Hablar de Honestidad, o desde la honestidad que nos caracteriza, es algo difícil, a veces hasta mortal, porque implica dar la cara a los demás y persistir en tus creencias, a pesar de la posible crítica o de las maledicencias de la gente, que siempre está dispuesta a señalar con un dedo, antes que anteponer el bien del mal.
Cuando la vida, en uno de sus vaivenes nos trastocó, lo confieso, me escondía, empecé a dejar de asistir a las invitaciones de mis amigas, dejé de frecuentar el Club, donde antes me sentía una más, e incluso traté de esconderme de mi misma, cosa que sabemos es imposible de hacer, todo por miedo a sentirme señalada, sin entender en esos momentos, que lo más importante como madre, era salvar a mi hijo, sin importar el juicio o señalamiento de los demás... Perdí.... Como bien saben, lo peor es que perdí a uno de los seres que más he amado en mi vida, las madres que han perdido a un hijo me entenderán completamente. Es un espacio que nadie podrá llenar, ni emocional ni físicamente, y el dolor de la ausencia será siempre un compañero de equipaje...
Dicen, los que me conocen, que mi Honestidad es una de las cualidades más resaltantes de mi personalidad, yo añadiría que incluso, soy honesta hasta el extremo de no importarme si pierdo o gano, considero que ya no hay nada por lo que temer, que al contrario, tengo mucho que aportar y que de alguna manera, mi experiencia de vida, puede servir de espejo para no cometer los errores que yo cometí, independientemente de lo acertados o no que hayan sido los resultados.
Por ello, no tengo miedos, me he enfrentado con coraje a infinidad de cosas, aunque no siempre he salido airosa, pero sí espero que más sabia. El dicho popular: ¨Más sabe el Diablo por viejo que por Diablo...¨ me representa muy bien.
Hoy, por tanto, les conmino o invito a ser Honestos con vosotros mismos, en primer lugar, pues el alma que los habita no puede ser engañada por ustedes mismos, los demás pueden intentarlo, y es un problema que no atañe más que al que emite o deja de emitir una verdad o su verdad, el interlocutor creerá o no, el mensaje recibido. No importan los resultados, lo realmente significativo es cómo nos sentimos dentro de esta piel que nos recubre, que nos acompaña en esta experiencia humana, y a la cual debemos cuidar y mimar, sin llegar al exceso, pues tiene fecha de caducidad, como todo, sin embargo, nuestra alma no, ella es infinita, los científicos la han estudiado, dicen algunos autores que pesa alrededor de 20 gramos... Pero eso tampoco tiene importancia, lo realmente importante es vivir en paz y en consonancia con lo que pensamos y sentimos, todo lo demás, carece de sentido o tiene escasa importancia.
La Honestidad quizás les dé miedo al principio, pero en realidad, cuando se ejerce en el día a día, implica un compromiso con nosotros mismos, con el entorno... Nos hace conscientes de lo realmente importante, y aleja lo que es frívolo e insustancial. Las críticas que carecen de carácter constructivo, no nos preocupan, conocemos de antemano lo que significa el ¨qué dirán¨: Nada, nada en absoluto, podemos por tanto, levantar nuestra cabeza y mirar a los ojos directamente, no con afán de reto, sino exigiendo sin palabras, el derecho a ser respetados, como nosotros respetamos a los demás.
El Respeto que sentimos por los demás, es una consecuencia directa de la Honestidad que vivimos y compartimos, ya no existen miedos, sabemos que los demás nos aceptarán o no, pero no tendrá realmente importancia, pues aquellos que nos quieran o digan querernos, deberán aceptarnos tal cual somos, así como nosotros amamos y respetamos a las personas que conocemos o que se asoman a nuestro mundo, a nuestra vida, por una razón u otra.
Reconocer en otros los valores que nos gustaría tener, es parte de la Honestidad, cuando se ejerce humanamente, pues nos hace incapaces de minimizar los logros de los otros, al contrario, somos felices cuando aquellos que están cerca de nuestro corazón, alcanzan sus sueños y logros personales, a veces incluso, llegamos a sentir esos logros como si fueran propios, porque no hay envidia, ni celos, sólo hay un hermoso e inmenso sentido de gratitud y felicidad por los demás. Igual sucede cuando alguien sufre un dolor, emocional o físico, nos sentimos unidos en el dolor, y actuamos en consecuencia, simple y llanamente, pues hay afecto, empatía y solidaridad con el dolor del otro o con sus horas bajas.
Cuando se es Honesto, no existe miedo, al contrario, conocemos todas las facetas que se pueden presentar ante una vicisitud, hemos enfrentado más de una escaramuza de la vida, y sabemos, por propia experiencia, que lo que no nos mata, nos hace más fuertes.
Suelo usar la metáfora de las Águilas, estas aves maravillosas y portentosas, son las únicas que no escapan ante las tormentas, al contrario, remontan el vuelo y se colocan por encima de las tormentas, enfrentan diferentes etapas en su vida, son un ejemplo de reinventarse, pues, cuando llega un momento de sus vidas, en que sus garras han crecido y no les permite atrapar sus presas, se las arrancan, así como también, destruyen contra las rocas su pico encorvado, durante unos meses realizan esta especie de reinvención, hasta que su pico y garras crecen de nuevo, y retornan a su hábitat natural, más fuertes y más seguras de sí mismas.
Los seres humanos hacemos lo propio, al elaborar el duelo emocional, sin importar si es por la ausencia definitiva de un ser amado, de una pérdida de trabajo, o de amistad, por traslado de ciudad o país, etc. Cada vez que nos enfrentamos a esa etapa, una vez superada, sin importar el tiempo que nos lleve, lo haremos desde la Honestidad reconociendo el duelo y aceptándolo como parte del ¨paquete todo incluído de la vida¨.
Ser Honestos no es fácil, sobre todo, si nos hemos escondido ante la verdad, pero una vez tomada la decisión de ser sinceros, independientemente de los resultados, se torna parte de nuestra personalidad, de nuestro yo, ya nada nos hará retroceder, por supuesto generamos en nuestro entorno y en aquellos que llegan a nuestra vida, el sentido de seguridad que conlleva el ser realmente auténticos... Nos quieren?... Bien!...No nos quieren?... Pues también!, ¿ Cuál es el problema?... Ninguno.
Al final, sólo nosotros conocemos nuestra verdad, y conocemos el alcance y las repercusiones que nos han traído hasta aquí, sabemos que nada es más importante que el estar en Paz con nosotros mismos, y si no nos aceptan tal como somos, es que no están preparados o no son las personas que necesitamos tener en nuestro entorno. Así de simple y sencillo.
Que Dios nos dé la fuerza para enfrentar las pequeñas grandes batallas de la vida, y la entereza para surgir de nuestras cenizas, con ánimos y alegría renovada...
Mireya Pérez
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