A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

lunes, 26 de septiembre de 2016

Cuando soñar está prohibido...



En la vida de cada persona aparecen de vez en cuando algunos seres, a los que no voy a tildar de una manera X, no, pero que, en realidad, pareciera que están en la vida para servir de muro, freno o barranco donde desbarrancar los sueños del más ingenuo de los seres humanos. Nunca sabré por qué lo hacen, pero algunos son unos profesionales en su estilo de tortura psicológica o de algo peor: anti humanos...

La gente necesita tener sueños, esperanzas, ilusiones, y creo, sin temor a equivocarme, que nadie está en el derecho de impedir que una persona tenga ilusiones por realizar cosas, por viajar, por conocer lo que en su vida anterior, años mozos, no pudo o no se dieron las circunstancias...

Cada persona conoce su propia historia, y aunque a veces parezca que no está consciente de su realidad, sí lo está. Sólo que también tiene derechos inalienables como seres humanos, y entre ellos está el deseo de hacer cosas o ver cosas, que no pudo hacer en algún momento.

¿Quienes somos nosotros para burlarnos o impedir que alguien sueñe, si con eso no hace daño a nadie?. Creo que en la antigüedad a algunos soñadores los tildaron de locos, y estos al ver que así los dejaban tranquilos, se refugiaban en esa aparente locura, para no vivir la triste realidad que era su vida. Pero ahora es distinto, la gente que llega a los 50, 60 o 70, no son ancianos, son adultos mayores, muy al día, que hacen ejercicio, se cuidan, asisten a clases de baile o de salón, se inscriben en cursos de diferentes cosas que siempre le llamaron la atención, y por el tipo de vida, responsabilidades personales o familiares no pudieron o no quisieron hacer en aquella época, pero ahora siendo adultos contemporáneos en pleno uso de sus facultades mentales y físicas quieren soñar y por supuesto, tienen todo el derecho del mundo a hacerlo.




Ah! pero existen terceras personas, familiares o ajenos, que critican solapadamente esta actitud, y que llegan al colmo de revisar los documentos del familiar, o su bolso o cartera, para leer cualquier papel o agenda que la persona tenga...Y ahí, al descubrir las notas, entran en una especie de cólera desmedida y atacan sin piedad, a la persona crédula o confiada. ¡Cuántos han sido sometidos a esta supervisión exagerada, sin saberlo!.

Lo peor es que en las primeras de cambio, cuando ese tercero no puede más con su rabia y su rencor, escupe sobre la persona toda su ira y su hiel, acusándole de robar la tranquilidad de la familia, por sus sueños... Por supuesto la persona así agredida, se siente desnuda, en carne viva, despedazada por lobos con piel de cordero y herida, profundamente herida... Cómo reaccionar ante esa andanada de palabras?, no sabe, se calla, las lágrimas que antaño le sirvieron de solaz, ya no existen en sus ojos secos por el paso de los años, de las luchas, del dolor...de la soledad la cual ha aceptado como parte del paquete ¨todo incluído¨ que le dió la vida. Y ahora ésto.

Mira al frente sin poder creer lo que escucha, mira sin ver, la pantalla del televisor que ahora parece muda, por su mente agitada, se asoman cientos de imágenes de una vida entregada en bien de su familia, de los suyos, a los que les dió la vida, a los que no les ha pedido nada, sólo poder estar cerca para verlos... Vé las fotos familiares y no se reconoce en ellas, porque sale muy poco en ellas, no está en ellas, será que está alucinando, que ha llegado el primo alemán al que tanto temen todos a buscarlo, a buscarla y no se ha dado cuenta... No puede hablar con nadie, no tiene a a quien contarle o pedirle consejo, sólo las imágenes del televisor que se burlan socarronamente de su triste desengaño. Parecen decirle ¿Creías en verdad que te iban a querer? ¿ Que estarían ahí cuando los necesitaras?...Eso ya no se estila!!!.

Cuando camino por las calles de esta hermosa ciudad, miro los rostros de la gente, y en los adultos contemporáneos veo a veces la sombra de esta cruda realidad, la soledad, el desengaño, el sin amor... Entiendo aunque no comparto, el por qué a veces la gente contesta con voz ruda, casi como un ladrido, y me imagino el camino que ha recorrido y el que debe recorrer... En este lado del mundo, las familias, los hermanos, se pelean por las tierras, por las famosas herencias, y rompen como si fueran tiras de papel de cebolla, los lazos de sangre, por un puñado de ¨algo¨que no se van a llevar cuando hagan el viaje final... Quedando abuelos sin nietos, a los que no se les deja ver; a madres sin hijos...¡Qué tristeza Señor!.

Soñar en cosas por hacer, ponerse metas es algo natural y humano, y la temprana vejez de alguien no es una razón para impedirle soñar. La mayoría de los sueños de esas personas no tienen fecha, no porque no quieran, sino porque no se atreven... Saben en su fuero interno, que cuando se lo cuenten a la familia, les dirán que está loco o loca, que a dónde va a ahora, y quién sabe cuántas cosas más.

Yo sólo puedo pensar en los versos que decían:

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.


Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca
(1600-1681)

Soliloquio de Segismundo.

Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros, que nos permita soñar y hacer realidad nuestros sueños, y al ladrón que roba la tranquilidad de un padre o de una madre a las puertas del otoño de sus vidas, que podamos perdonarlo también nosotros.


Mireya Pérez


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