La mayoría de las personas viven cada día, como si el mañana fuera una caja de caudales con millones de días o divisas para gastar en el futuro, y sólo se afanan en trabajar, trabajar..., ahorrar, ahorrar..., trabajar, trabajar... Esperando que, al llegar a la meta que se han trazado, y que pocos conocen, podrán entonces darse permiso a sí mismos y disfrutar de la vida.
Pero oh infeliz!!!! , no sabe que el mañana no existe, que el pasado ya se fue, y que sólo tiene el ahora, este instante apenas, y en vez de disfrutarlo, de compartirlo con alegría, lo malgasta trabajando, sacrificando a la familia en pos de un ascenso, que quizás no llegue; de hacer crecer una cuenta bancaria, ahorrando incluso, en cosas que eran necesarias, pero es que él quería llegar a TENER...y nunca tuvo...
Del libro El Camino de Las Lágrimas de Jorge Bucay, Editorial Random House Mondadori 2003, comparto este cuento muy sabio...
...Había una vez un hombre que estaba decidido a disfrutar de la vida.
El creía que para eso debía tener suficiente dinero.
Había pensado que no existe el verdadero placer mientras éste deba ser interrumpido por el indeseable hecho de tener que dedicarse a ganar dinero.
Pensó, ya que era tan ordenado, que debía dividir su vida, para no distraerse en ninguno de los dos procesos: primero ganaría dinero y luego disfrutaría de los placeres que deseara.
Evaluó que un millón de dólares sería suficiente para vivir toda la vida tranquilo.
El hombre dedicó todo su esfuerzo a producir y acumular riquezas.
Durante años, cada viernes abría su libro de cuentas y sumaba sus bienes.
_ Cuando llegue al millón_ se dijo_ no trabajaré más. Será el momento del goce y la diversión. No debo permitir que me pase lo de otros- se repetía- que al llegar al primer millón empezaban a querer otro más.
Y fiel a su duda hizo un enorme cartel que colgó en la pared frente a su escritorio:
SOLAMENTE UN MILLÓN
Pasaron los años.
El hombre sumaba y sumaba. Cada vez estaba más cerca.
Se relamía anticipando el placer que le esperaba.
Un viernes se sorprendió de sus propios números:
La suma le daba 999.999,75 US$
¡ Faltaban 25 centavos para el millón!
Casi con desesperación empezó a buscar en cada chaqueta, en cada pantalón, en cada cajón las monedas que faltaban...No quería tener que aguardar una semana más.
En el último cajón de su armario encontró finalmente los 25 centavos deseados.
Se sentó en su escritorio y escribió en números enormes:
1.000.000
Satisfecho, cerró sus libros, miró el cartel y se dijo:
Solamente uno, ahora a disfrutar...
En ese momento sonó la puerta.
El hombre no esperaba a nadie. Sorprendido fue a abrir.
Una mujer vestida de negro son una hoz en la mano le dijo:
_ Es tu hora.
La muerte había llegado.
_ No..._ balbuceó el hombre_ Todavía no...No estoy preparado.
_ Es tu hora_ repitió la muerte.
_ Es que yo...El dinero... El placer...
_ Lo siento, es tu hora.
_ Por favor dame aunque sea un año más, yo postergué todo esperando este momento, por favor...
_ Lo lamento_ dijo La Muerte.
_Hagamos un trato_ propuso desesperado_ Yo he conseguido juntar un millón de dólares, llévate la mitad y dame un año más. ¿Sí?.
_No
_ Por favor. Llévate 750.000 y dame un mes...
_ No hay trato.
_ 900.000 por una semana.
_ No hay trato.
_ Hagamos una cosa . Llévate lo todo pero dame aunque sea un día. Tengo tantas cosas por hacer, tanta gente a la que ver, he postergado tantas palabras...por favor.
_ Es tu hora_ repitió la muerte, implacable.
El hombre bajó la cabeza resignado.
_¿ Tengo unos minutos más?_ preguntó.
La muerte miró unos pocos granos de arena de su reloj y dijo:
_ Sí.
El hombre tomó la pluma, un papel de su escritorio y escribió:
Lector:
Quienquiera que seas.
Yo no pude comprar un día de vida con todo mi dinero.
Cuidado con lo que haces con tu tiempo.
Es tu mayor fortuna.
Este cuento, simple y directo, nos muestra una realidad que a muy pocos de nosotros se nos escapa, porque todos en algún momento dado de nuestra vida habremos sacrificado a la familia, a los hijos, a los padres...por el trabajo, trabajando incluso sábados y domingos, hasta altas horas de la noche, porque había que hacer el¨cierre de ejercicio de la empresa¨y había que presentar los resultados a la junta de accionistas, a Hacienda, etc.
Si son artesanos, quizás hayan estado trabajando noche y día, sin apenas descansar para terminar un pedido, soñando con los nuevos que se iban a generar... Pero el tiempo pasó y lo único que creció fueron los hijos, que se hicieron mayores, sin saber lo que era disfrutar de un almuerzo en familia, de un fin de semana jugando con los padres,visitando a los abuelos o haciendo excursiones al monte o a la playa, porque papá o mamá, siempre estaba trabajando...
Trabajar no es malo, sacrificar a veces algún tiempo, tampoco...Pero cuando se hace una costumbre y se llega al colmo de decirle al cónyuge:
_ Ve tu que después los alcanzo_ , el otro u otra sabe que no va a llegar, que va a estar tan cansado/a, que se acostará y no aparecerá en todo el fin de semana, y los hijos resienten esas cosas, aunque no lo digan.
Tener una vida holgada es bueno, maravilloso incluso..., pero nunca a costa de sacrificar lo realmente importante que es la familia, la relación de pareja, los hijos.
No pierdan el tiempo, nadie tiene una chequera en blanco...sólo existe el hoy..Y el mañana no sabemos cómo será...
Disfruten cada día de las pequeñas grandes cosas de la vida, abracen a sus hijos, díganles cuánto los quieren, ayuden a acostarlos y cuéntenles un cuento, incluso uno inventado, ellos los disfrutan más. No pierdan las oportunidades, pues sólo tenemos este ticket que se llama Vida Hoy....
Que Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros, a nuestros hogares, a nuestros empleos, pero por sobre todo a nuestras familias, que son el mayor y mejor tesoro que tendremos jamás.
Mireya Pérez
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