Todos, en más de una ocasión nos hemos hecho esta pregunta: ¿ Por qué a mí? ¿ Qué hice? ¿ Dónde me equivoqué?....
En realidad la cosa no va por ahí, no hay una respuesta cierta ante las diferentes circunstancias o pruebas que nos da la vida. Que no castigos, la vida no castiga. Simplemente nos pone ante situaciones, personajes o circunstancias para evolucionar y aprender, incluso de aquellos momentos amargos, en donde pareciera que nos han dado más palos que a un burro terco, que no quiere caminar. Lo primero es que a los animales no se les debe maltratar, y tampoco somos animales irracionales...
Entonces ¿ Por qué?...
He agarrado al azar un libro de mi escritorio, que hacía más de veinte años que no leía, y estaba en mi mesa, porque debo hacer limpieza de mi librería personal, y ordenar según el tiempo y la utilización que hago de ellos. La mayoría los traje de mi país, Venezuela, aunque han ido llegando otros más a esa biblioteca tan atesorada por mí, que forman parte de mi tesoro emocional personal. Pues bien el libro es: El Angel, un amigo del Alma de Víctor Sueiro. Editorial Planeta 1994.
Y dice:
...¨ Imagino a una guitarra boca arriba, en el medio de un campo. A unos pocos metros hay un enorme sembrado de trigo con espigas maduras y doradas, meciéndose como si fueran la rubia cabellera de la tierra. La guitarra está quieta, solita, abandonada. De repente hay un viento que crece y hasta asusta. Va aumentando su soplo gigantesco y las espigas de trigo se inclinan sumisas ante el viento, apuntando sus espigas, casi como en reverencia, al sitio descampado donde la guitarra yace. Y el viento sopla más y más y más. Y comienzan a soltarse de las espigas los granos de trigo que las cubren. Y vuelan con una fuerza tan inusitada que llegan hasta las cuerdas de la guitarra, impulsadas por la fuerza del viento huracanado. Algunas de ellas rebotan de forma brusca llevadas por ese huracán inesperado del que nadie es testigo. Unas caen impetuosas sobre las cuerdas de la guitarra que parecían muertas. Y lo hacen con tanta precisión, con tanto encanto, que del instrumento comienza a surgir una melodía muy suave que agobia de belleza. Y esa música suave, tenue y delicada, es a la vez, terriblemente poderosa en sus acordes dulces, llega a ser más importante que el sonido furioso de aquel viento. Y el viento dominado, vencido por una simple melodía que lo supera y mucho, va aflojando su furia, se vuelve apenas brisa y flota ya sin fuerza sobre el campo triguero. Recién entonces la guitarra calla. Queda allí nuevamente, muy quieta, boca arriba como antes, quizás esté esperando, ¿quién lo sabe?. Pero el viento ya sabe y la respeta.
Imagino que ese ataque enfurecido del viento, es un dolor profundo, cruel, un desengaño emocional quizás, una traición, un llanto, un miedo. Cualquiera de esas cosas que aparecen en nuestras vidas, de repente, queriendo arrasar todo lo que encuentra a su paso. Y que aquella guitarra que espera, es el Angel de la calma, que devuelve el aliento, que coloca las piezas en su lugar, poco a poco, que refleja la calma, la paz que sopla el Alma...¨
Por razones que sólo conocemos algunos, esta situación quizás se nos haya presentado alguna vez, puede que en algunos momentos nos hayamos comportado como el viento huracanado tratando sin lograrlo de destruir todo lo que encuentra a su paso, otras en cambio, habremos sido las cuerdas de la guitarra, que sin querer, pero con firmeza, le hemos quitado fuerza al viento de la ira, y nos hemos convertido en el remanso de paz, de sosiego que el Alma atormentada necesitaba.
De dónde viene la furia o de donde viene la calma y la dulce melodía?. Diría que ambas vienen del Alma, a veces dulce y amorosa, otras impetuosa y volátil... Quiere decir que somos malos? No, sólo somos humanos. A veces, cuando estamos en paz, podemos transmitir nuestra paz e inundar el recinto donde estamos de fragancia amorosa. Otras en cambio, estamos agobiados, preocupados, y cualquier cosa que nos perturbe se convierte en el huracán que tanto tememos. Porque nadie quiere ser duro y cruel, pero a veces, es una respuesta de ¨animal herido¨que nos domina y pareciera que es sólo el dolor y la furia ciega, lo que nos permite respirar. Y estamos equivocados...
Aquí las buenas intenciones de terceros, pueden hacer muy poca cosa, porque es en realidad un ¨trabajo propio¨ necesitamos realizar un auto análisis, para ver qué nos sucede, por qué respondemos de tal o cual forma, y dónde podemos acudir a buscar ayuda. Esa ayuda está generalmente muy cerca, en nosotros mismos, pero aquellos que han perdido la Fe, que niegan la existencia de cualquier entidad que no sea humana, lo tienen más difícil, porque sólo a través del silencio, de la meditación, podrán encontrarse consigo mismos y tomar la decisión que crean conveniente para superar esta etapa, que aunque dure algún tiempo, es sólo una etapa más de la vida, parte de las enseñanzas que debemos aprender para continuar en este camino, que es la vida.
Para los espectadores, para las personas cercanas no es fácil, porque en medio de esa tormenta quizás quisieran abrazar y acunar a esa Alma herida, pero no les deja, les rehuye, los maltrata con sus gritos y sus gestos, y la gente da un paso hacia atrás y a veces hasta más de un centenar y se alejan. Cuando la otra persona está gritando: No te vayas, no me dejes... pero los demás no entienden ese idioma.
Lo ideal, esperar a un momento propicio y que la persona busque la conversación, y si es posible, que sea en un ambiente agradable, alejado del escenario de la furia, y con amorosa intención tratar de aclarar los mal entendidos o ayudar, si así lo pide, a pasar esa tormenta. Siempre desde el respeto que como ser humano merece y merecemos.
En este libro maravilloso nos dan un consejo: Pide a tu ángel de la guarda que hable con el ángel de la guarda de la persona que tiene ¨problemas¨y le envías amorosamente tu ayuda, comprensión y perdón. Sí, como lo leen, el perdón. Cuántas veces hemos hablado del perdón, a lo largo de estas cientos de páginas que he escrito? Creo que montones, pues el perdón nos hace libres, perdonar quita lastre a nuestro camino y hace que se vea mucho más claro el entorno y comprendamos mejor lo que sucede. Y si esa persona al fin, algún día descubre la maravilla de Perdonar y perdonarse, seguramente tendremos a una persona totalmente distinta, y dejará que descubramos el maravilloso ser humano que es. Si, es un maravilloso ser humano, sólo que el dolor, el miedo y la inquietud no le deja ver el espléndido panorama de la vida que tiene adelante.
Nuestra misión es sencilla y complicada, mantener la Fe, rezar, respirar ante el huracán, si hay tormenta, sonreír y confiar. Todo tiene un por qué, aunque nosotros como seres humanos no lo entendamos.
Que Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros, y podamos agradecer cada día a nuestro ángel de la guarda que nos acompaña desde el momento cero de nuestra vida. Gracias Ángel de mi guarda.
Mireya Pérez
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