Quizás no seamos conscientes de nuestros pensamientos y de las cosas que hacemos o decimos en el día a día. Simplemente porque la vida corre y se va a pasos agigantados, sin apenas darnos cuenta. Pero la palabra que usamos, nos define, es como una ¨orden¨enviada al cosmos para que se haga nuestra aparente voluntad. Así, sin quererlo, nosotros mismos nos echamos la soga al cuello, y por supuesto, luego nos quejamos...
Yo, la primera, ojo, que esto me lo tengo dicho a mí misma, más de una vez, pero los aprendices somos así, a veces nos olvidamos, otros creemos que sabemos más que los maestros que nos han precedido, y zas! , volvemos a actuar precipitadamente y no le hacemos caso, al ¨ Pepe Grillo¨que es nuestra intuición, la que nos advierte de los peligros, pero oh naturaleza humana!, cometemos de nuevo errores, que podríamos haber evitado...
Puede que no se trate de cuidar cada cosa que decimos o pensamos, pero sí de evitar los calificativos que usamos, pues esos adjetivos, dichos al voleo, sin pensar, nos hablan mucho sobre quiénes somos y cómo somos en realidad. Muy posiblemente, al criticar a alguien o algo, nuestra intención sea buena, pero hay que añadir a la crítica, las posibles soluciones que pensamos, pueden evitar que se cometan de nuevo. Sin la asertividad de nuestra parte, la crítica no es lo positiva que debería ser, y la persona se siente disminuida, sin fuerzas, e incluso ¨atacada¨, sin ser ese el objetivo primario de nuestra conversación inicial. Nunca olvidaré a una de mis compañeras de clases, porque siempre tenía un refrán para decir lo que pensaba, uno de ellos: ¨Dime con quién andas y te diré quien eres¨... En ese momento me dolió, porque señalaba a dos amigas que, aunque muy diferentes a mi, habían sido mis amigas desde la primaria, y aunque en ese momento fueran revoltosas y les gustara hacer picardías, yo era más bien tranquila y quizás hasta sosa, pero las quería y las sigo queriendo. Esas cosas me alejaban de algunas compañeras, que no entendían que yo valorara la amistad, independientemente de que las personas fueran perfectas o no.
Hacer críticas o juicios de valor es muy fácil, pero cuando hacemos u obramos de esa manera, casi irresponsable, podemos estar dañando a una persona, cuyo único pecado social sea el ser diferente... ¿Por qué somos tan dogmáticos?... ¿Acaso al mirar al espejo, vemos a un ser humano perfecto? o vemos a un ser humano que trata todos los días de ser mejor, de superarse a sí mismo, incluso cuando el viento no sopla a su favor?.
Ahora que estoy en esta edad de Diamantes, o como dice una de mis amigas, en el piso sexto, jajajaja, al mirar atrás en el tiempo, creo que perdimos mucho tiempo en estar mirando a los demás, para señalar sus errores, antes que mirar al interior de nosotros mismos, para ver de qué manera podíamos mejorar al ser humano que somos, mirar al pasajero que viaja a través de este tiempo ¨finito¨que llamamos vida, y añadir cosas buenas, edificantes y armoniosas, a su paso por este camino de la vida.
Yo conozco muy bien a la mujer que soy, conozco sus debilidades y fortalezas, sé lo que la mueve, lo que la lastima, o lo que le dá Paz infinita. ¿Se conocen ustedes, saben cuáles son los sentimientos que los mueven? Conocen acaso, aquello que puede perturbar su Paz?. O son como algunos que, prefieren rodearse de ruidos, antes que de silencios, porque el silencio los lleva a analizarse y por supuesto, tienen miedo a hacerlo...
No hay que tener miedo al silencio, ni a la soledad física, a veces, en esos escasos momentos, podemos hablar con nosotros mismos y analizar los problemas, mirándolos desde diferente ángulo, pero si no tenemos nunca, un tiempo para estar a solas con nosotros mismos, el ¨ruido¨que pensamos nos acompaña, jamás nos dejará de martillar lo que ellos consideran mejor, aunque tengan muy buenas intenciones, no hay que ponerlo en duda jamás, pero se trata de nuestro Yo, del alma que habita este cuerpo humano, sola e indivisible, humana e imperfecta, pero nuestra.
Hoy quisiera transmitirle esa parte del aprendizaje que he ido adquiriendo, a veces sin querer, otras en cambio, auxiliada de mi Fé y Esperanzas, creyendo en un mañana mejor, nuevo y maravilloso. Si no tuviera Fé, me habría derrumbado a las primeras de cambio, y han sido muchas las veces que mi vida ha tenido un golpe de timón y ha hecho cambios bruscos, con giros hasta mayores a los 180º, que ya es mucho decir, pero cuando creía que iba a sucumbir, cuando pensaba que de esa etapa no iba a salir, apenas podía tener un segundo para respirar, las piezas se movían, y lentamente a a veces, otras en forma rápida, lograba salir y comenzar de nuevo, desde un plano diferente, pero con lecciones aprendidas y valores nuevos. Si en algún momento alguien quisiera decir algo de mí, nunca podría decir que he sido cobarde, al contrario, soy una mujer frontal y vertical, hay pocas cosas que me produzcan terror, y lo digo, por si hay alguna que no conozca... Por tanto, desde la experiencia de esta alma mía, les hablo hoy, con humildad, pero con profundo afecto.
La vida no es fácil, para ninguno, incluso para los que tienen una vida holgada, para ellos también hay desasosiegos, aunque no lo creamos, por tanto, al hablar o comunicarnos con otras personas, cuidemos el tipo de palabras o ¨sentencias¨que utilizamos, incluso cuando conocemos ¨más que si lo hubieran parido¨, a esa persona. Por más que la conozcamos o le conozcamos, existen zonas de su vida, que sólo conocen ellos, que les pertenece, a las cuales quizás jamás tengamos acceso, pero si amamos, si respetamos a esas personas, debemos demostrar nuestro amor y nuestro compromiso emocional, siendo asertivos, siendo maestros o alumnos, dependiendo de las circunstancias, pero siempre, siempre nuestras respuestas deben partir desde el respeto, desde la consideración y desde incluso, el Perdón, porque ese ejercicio, lo haremos cientos de veces en nuestra vida, unas para con nosotros, otras para con los demás.
Hoy le pido a Dios que nos permita rectificar, si se hace necesario, que nuestro Ego no nos impida ser lo asertivos y humanos que debemos ser para con la gente que nos rodea, pero sobre todo, que al emitir un juicio de valor, ponderemos o pongamos en una balanza muestras razones, o la falta de ellas, para erigirnos en Juez y Verdugo. No emitamos juicios, ni pidamos a los demás, lo que no está en nosotros poder hacer, que por nuestras obras se nos reconozca como seres humanos con una vida espiritual y emocional cercana, amorosa y dispuesta siempre a dar gracias por todo y por todos.
Dios nos bendiga.
Mireya Pérez
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