Hoy debería ser un día de fiesta, mi hijo hubiera
cumplido 36 años, pero no está, mis brazos se quedaron vacíos en espera de su
llegada, y tras cinco años de silencio, mi alma de madre sigue esperando... En
el borde del acantilado de mis emociones, que están represadas, en este
silencio, que se me hace eterno.
Como madre, mujer,
amiga y abuela, sólo puedo hacer lo que hago cada día: Rezar, Confiar, Respirar
y Caminar... Ese camino que me ha sido trazado sin que yo tuviera conciencia de
ello....
Me he revelado, aunque nadie se haya
dado cuenta, pero no me ha quedado más remedio que aceptar, lo que está fuera
de mis manos y confiar en que la vida sabe el por qué, aunque mi alma no lo
entienda... Son los designios de la vida, los misterios, los contratiempos y
sin sentidos que nos afectan, nos tumban y a la vez nos levantan...
Ya no pregunto por qué a mí... Nada
lograría con ello más que seguir agrandando el vacío que el dolor ha marcado a
fuego y en silencio. Quisiera poder hacer montones de cosas, tejer sueños,
hilar ideas, como ayer... Pero no puedo, el alma está en duelo, en
reconstrucción, buscando los materiales que se han dispersado, para juntar los
pedazos y reconstruir lo aparentemente perdido...
En el fondo sé que nada ocurre sin
una razón, que no hay culpables, sólo un camino que ha de ser transitado para
que el alma cumpla con su misión, con aquello que fue trazado mucho antes de
venir a este plano de luz que llamamos vida... Pues cada uno de nosotros tenemos
algo que enseñar, que compartir, que aprender, que evolucionar... Pero hay
lecciones muy duras de aceptar, difíciles de sobrellevar y sólo la Fe viene en
auxilio, así como el amor de la gente que nos quiere y nos alienta con su apoyo
emocional y mental.
Hoy, a pesar de todo... Tengo que sumar
mis dones, la gente buena, la familia, los amigos, el trabajo, la generosidad
de miles de almas que cada día buscan mis escritos, los leen e incluso los
comparten. Eso no tiene precio, y no se puede buscar, simplemente llega, como
la sonrisa a nivel de la mirada, como el rumor del mar, como la luna que se
asoma y nos dice que el día se acerca a su fin, y las estrellas que titilan en
ese firmamento eterno, hermoso, fascinante...
La vida nos sonríe, a cada uno de forma
diferente, pero siempre con generosidad, aunque a veces no nos hallamos dado
cuenta, ella trabaja en silencio y marca las pautas y dibuja los planos sin que
podamos tomar nota de cada cuadro o cada exposición que realiza, desde la
amplitud del espectro visual, sonoro y elíptico de su propia invención.
Por ello, Hoy no voy a sentir que he
perdido, sólo he cumplido parte del trabajo que me ha sido asignado, y sigo
adelante, con mis recuerdos, con mis añoranzas, pero llena de paz y de gratitud
infinita, porque le dí vida, porque pude acunarlo en mis brazos y le canté sus
propias canciones, aquellas que eran sólo para él, desde mi amor de madre, que
no olvida, que espera, que sueña...
Mi querido hijo, desde este plano de
vida, mi amor infinito te acompaña, te recuerda, te espera o quizás seas tú el
que espere mi llegada. Eso sólo lo sabe Dios. Yo no te olvido...
Simplemente tu madre.
MPR.
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