Muchas veces dentro de nuestro pequeño universo personal, nos empecinamos en sólo ver la forma, profundidad y perfección o no de nuestro ¨ombligo¨, y uso este símil porque nos acostumbramos desde niños, a solo ver aquello que nos ocupaba, sin mirar alrededor...
Para muchos incluso, es difícil entender que el universo sigue, aún cuando nosotros no estemos en él, sin haber fallecido o pasado de plano, sólo les es valedero sus sentimientos, sus acciones, y lo que les ocurre, y se lamentan, con razón o no, de todo lo que les ha pasado o pasa en sus vidas. Sin embargo, cuando en un momento dado, de forma casual, levantan la cabeza, descubren que más allá de ellos mismos, existe todo un universo de situaciones, personas y echos, que los dejará desarmados, para su bien, y que les llevará a ser más humanos, cercanos y humildes.
Aunque yo, en lo personal, soy un amujer sencilla, cercana y empática, tenía sin darme cuenta, ese ombligo emocional, que me hacía incapaz de entender y de aceptarme, a pesar de mis cicatrices, tanto físicas como emocionales. Hizo falta que me sumergiera en el mundo de las mujeres valientes y corajudas, para que valorara lo más positivo que hay en mí, yo misma. Les parecerá mentira, pero es así, yo me escondía física y espiritualmente del mundo, escondida en mi propio universo, y a pesar de que me comunicaba, había una parte de mi que se avergonzaba de sus cicatrices físicas, el sólo echo de ponerme ante un espejo y observarme era para mi algo casi imposible, diría que hasta aterrador...
Quizás se deba a que alguien, en algún momento me dijo que recordaba ¨lo bella que era¨, y me asusté, para mi, yo había dejado de ser bella hace mucho tiempo...Por supuesto me escondí, y no supe cómo contestar a ese halago espontáneo, de alguien que no me ha visto en sopotocientos años.
Quizás muchas de las mujeres que estén leyendo esto dirán que he sido ¨boba¨, quizás, pero me aterraba que alguien tuviera expectativas de algo que ha cambiado, para mejor, porque a pesar de que los años han hecho su trabajo, lo más relevante no es que sea una mujer elegante, esa elegancia irá conmigo siempre adaptada a mi edad, ni que sea o no bonita, lo realmente valioso en mí es mi carácter, mi entereza, mi capacidad de adaptarme al entorno, el amor que siento por la gente, por la naturaleza, la persona que soy en realidad.
Es en definitiva la magia maravillosa de haber vivido, a pesar del dolor, de los desencuentros, de la nostalgia, etc., la mujer que hay en mí es valiosa y digna de ser amada como soy, ni más ni menos.
Por ello hoy las exhorto a que se miren detenidamente en el espejo, no para ver sus imperfecciones, no, en absoluto, miren a la mujer que son, al ser humano valioso que está ante ustedes y amenlo, es el receptáculo de vuestra alma, es quien la transporta y el instrumento que les permite vivir y aprender cada día nuevas experiencias, conocer a personas maravillosas que se van presentando en su camino para evolucionar, para hacerlas mejores, no sólo como personas, sino como almas con experiencia humana.
Dentro de la imperfección que puedan tener o conocer, hay un mensaje para auparlas y hacerlas evolucionar, en perfecta armonía. A veces hace falta un tropiezo para aprender una gran lección, y al superar los escollos que hemos superado, nos hemos dado cuenta de lo importante que es el Hoy, ayer ya pasó, se fue con nuestros pesares, nuestros desaciertos, con todo lo que sufrimos... Pero el Hoy nos presenta grandes oportunidades, y sabiendo lo valioso que es este momento, no lo vamos a desperdiciar, incluso algunas han hecho de esta singladura su particular modo de lucha, de trabajo hacia los demás y su entrega para sanarse y ayudar a sanar a otros.
Seamos amigas el amor en acción, la alegría, la esperanza, el espejo hermoso en el cual reflejarse, el modelo de actitud ante la vida, el consuelo para aquellas que están transitando esa cuesta de espinas, sabiendo que lo hemos superado y que podemos ayudar a otras a superarlo, en perfecta armonía entre lo que somos, sentimos y hacemos.
Hoy me siento así, en perfecta armonía entre mis sentimientos, mis recuerdos y mi presente, sabiendo que tengo por delante todo el tiempo del mundo, para compartir, para aprender y para enseñar, para amar y ser amada, por mi misma, a la mujer que soy hoy, que es la realmente verdadera.
Dios las bendiga a todas y cada una de ustedes por estar en mi vida, por enseñarme lo valiosas que somos, por confirmarme en mis propósitos, por entenderme y apoyarme en los momentos bajos, por brindar ese hombro donde llorar, pero también las palabras para recapacitar y emprender la marcha de nuevo, a mi ritmo, sin tratar de cambiarme, aceptándome tal y como soy. Un millón de gracias!!!!
Mireya Pérez
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