A veces, estamos tan entregados a nuestro día a día, a ese diario trajinar de aquí para allá, tratando de sobrevivir a muchas cosas, a las que, en un momento nos han superado o a las que se presentaron, sin apenas darnos cuenta...
Otras en cambio, nos han casi atropellado en su vorágine y creemos que hemos sido víctimas de un tsunami que nos ha llevado entre sus aguas sin apenas respirar, pero queriendo salir a flote a toda costa...
Para otros, sin embargo, se han visto trasladados a una zona, que mal llamamos de confort, pero que en realidad es una especie de nido calientito y confortable, pero estrecho, que no nos deja casi respirar, pero que creemos, en nuestra ignorancia o en nuestro miedo, que es mejor que nada de lo que podamos conocer o descubrir...
Pero sin importar el momento o la situación, el mañana llega y un buen día, la persona despierta de ese letargo emocional y de repente se ve a sí misma y descubre, para su pesar o para su incipiente alegría, que todo pasa y que siempre hay un día por descubrir y cosas nuevas que hacer...
Soy una persona optimista por naturaleza, aunque tengo, como todos mis momentos u horas bajas; son aquellas en las que me encierro en mi caparazón de ¨cangrejo ermitaño¨a resarcir mis heridas, a componer mis vestiduras y a curar o reparar los rasguños de mi alma... Pero les puedo garantizar, con Fe absoluta, que detrás de cada ¨catástrofe emocional¨que he transitado, siempre, siempre he salido fortalecida. No lo sé a ciencia cierta, quizás es algo que me inculcaron desde niña, o quizás es porque en mí hay algo que me impulsa a levantar la mirada, respirar y como si alguien me diera un leve empujón, dar ese primer paso, que irremediablemente me lleva a hacer el siguiente, otro y otros más... Pero lo hago con fuerzas renovadas... Sin importar el que ya no tengo tanto tiempo por delante como antes, porque el almanaque biológico es el que es, y llevo casi 62 años y medio en este planeta azul.
En estos días alguien me hizo un comentario que quizás sea cierto:
_ ¿ Por qué hace tanto hincapié en su edad?- y añadió - ¿Le tiene miedo al tiempo?..._
Mi razonamiento es que no, al contrario, siendo una sobreviviente a enfermedades que otras amigas no pudieron superar, creo que lejos de negar o esconder mi edad, debo estar feliz de poder contarlo, porque muchas o cientos de nosotras no pueden hacerlo. Tengo el privilegio de vivir, de respirar, de compartir con mis seres queridos y con la gente que conozco, todo lo que he vivido, lo que he aprendido, lo que estoy por conocer... Eso no tiene precio...
Sin embargo, y quizás sea, lo más importante en realidad, pues no lo sé todo y tengo todavía mucho que aprender, tanto, que quizás no me baste esta vida para hacerlo.
Cada día descubro cosas nuevas, gente nueva, maneras de ver la vida, conceptos diferentes o visiones diferentes, incluso, diametralmente opuestas a la mía, y me maravillo, porque así comprendo mejor o entiendo mejor los hechos que me han traído hasta aquí. Como he dicho muchas veces, la vida me pone ¨maestros¨en el camino que me muestran visiones o ¨lecciones que debo aprender¨ y me descubro a mí misma, analizando y sopesando esos nuevos aprendizajes, tratando de sacarle el mejor aprovechamiento, pare este equipaje emocional y de vida que llevo. No siempre son cosas agradables, porque el dolor de alguien, nunca puede ser algo agradable, pero en la forma que esa persona hace frente o le hizo frente, se aprende una lección y nos hace ver una cara o arista de la vida, que no habíamos tomado en cuenta o que no habíamos apreciado en su justo valor.
Como gran observadora que soy, descubro que hay más de un horizonte, según la altura de la Atalaya emocional en que nos encontremos, y por supuesto, si estamos emocionalmente dispuestos a aprender, a compartir y a expresar, ese horizonte no tendrá límites aunque podamos vislumbrar, incluso, la forma de esfera que tiene...
Hoy quisiera amigos lectores compartir con ustedes esa emoción de descubrir que siempre hay algo nuevo por aprender, algo por lo que luchar, algo que perseguir: un sueño, una ilusión, una idea, un plan que lograr... Porque la vida es eso: el transitar un espacio para llegar a una meta, la nuestra, sólos o en compañía, no lo sé en realidad, pero lo que sí estoy aprendiendo es que, cada día puedo y debo marcar la diferencia, aunque solo sea para mí...
Gracias Señor porque tengo vida, ilusiones, ideas, una mente que trabaja, que aprende, que tiene ganas de seguir adelante, a mi ritmo, pero siempre hacia adelante.
Dios nos bendiga amigos lectores, que tengan un día realmente bendecido.
Mirey Pérez
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