En días pasados compartí con ustedes un extracto del libro El Ángel de Víctor Sueiro. Pero hoy no voy a hablar del libro, sino de los pequeños grandes milagros que ocurren en nuestro día a día, gracias a la acción de personas hermosas, generosas y cercanas, que se convierten, sin saberlo, en verdaderos ángeles del camino.
Trabajo en una ONG, donde todos los días nos enfrentamos a retos y situaciones que debemos abordar con respuestas acertadas, movimientos en mejora de nuestro colectivo de personas afectadas con cáncer, y miles de pequeños detalles que conforman nuestro día.
Pero lo más hermoso de nuestro trabajo, aparte de la misión de ayuda emocional, psicológica, tratamientos, fisioterapia, acompañamiento, educación para detección precoz y visitas hospitalarias; recae en la calidad humana y profesional de todos y cada uno de los que con amor y devoción trabajamos ahí.
Gracias, a todos estos seres humanos, que como un todo, trabajamos y añadimos nuestro grano de arena, para poder llevar el mensaje de esperanza y el sí se puede vencer a ese intruso que ha aparecido en nuestras vidas, pero al cual podemos hacer frente y ganar.
Para recaudar fondos hacemos una serie de eventos sociales que abarcan un abanico de actividades, que gracias a Dios, crecen cada mes, lo que significa que estamos llegando a más gente y podemos brindar nuestro apoyo a un mayor número de mujeres y hombres que padecen o han padecido la enfermedad.
Esto significa poner en conjunto a todos y cada uno de nosotros, incluyendo voluntariado y junta directiva, a trabajar, incluso horas extras, sábados y domingos, para poder cumplir con los compromisos o los lugares y/o eventos a donde nos invitan para recaudar fondos.
En este maremágnum de actividad, al ser una actividad humana, donde participan muchas personas, se producen, claro está, anécdotas graciosas y maravillosas, como la que les voy a contar:
Por razones de tiempo y de distancia, esta semana debíamos ir a buscar los bonos regalos que nos habían hecho un grupo interesante de empresas de la isla, pero a las cuales debíamos trasladarnos, casi agotados los tiempos, pues ayer era viernes y todo debía estar listo, para que los diferentes grupos de la organización pudieran estar presente en cuatro puntos distintos, tres de ellos el mismo día, hoy precisamente, y con los regalos para entregar en alguno de ellos:una subasta benéfica.
Por la premura de la situación, pedimos a dos compañeras que iban a trabajar esos días en el Sur de la isla, que nos hicieran el favor de ir a cada establecimiento a buscar el ¨preciado regalo¨. Cuando les dimos la lista de los sitios, ellas que conocen muy bien la zona, pues van todas las semana a dar servicio a las personas afectadas, nos comentaron que lo malo era el conseguir aparcamiento, pues a menos que vayas a un hotel determinado que tienen sus propias áreas de aparcamiento, el resto se complicaba al buscar donde aparcar, caminar al sitio y regresar a cumplir la ruta que le habíamos dado.
Pero ellas no contaban con los ángeles del camino, los de verdad, aquellos a los cuales yo les pido todos los días que me ayuden de una u otra manera...
La sorpresa de mi compañera era tal, que cuando llegó a nuestra oficina me dijo:
_ Te acuerdas que te comenté que lo malo era aparcar?. Pues, no lo vas a creer, cada vez que llegaba a un sitio, estaba en frente el puesto perfecto y maravilloso para mi coche, y fue así en los tres sitios, no lo puedo creer!_
Yo me sonreía a la vez que la escuchaba y continuó..
_ Amiga esos debieron ser tus angelitos que me ayudaron, no lo puedo creer. ¨Flipo en colores¨ qué pasada!!!!.
La abracé para darle las gracias y le conté la costumbre que tengo de pedir a los ángeles del camino que me acompañen, que pueda encontrar el lugar perfecto donde aparcar, que incluso, a veces, amanse a tal o cual persona, no por mí, sino por la salud de la persona, e incluso les pido a los ángeles que me lleven con bien a donde voy y que también me vaya bien en mi regreso.
Quizás para los que no tengan Fe, sea una redomada tontería, o efecto de la casualidad, pero como yo tengo Fe, y a pesar de que no todas la veces ocurren las cosas como me gustarían, también estoy consciente de que mi forma de creer, mi forma de esperar y confiar, es algo que me pertenece a mi, y que no hace daño alguno a nadie.
Así que ayer fue un día precioso, de muchos nervios, pero también de unidad, de fuerza y cooperación de equipo, también fue un día de abrazos, para mi, que por razones personales, estaba baja de ánimo, con las lágrimas a vuelta de un pestañeo, pero ahí también hay ángeles de carne y hueso, que son mis compañeros y compañeras, algunos con un don especial para decirte, apenas con una palabra o un gesto, que todo va a salir bien... Y salió.
Por ello, hoy todos ustedes son los protagonistas, sin saberlo, de este Post de Hoy. Dios los bendiga.
Cuando se tiene la suerte de trabajar con gente humana, cercana, noble y generosa, es una pasada, como dicen aquí, las horas se te van sin que te des cuenta, y nunca estás pendiente del reloj para ver cuando cerramos el ordenador y nos vamos, no, muchas veces salimos una hora o más tarde de la oficina y nos nos damos cuenta, hasta que vamos a despedirnos de los que todavía tienen que quedarse un rato más. No hay malos rollos, ni complicaciones, y si en algún momento no entendemos lo que querían decir, se aclara y seguimos. Eso es armonía en el empleo, armonía en el chat y paz en el equipo. No se puede pedir más o sí, jajajaj, pero eso es secreto sumarial, jajajaj.
Feliz fin de semana para todos, que Dios nos bendiga y nos de oportunidad de seguir compartiendo y creciendo juntos, en armonía, amistad y colaboración.
Mireya Pérez
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