquiera haber atisbado lo que se le presentaría, pero otros han decidido por ella o por él, y no les queda mas remedio que seguir, sin dar jamás la vuelta atrás, aceptando el camino que otros trazaron para ellos, y encima sin poder darse el lujo de protestar, eso no está contemplado...
Cuando han pasado los años, la vida les permite poder respirar de nuevo, se miran un día al espejo y descubren que ya están ahí las primeras canas, las primeras arrugas, que el ceño se ha fruncido, que la luz de la mirada se ha apagado, hasta que un buen día pasan por una tienda y ven unos vaqueros, se los prueban, los compran, buscan otros complementos, incluso las botas que nunca se atrevieron a usar... Salen con sus tesoros bajo el brazo y cuando llegan a casa, corren a ponerse esa ropa que no llegó a usar, aunque cuando era una quinceañera le hubiera gustado tener, se pone una bandana en la cabeza, suelta su larga melena, siempre apretada en un moño, busca con frenesí unos collares guardados en el fondo del cajón, se maquilla, se mira al espejo, no ve a la mujer que es, el espejo de su mente le devuelve la imagen de la chica que fue y corre por las escaleras, sale a la calle, ahora quiere comerse al mundo...
Si tiene hijos, dependiendo del tipo de relación que haya establecido con ellos, podrá encontrar complicidad o por el contrario, el rechazo puro y duro de la juventud que es a veces cruel y despiadada... Pero ella ya no hace caso, los teteros y pañales se han acabado para siempre de su vida, ahora quiere recuperar el tiempo perdido, pero no conoce los nuevos vocablos, las palabras que conoce ya no suenan igual, se utilizan en otros contextos, se sumerge como puede en ese nuevo esquema tan distinto al que conoce, busca nuevos entornos, nuevos amigos o amigas, a veces tiene suerte, otras no, pero sigue en su afán de recuperar los años perdidos...
Algunas se convierten en compradoras compulsivas, tratando de llenar esos años perdidos, sin darse cuenta que el presente es hermoso, sólo tiene que fijarse y respirar... Pero se engaña a sí misma, a veces incluso, encontrará personas que la adularán para luego mofarse a sus espaldas, y de buenas a primeras serán crueles y le dirán las palabras que más lastiman, sin darse cuenta o quizás a cosa hecha, que están lastimando a alguien que necesita una balsa donde salvarse, una amiga de verdad, alguien que la aprecie por ella misma, tal como es, no otra diferente.
Algunas flirtean con la vida, pero ahora el comportamiento es distinto, las salidas ya no son al cine o a cenar, ahora hay otros esquemas, otras situaciones... y ella no los conoce...
Si tiene suerte, su despertar a la realidad será maravilloso, quizás encuentre una persona que la entienda, la respete y la acepte tal como es; otros en cambio, tomarán lo que puedan, incluso su alma, y la dejarán como un cascarón vacío, dolida, desolada, derrumbada... Dejando una lección que nunca olvidará... pero nada es inamovible, y pasado el tiempo, podrá reunir los pedazos de su vida, y mirará de nuevo al espejo, pero ya no mirará con ojos de inocencia, habrá un destello de madurez, y aceptará lo que ha vivido, lo que ha prendido, aun el dolor, y sabrá que mañana es un nuevo día, y con él habrá nuevas oportunidades, pero ya aferrada a su realidad, sin expectativas, o por lo menos más serena y segura de quien es, de lo que quiere y volverá a vivir.
Vivir el día a día no es fácil, pero a la vez es hermoso, y vale la pena vivirlo.
Quememos las etapas de la vida, no con desespero, sino con inteligencia, la vida no se acaba, o si, pero lo importante es vivir a plenitud, aceptando lo que se presenta, actuando cuando podemos hacerlo, y si no es posible, dejar las situaciones en mano del que Todo lo sabe y Todo lo perdona, Dios es quien mejor conoce lo que nos conviene, cuando y por qué.
Que Dios nos bendiga siempre, que nos ilumine para entender y comprender y nos de el apoyo que necesitamos para salir adelante y vivir de nuevo.
Mireya Pérez
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