A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

domingo, 25 de octubre de 2015

Los cambios en nuestro Mapa del Tesoro...











Hace quizás, un par de meses, les hablaba de realizar un Mapa del Tesoro, con las cosas, situaciones y proyectos que queríamos realizar a lo largo de un año. Ese año podía comenzar a principios del año lectivo, o a partir del cumpleaños, pues de ahí en adelante tenemos una nueva oportunidad de hacer y crear cosas en nuestra vida y en la de los seres más cercano a nuestro mundo, que suelen ser la pareja, los hijos, los amigos.

Pero no les hablé de qué hacer en caso de que ocurrieran contra tiempos o situaciones que no habíamos tomado en cuenta, son esas variables exógenas, que no dependen de nuestra voluntad, sino de la naturaleza, la vida misma, o de otros que tienen poder para hacer cambios en nuestra vida, a veces sutiles, otras drásticos, como por ejemplo: la pérdida del empleo, un accidente o incluso el fallecimiento de alguien que amamos, etc.

Todas las situaciones imprevistas, suelen mover nuestro piso, nuestro equilibrio interior, y por algunos minutos, días o semanas, nos hacen trastabillar ante nuestras metas y decisiones. ¿Entonces qué hacemos? Votamos nuestro mapa del tesoro, nos dejamos desmoralizar y arrojar al bote de la basura todos nuestros proyectos y sueños... Pues No, rotundamente NO...

Tomemos el peor de los casos, el fallecimiento de alguien importante en nuestras vidas...Si eso ocurriera, lo primero y más importante es vivir el duelo, de la mejor manera posible, y si necesitan ayuda, pídanla, nadie se va a extrañar por ello, el duelo es una etapa importante en la vida de cada persona que sufre por la desaparición de alguien; o porque ha perdido su empleo y con ello su sensación de seguridad; o cuando por circunstancias ajenas a su voluntad se ha visto en la necesidad de cambiar de residencia, etc. Todas estas situaciones nos llevan a vivir el duelo, pero lo importante en realidad, no es el duelo en sí mismo, sino la forma en la que respondemos ante él.

Jorge Bucay en su libro El Camino de Las Lágrimas, nos dice que:

A lo largo de nuestra vida, tendremos que enfrentarnos a diferentes tipos de duelos, así como a las ausencias que éstas provocan: cambios de lugar o mudanzas, desaparición o pérdida de amistad de algún amigo, fallecimiento de seres queridos: abuelos, tíos, padres... pérdidas materiales y emocionales, y todas y cada una de ellas, nos llevarán a elaborar un duelo, que dependerá de las circunstancias, la profundidad del momento o persona amada a la que hemos dicho adiós, etc.

Sin embargo, para todos esos tipos de duelos, pasaremos indefectiblemente por las etapas del duelo:

1. Incredulidad...¨Esto no me puede estar pasando a mi...¨
2. Regresión... con explosiones de llanto, berrinches e incluso desesperación.
3. Furia... contra el causante del duelo o contra el que falleció.
4. Culpa...Porque no pudimos salvar o porque no nos dimos cuenta de lo que pasaba.
5. Desolación... impotencia, idealización y sentirse solos e incluso arruinados
6. Fecundidad...Identificación con el duelo, acción dedicada a ayudar a otros e inspiración o modelo para otros.
7. Aceptación... Interiorización y resignación ante el hecho.

 A veces, sin darnos cuenta, hemos ido elaborando las etapas del duelo, durante la enfermedad de la persona; durante la separación física producto de un divorcio o de un noviazgo que llega a su fin, e incluso cuando teníamos la sospecha de que en nuestro ámbito laborar iban a surgir movimientos de plantilla, que podrían acarrear nuestra pérdida de empleo y con ello, llevarse nuestra seguridad, moviendo el piso de nuestra existencia.

Todas estas cosas y más pueden sucedernos, pero está en nosotros el realizar el trabajo emocional y espiritual, para no dejarnos caer, impedir que ese mal de nuestra sociedad actual ¨la depresión¨, aparezca en nuestro horizonte y nos arrastre por el lodo o por la desesperación.

¿Qué hacer entonces?. Al principio, no podemos hacer mucho, sólo respirar y rezar, pero conforme pasan los días y puesto que no podemos ocultar la razón de nuestra situación, lo más importante es aceptar lo que sucede y enfrentar nuestros miedos y nuestras congojas. No es fácil, quien asi lo afirme, es estará mintiendo, pero se puede llegar a una ¨normalidad¨con el tiempo...

El duelo se parece mucho a una cicatriz: Cuando somos niños, solemos caernos con relativa frecuencia, hasta que ya dominamos bien nuestros pies y coordinamos nuestros movimientos, pero en ese aprendizaje, seguramente se habrán raspado más de una vez la rodilla, o hecho alguna cicatriz que ameritó algún que otro punto de sutura. Sin embargo, con el paso de los años, ni la cicatriz les duele, ni se acuerdan de que la tienen, salvo que alguien les pregunte por ella...muy posiblemente la vean con extrañeza, porque hasta ese momento se habían olvidado que la tenían, pues no les duele, y el acontecimiento que la originó quedó en el archivo de su pasado, sin pena ni gloria.

Cuando el tiempo del duelo haya pasado, la cicatriz estará ahí, se curará, pero no dolerá, al contrario, recordarán con afecto a la persona que la originó, pero sin dolor, e incluso, descubrirán que ya no recuerdan los defectos o tragos amargos, ahora sólo reviven en su memoria los pequeños grandes momentos vividos, y eso será la señal de que han superado su dolor y aunque siempre recordarán al que ha partido, lo harán desde el amor, el perdón y el agradecimiento, pues cada persona que pasa por nuestra vida deja una impronta, un aprendizaje, que va a ser de vital importancia para el resto de nuestra vida.

Lo mismo ocurrirá con los empleos, ciudades y personas que pararon una vez en nuestra estación, y que se pararon en la siguiente estación, o nos acompañaron, por poco tiempo. Sin embargo, todas y cada una de ellas, marcaron un inicio y un final. Pero principalmente, todas nos dejaron un aprendizaje y nosotros a nuestra vez, también lo habremos hecho.

Así que, una vez se hayan adaptado a su nueva situación, podrán revisar su Mapa del tesoro, y con claridad podrán hacer los ajustes que deban hacerse, sabiendo que sólo ha sido un aprendizaje más, que muy posiblemente lo que haya ocurrido les traerá cosas nuevas e insospechadas, pero no se sientan mal por eso, es simplemente que la vida es así... recuerden que al Invierno le sigue La Primavera, el renacer de la vida...

Que Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros.

Mireya Pérez.


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