Vivir en nuestros tiempos, pareciera una cosa de titanes... Pero si nos vamos a épocas anteriores a la nuestra, nos damos cuenta que ellos lo tuvieron peor, porque no existían los adelantos científicos y tecnológicos que les facilitaran las cosas, porque no tenían acceso al agua potable, a la electricidad, a la Salud Pública y/o Privada, que hoy damos por echo, independientemente del País en que vivamos.
Entonces, cuando se nos presenta un reto, algunos damos un paso adelante y decimos ¨Presente Señor...¨y otros se quedan parados, tiesos, calados hasta los huesos de un miedo terrible que los paraliza, quisieran salir corriendo, pero hacia atrás e incluso que la tierra se abriera y los tragara.
Cada uno de nosotros actuamos en diversas ocasiones, de forma diferente ante los retos, enfermedades, crisis, acontecimientos que acaecen, e incluso ante el dolor. Sin querer decir que unos u otros son valientes o cobardes, no, cada uno reacciona según unos códigos internos que forman parte de sus creencias filosóficas o no, de su formación de vida o académica, de la formación familiar y de su entorno. Ni más ni menos...
Cuando yo publiqué mi libro Mi hijo Pródigo, en la medida que propios y extraños han ido leyendo sus 134 páginas, algunos me han escrito diciendo:
- ¿ Dónde estaba yo, cuando a ti te pasaba esto?-
Me lo han dicho hombres y/o mujeres, gente conocida, amigas de la infancia, compañeros de trabajo. Yo a nadie le contaba por lo que estaba pasando, porque me sentía culpable, sentía mucha pena de mí, porque creía que la gente me iba a acusar, sin saber que, no era yo la única que padecía las consecuencias del accionar de mi hijo, sino que este mal, se estaba llevando a mucha más gente de la que yo podía creer o estimar. Tanto, que hoy en día es rara la persona que no conoce de un caso, de un amigo, de un familiar que haya pasado por este trance o que todavía esté en él.
Luché sola a brazo partido en tres frentes diferentes, y me convertí en la guerrera que soy hoy en día. Nunca quise hacer este camino, ni recorrerlo, pero la vida me dio este reto y sólo pude seguir adelante, luchando con la herramientas que tenía, sin apabullarme, aunque fuera perdiendo batalla tras batalla, y aún lucho, sólo que ahora cuento con un ejército de ángeles que me están acompañando, en lugares distintos del planeta, para llegar a una meta, que todavía no está bien definida, pero seguimos luchando y muy posiblemente se sumen mas ángeles, y cuando yo ya no pueda luchar, otros seguirán en mi lugar, porque sabemos que estamos haciendo algo, en favor de ese mundo que desconocíamos, pero que una vez conocido, no podemos desconocer, ni hacer como el avestruz que mete su cabeza en la tierra, cuando tiene miedo, creyendo que así su agresor no la va a encontrar, olvidando o quizás desconociendo, la magnitud de su cuerpo que es visible a cientos de metros de distancia.
Es difícil, y hasta duro reconocer una realidad o los echos que nos presenta la vida, incluso la enfermedad, sólo aquel que la padece y los que lo acompañan, la familia y/ o los amigos, nos pueden hablar de esa lucha constante, no sólo, contra la enfermedad propiamente dicha, sino con los sentimientos encontrados que ésta produce, tanto en el enfermo, como en su entorno.
En estas situaciones, nos encontramos con las personas que afrontan con valentía la situación, pasando por diferentes escalas de sentimientos hasta encontrarnos con aquellos que actúan como el avestruz. No podemos juzgarlos, porque se necesita estar en la piel de cada uno de estos seres humanos para entender su accionar, su rebeldía y hasta su rabia.
Aquí en esta escala nos encontramos con un amigo - enemigo, del cual he hablado muchas veces: el Perdón.Ya que, se dice que ciertas enfermedades se presentan en las personas que no perdonan, que son rencorosas, que sienten rabia reprimida y que la expresan a través de la enfermedad. Hoy los médicos saben que las personas de carácter fuerte e incluso irascible, suelen padecer de la vesícula, y llegar a formar cálculos que luego ameritan una intervención quirúrgica, también, se sabe que los problemas de cáncer de Próstata, se deben o se presentan en personas que tienen que Perdonar o Perdonarse a sí mismos.
