A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

lunes, 2 de julio de 2018

En tu recuerdo...








Hoy debería ser un día de fiesta, mi hijo hubiera cumplido 36 años, pero no está, mis brazos se quedaron vacíos en espera de su llegada, y tras cinco años de silencio, mi alma de madre sigue esperando... En el borde del acantilado de mis emociones, que están represadas, en este silencio, que se me hace eterno.

Como madre, mujer, amiga y abuela, sólo puedo hacer lo que hago cada día: Rezar, Confiar, Respirar y Caminar... Ese camino que me ha sido trazado sin que yo tuviera conciencia de ello....

Me he revelado, aunque nadie se haya dado cuenta, pero no me ha quedado más remedio que aceptar, lo que está fuera de mis manos y confiar en que la vida sabe el por qué, aunque mi alma no lo entienda... Son los designios de la vida, los misterios, los contratiempos y sin sentidos que nos afectan, nos tumban y a la vez nos levantan...

Ya no pregunto por qué a mí... Nada lograría con ello más que seguir agrandando el vacío que el dolor ha marcado a fuego y en silencio. Quisiera poder hacer montones de cosas, tejer sueños, hilar ideas, como ayer... Pero no puedo, el alma está en duelo, en reconstrucción, buscando los materiales que se han dispersado, para juntar los pedazos y reconstruir lo aparentemente perdido...

En el fondo sé que nada ocurre sin una razón, que no hay culpables, sólo un camino que ha de ser transitado para que el alma cumpla con su misión, con aquello que fue trazado mucho antes de venir a este plano de luz que llamamos vida... Pues cada uno de nosotros tenemos algo que enseñar, que compartir, que aprender, que evolucionar... Pero hay lecciones muy duras de aceptar, difíciles de sobrellevar y sólo la Fe viene en auxilio, así como el amor de la gente que nos quiere y nos alienta con su apoyo emocional y mental.

Hoy, a pesar de todo... Tengo que sumar mis dones, la gente buena, la familia, los amigos, el trabajo, la generosidad de miles de almas que cada día buscan mis escritos, los leen e incluso los comparten. Eso no tiene precio, y no se puede buscar, simplemente llega, como la sonrisa a nivel de la mirada, como el rumor del mar, como la luna que se asoma y nos dice que el día se acerca a su fin, y las estrellas que titilan en ese firmamento eterno, hermoso, fascinante...

La vida nos sonríe, a cada uno de forma diferente, pero siempre con generosidad, aunque a veces no nos hallamos dado cuenta, ella trabaja en silencio y marca las pautas y dibuja los planos sin que podamos tomar nota de cada cuadro o cada exposición que realiza, desde la amplitud del espectro visual, sonoro y elíptico de su propia invención.

Por ello, Hoy no voy a sentir que he perdido, sólo he cumplido parte del trabajo que me ha sido asignado, y sigo adelante, con mis recuerdos, con mis añoranzas, pero llena de paz y de gratitud infinita, porque le dí vida, porque pude acunarlo en mis brazos y le canté sus propias canciones, aquellas que eran sólo para él, desde mi amor de madre, que no olvida, que espera, que sueña...

Mi querido hijo, desde este plano de vida, mi amor infinito te acompaña, te recuerda, te espera o quizás seas tú el que espere mi llegada. Eso sólo lo sabe Dios. Yo no te olvido...

Simplemente tu madre.

MPR.




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