A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La Templanza... Parece algo difícil verdad?...



Hace algún tiempo atrás, cuando pensaba en el camino que debía transitar, pues sabía muy dentro de mí que era imposible que se pospusiera en el tiempo... Me llenaba de temores, y me sorprendía a mi misma con pensamientos de agonía y de hondo sufrimiento. Reconozco que le tenía un miedo atroz... A pesar de todo lo que había aprendido, de lo que me habían dicho, y de la confianza que tenían en mí, las personas que me conocen, incluso, mejor que yo misma: Mis amigas de toda la vida... Yo tenía miedo.

Este camino que ahora recorro, es mucho más diáfano de lo que pensaba, creía que iba a estar lleno de tormentas personales, de inmenso dolor e incluso de melancolía y depresión, sin embargo, a pesar de que extraño y mucho, a las personas que ahora no están conmigo, pues su tiempo de aprendizaje y enseñanzas terminó, he llegado a aceptar lo que la vida me ha traído, y confío plenamente en el mañana...

No ha sido, ni es fácil, sin embargo, la tranquilidad espiritual de saber que no hubo camino ni puerta que no buscara para ayudar a esos seres tan amados, me dan la serenidad y la paz que tanto he anhelado. No quiere decir que no los extrañe, todos los días me hacen mucha falta, pero también tengo que darle gracias a Dios, porque en mi vida hay personas maravillosas, no sólo las de mi propia sangre: mi hija y mis nietos, sino también amigas, compañeras y gente que he ido conociendo a lo largo de mi historia personal, y que aún en aquellos casos en los que estamos separados por leguas interminables de océano, este maravilloso Océano Atlántico, me siguen acompañando, enviando sus mensajes de amor, afecto y comprensión, y yo los valoro mucho.

Una palabra de aliento, incluso de aquellos que sin conocerte personalmente, te han añadido como amigo o seguidor, son un aliciente para seguir en la ruta, abonando terrenos, ayudando en la siembre del amor, el perdón y la reconciliación, y de agradecer siempre infinitamente a Dios por su Misericordia. Sin la Fe, no habría podido seguir adelante, es el motor fundamental de mi vida, basta un simple Gracias Señor, para que de repente sienta una especie de brisa que me da Paz y alegría infinita. 

Creo que eso es la Templanza, la capacidad de aceptar lo que es inevitable, de aprender, a pesar de las lágrimas que conlleve la enseñanza; de amar a Dios y todos los seres humanos sin restricciones, y sonreír aunque a veces detrás de la sonrisa se esconda una lágrima que traiciona, pero que no puede dejar de asomarse a la ventana de los ojos. Eso forma parte de mi equipaje en estos días, y trato de llevarlo, lo mejor que puedo.

Les doy las gracias a todos los que en algún momento piensan en mí, y me envían sus plegarias, su oración, sus buenas intenciones, y que incluso me mandan un correo, o un mensaje en el chat de Facebook, Dios los bendiga y las bendiga, siempre.

Hace mucho tiempo que acepté la cruz que me tocaba, y no reniego de ella, quizás era necesario que yo conociera todas y cada una de las etapas que he vivido, para ser hoy quien soy, sin querer o sin estar consciente de ello, anduve el sendero de las lágrimas, ese del que nos habla Jorge Bucay en su maravilloso libro El Camino de Las Lágrimas, aconsejo a todo aquél que necesite de la ayuda que pueda brindarle, que lo busque, o que simplemente esté abierto a que el libro llegue a ustedes. A mi me pasó, hace casi cuatro años, cuando estando mi esposo internado, en coma, en el Hospital Universitario, de repente, un buen día al salir de la cafetería, miré en la librería, y allí estaba ¨flamante y brillando¨como diciéndome: Hola Mireya aquí estoy, llévame contigo, que yo te voy a ayudar... Y así lo hizo.

Es un libro en formato libro de bolsillo, yo lo he leído muchas veces, e incluso he compartido con ustedes algunos párrafos, que en su momento me parecieron interesantes para compartir. Pero la experiencia me dice, que cada libro, llega al lector de forma diferente, y enseña lo que se necesita para el momento  que estamos viviendo o transitando, sólo debemos estar atentos a las señales.

Por hoy, sólo me resta desearles que en el momento en que necesiten ayuda, apoyo moral o un abrazo de corazón a corazón, se encuentre cerca la persona, el libro, música o lo que Dios quiera que esté, para que puedan transitar ese espacio, esa vereda o parte del camino, con apoyo moral y con mucha luz, para que vuestras almas se sientan reconfortadas, como me siento yo en estos momentos.

Dios los bendiga y las bendiga siempre.

Mireya Pérez



1 comentario:

  1. Cuando lean alguno de mis post, para mi sería muy interesante conocer lo que piensan, o lo que les ha dejado de aprendizaje. Incluso las críticas constructivas son bienvenidas, pues aquí estamos para aprender. Dios los bendiga.

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