Algunos casos de locura, posiblemente se deben a los remordimientos de aquellos que en alguna ocasión trataron con desdén e incluso dañaron a otros a mansalva, con premeditación y alevosía. Por supuesto, jamás pidieron perdón, ni siquiera buscaron el consuelo en la confesión, pues obviamente, son personas alejadas de cualquier religión, pues ellos eran su religión: el Yoísmo, el egoísmo, el creer que la vida giraba alrededor de sus caprichos, e hicieron mucho daño, no solo a ellos mismos, sino a las personas que los amaban, a quienes quizás destruyeron moral y psíquica mente, con impunidad aparente, y digo aparente, porque estoy convencida de que todos, pagamos nuestras culpas en esta vida, no en otra. Aquí vivimos nuestro infierno propio y también nos redimimos.
¿Qué podemos hacer cuando se nos presenta una situación que no esperábamos?.
Creo personalmente que se deben evaluar todas las variables que conocemos, y buscar la ayuda en las instancias que correspondan, y si se trata de personas enfermas, pues ayudar en todo lo que podamos, a veces, en contra de la misma persona, pues existen enfermos que no se dejan ayudar, y ahí hay que hacer alarde de una diplomacia exquisita, para ayudar, sin que el enfermo u enferma se sienta amenazado en su individualidad.
Para algunas personas, inclusive para aquellos que conocemos de verdad, les es muy difícil reconocer las cosas que suceden, pues significa doblegarse a la voluntad de otros, incluso a la voluntad de Dios, y se niegan a enfrentar su realidad, pues eso sería reconocer el miedo que tienen, y es muy válido.
Dice el refrán que ¨El miedo es libre¨... y es cierto. Además todos y cada uno de nosotros hemos sentido miedo alguna vez o muchas veces. Los enfermos terminales lo saben, lo conocen, pero no por ello dejan de luchar, incluso en contra de lo que se espera, luchan hasta el último minuto y son capaces de realizar cosas que nos sorprenderían a muchos, pues casi nunca esperamos que hagan las cosas que llegan a hacer:
...Un día, una persona que está paralizada de la cintura para abajo, sorprendió a uno de sus familiares haciendo un ejercicio, le pidió a la persona que lo acompañaba, que mirara sus piernas, mientras ella se ponía las manos en la cabeza, cerraba los ojos y hacía el gesto de una persona que está concentrada, al cabo de unos minutos, abrió los ojos y le preguntó a la persona si había notado algún cambio. La persona le dijo que no, y la enferma le dijo que había visto en Internet, que si trabajaba mentalmente en mover sus piernas, a la larga lo conseguiría, y sigue trabajando en ello, aunque la familia sepa que el nervio está cortado y es imposible regenerarlo, pero no le han quitado la idea a la persona, y sigue intentándolo...¨
Aunque tengamos la certeza de que hay situaciones que son irreversibles e incluso con fecha determinada, no podemos quitarle la ilusión y las ganas de vivir a la persona, pues no sólo sería una falta de caridad cristiana, sino también un gesto inhumano. Incluso en aquellas personas que han sido crueles y hasta duras con las personas de su entorno, al contrario, debemos rezar por ellas, para que encuentren la paz de su alma, y logren reconciliarse consigo mismas, pues generalmente viven atormentadas o atormentados, sin dar su brazo a torcer, cuando un simple ¨lo siento¨ haría un gran cambio en sus vidas.
Para los que acompañan a personas enfermas, independientemente del tipo de enfermedad, todo nuestro amor y solidaridad. Para los enfermos, que Dios les de la Paz que necesitan sus almas, para reconciliarse con el mundo y poder cruzar así el umbral que todos cruzaremos en algún momento. Para los que están cerca o lejos, no olviden que las personas y/o familiares que atienden a los enfermos necesitan también apoyo y amor, quizás nunca se atrevan a pedirlo, pero los necesitan a raudales.
Para todos, que Dios nos cuide y nos bendiga, y que nunca nos falte la Paz, la Esperanza y el Amor.
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