Una de las fases más angustiantes para los seres humanos, sea quizás, la de los celos, bien porque se es celado, bien porque se sufren de ellos.
Hablo de sufrir, porque el que es celoso, sufre agonías terribles y se las hace sufrir también al objeto de sus celos. Y el celado se siente, la mayoría de las veces, como si estuviera atravesando un campo minado de huevos, sin atreverse a dar un paso, por temor a romper cualquiera de los huevos que tiene por miles, en ese camino de su vida que comparte con el celoso o los celosos. Pues a veces hay, para desgracias de más de uno, muchos más celosos que nos vigilan, que personas que nos aman en libertad.
Pero si a este panorama le añades las Redes Sociales, el objeto celado, se encuentra en un predicamento, pues cada conexión, cada wasap que reciba, cada correo o chat, será interceptado y a veces, incluso, contestado, como si de la persona se tratara. A alguien que conozco muy bien le pasó, y lo peor ha sido, descubrir con el tiempo, todo lo que su pareja hizo y no dejó de hacer, para lograr aislarla del mundo, pues sólo la quería para sí mismo, nunca para compartir el amor, que todos tenemos a raudales.
Es injusto que sintamos celos porque quieren a nuestros seres queridos, o que tratemos de poner celoso a tal o cual persona, para ver cómo reacciona. No somos personajes de novelas de Corin Tellado o de Delia Fiallo, autoras de los culebrones televisivos de los años 70 y 80...
No, somos seres humanos, con respuestas sociales, educados, con conocimientos que superan a la generación anterior, con libre albedrío, con necesidad de interactuar y de intercambiar opiniones con los otros, sin que por eso se vaya a derramar la sangre o llegar al ostracismo de creer que si se comunica nos va a dejar de querer o amar.
¿ Por qué pensamos que alguien nos pertenece?. ¿Es que acaso la esclavitud no fue abolida en el siglo XIX?. ¿ No tememos derecho a tener amigos y amigas, compañeros y gente a la que en verdad estimamos, sin que deban celarnos e incluso armarnos verdaderos dramas emocionales?.
Cada vez son más comunes los procesos de comunicación entre la gente, incluso si se encuentran en puntos X distantes de la geografía mundial. Hoy las redes conectan a la gente, mucho mejor de lo que lo hicieron las cartas, los telegramas o las llamadas de larga distancia. Hoy las conexiones se hacen al microsegundo y es maravilloso.
Sin embargo, existen personas que celan cada instante de la vida que no están con nosotros, como si al hacerlo, le quitáramos un dulce que sólo les pertenece. Y no es así...
Aunque algunas personas a a veces me pidan que deje cierto ¨papel¨al margen, jajajaja, no puedo, jajajaj. Siempre soy madre y abuela y lo seré hasta el final de mis días. Pero siendo mujer, madre y abuela, puedo decirles que no hay problema mayor que el convivir con alguien que nos cela hasta del sol que nos roza, de la sonrisa compartida o de un secreto entre amigas, que sólo a ellas o a nosotras corresponde. Pero eso ocurre, mucho más de lo que podamos creer o entender.
Por ejemplo:
Un hijo se enamora de una chica, y es un buen hijo, que siempre está pendiente de su madre... Hasta aquí normal, ¿verdad?. Pero qué sucede cuando la pareja del chico lo aísla de su familia ( padres, hermanos, amigos) hasta el punto de sólo permitir que vayan a su hogar, los que ella ¨permite¨que vengan...
Y el chico por no pelear se ¨deja manipular¨... Digo bien: Manipular...
La manipulación viene porque la chica le hace ver que la familia de él no la acepta, que le hacen feos, que se siente desgraciada... y pare de contar. El joven, se deja porque al fin y al cabo esa es la mujer que él escogió... pero y la madre, los padres y los hermanos?. De repente se quedan huérfanos...
Aquí la familia debe unirse e hilar fino, tratar de ganarse a la chica y hacerle ver lo errada que ha estado. No es fácil, pero con amor, con paciencia y a base de muchas respiraciones, con el tiempo se logra. O por lo menos, así lo creo yo, jajajaja.
Y si quien te cela es el marido, que ve con recelo a cualquier persona de tu entorno, que llega a aislarte, pero existen otros a los que no puede aislar: los hijos... Pero el celoso compulsivo te cela hasta de los hijos, y cada vez que hay una caricia para uno, él se apodera de la escena tratando de establecer de forma muy clara que ¨primero fue Pascua que Diciembre¨....
Quien vive en ese nivel de estrés no sabe qué hacer, convencido de que cualquier escaramuza será tomada como una ofensa, que cada sonrisa es un motivo de disgusto, al final, si la persona no reacciona a tiempo, se encontrará encerrada en la cárcel de amor que él le ha fabricado: Su cárcel de Oro...
He visto a personas tratar de hacerme sentir celos, sí como lo leen, ¿Imposible?... Pues no, lamentablemente. Yo no celo a nadie, para nada. Mucho menos a mis amigas, amigos, compañeros o hijos y nietos. Al contrario, me siento feliz cuando veo que los aman, que los quieren, que los admiran y respetan. Me siento como si yo fuera parte de sus logros, tan sólo por el hecho de haber estado ahí, cuando la idea surgió, cuando se logró una meta o simplemente porque mi amor, siempre, siempre los acompaña.
Por ello no entiendo los celos, ni qué se gana con ellos, mas que hacer a la persona desgraciada o quitarle las ganas de vivir en Libertad....
Amigos lectores, quizás haya personas que les digan que si un amor no es celado, no hay amor. Mentira!!!!. Cuando se ama de verdad, se quiere lo mejor del mundo para esa persona, sea quien sea. Se es feliz si la persona lo es, así como también podemos sentir parte de su dolor y los acompañamos en sus horas bajas, pero siempre desde el respeto, el amor incondicional y el sentimiento de que todos somos uno.
Por favor no celen, al contrario compartan las alegrías, todas las que puedan. Que para llorar y sufrir, ya la vida se encargará de servirles la taza que a cada uno le corresponda. No añadamos más angustia a la vida de nadie, no somo los indicados.
Si vivimos en el amor, en la alegría, en el compañerismo, en la amistad verdadera. No sólo seremos más felices nosotros mismos, sino sobre todo, aquellos a quienes profesamos amor.
Dios nos bendiga amigos lectores, que tengan un día realmente bendecido.
Mireya Pérez
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