Aunque parezca mentira, a la mayoría de nosotros, sobre todo a los de mi generación, los que andamos en esta maravillosa edad de Diamante, jajajaj; nunca nos enseñaron nuestra verdadera importancia, al contrario, se nos enseñó que lo segundo después de nuestra Fe, era el prójimo, al que debíamos amar y respetar como a nosotros mismos, y esa frase la repetíamos inconscientemente, sin darle el valor real, que era, Amarnos a nosotros primero, y después a los demás...
No estoy descubriendo el hilo negro, que dicen que fue lo primero o lo segundo?... En realidad no importa, pero lo que sí tiene vital importancia, independientemente de la edad o de nuestras circunstancias, es que entendamos que, en realidad, si no nos cuidamos, si no procuramos mantener ese ¨yo¨que en realidad somos, jamás podremos darle o compartir con los demás, esa esencia única que somos cada uno de nosotros, ese Yo tan valioso e interesante, al que vale la pena conocer, amar y respetar.
La mejor noticia para todos es que, independientemente de cómo haya sido nuestro pasado, nuestra historia personal, etc., podemos y estamos a tiempo de hacer los cambios necesarios, sin perturbar o estropear nuestras relaciones interpersonales, sólo tenemos que darnos la oportunidad de descubrir a ese ser fantástico que está frente a nuestro espejo, cada mañana.
Yo lo descubrí hace ya algún tiempo, sin embargo me ha costado, y aún me cuesta, anteponer mi yo al de los demás, pero, bien porque me doy cuenta, o bien porque mis amigas me lo hacen ver, aprendo y tomo iniciativas, que en otra época lejana de mi vida no pude o no supe hacerlo. Obviamente no puedo cambiar las cosas, situaciones o reacciones de mi pasado, ni siquiera el que haya realizado hace apenas una hora, porque incluso, esa parte del hoy, ya ha pasado. Pero sí puedo cambiar y hacer en el resto del Hoy, lo que en verdad es importante y tiene relevancia para mi, no por eso me he convertido en un ser egoísta, les aseguro que no, sólo que ahora entiendo lo que es importante, lo que es posible y los Milagros simplemente se los dejo al verdadero Hacedor de Milagros.
Cuando empezamos a entender a ese ser humano que somos, cuando lo respetamos y realizamos las acciones pertinentes para cuidarlo, alimentarlo, ejercitarlo y amarlo, los demás empiezan también a hacerlo, no por imposición, ni porque andemos pidiendo limosna afectiva, no, el ser humano que somos, es y siempre fue, una persona única, pero no le habíamos dado el respeto ni el valor que se merecía por el sólo hecho de ser, de existir, de amar y de entregar nuestra mejor versión de nosotros mismos hacia los demás.
Pensarán que perdieron el tiempo, al contrario, piensen que las grandes obras de la Humanidad se llevaron tiempo, años, siglos, ¡¡¡qué importa entonces que no se hayan descubierto antes, ahora es el momento perfecto!!!.
Es el momento perfecto para realizar las cosas que siempre quisimos hacer, de conocer los parajes que quedaron en aquel viejo diario de adolescentes..., de escribir o pintar, de aprender un idioma, de cambiar espacios, lugares, ciudades, de dedicarse un tiempo para estar a solas, aunque sea diez minutos, de salir a caminar, de levantarse al amanecer para tomar la instantánea de vida que siempre quisieron realizar... Sé que deben haber cientos de miles de quintillones de cosas que siempre han querido hacer o disfrutar o compartir, y que por una u otra razón no lo hicieron posible, pero Hoy sí pueden, sólo tienen que tener confianza en sí mismos, en que ese ser humano que está reflejado en su espejo es único e irrepetible, que necesita y merece expresarse, desde el amor y la inteligencia emocional, y que todos esos sueños postergados, pueden ahora hacerse presente con sólo un Sí Puedo y Sí quiero...
Algunas personas sabias me dijeron, muchas veces, que cambiara para que las cosas cambiaran, y en mi tozudez no les hice caso, en realidad no tenía que hacer grandes cambios, el que en realidad era necesario para mi, era darme ¨permiso¨para hacer las cosas, sólo eso PERMISO A MI MISMA...¿Lo pueden creer?...
Se trata, por tanto, de ser asertivos con nosotros mismos, de amarnos para así poder amar plenamente, de conocernos, para poder conocer a los demás, de perdonarnos para poder perdonar, de olvidar nuestros errores para así poder perdonar los de los otros. Si no empezamos por nosotros mismos, estaremos haciendo un flaco favor a la humanidad, porque aunque la vida no está centrada en cada uno de nosotros, sí somos parte de esa vida, una parte indispensable, tan es así, que sin nuestra acción, muchas otras cosas no habrían sucedido, lo crean o no.
Conozco a una mujer, a quien quiero mucho, que cuando era adolescente estaba enamorada de un chico X, pero al ser todavía muy joven e inexperta, pues no actuaba como las hicas de su edad, era tímida e introvertida, jamás se le hubiera ocurrido abordar al chico, ni darle a entender sus sentimientos, así que un buen día el chico se enamoró de otra chica, se casó y tuvo sus hijos. Ella hizo lo propio y después de más de 30 años volvieron a encontrarse, alguien hizo alusión a aquella época y él le pidió disculpas por ignorarla, ella lo miró y supo que si él no hubiera hecho eso, su vida hubiera sido distinta, pero también que ninguno de los dos hubieran tenido entonces la oportunidad maravillosa de haber engendrado los hijos que cada uno tenía, a los cuales amaban, de ahí que ¨el destino¨ había obrado con sabiduría, de no ser así, seis seres humanos perfectos y maravillosos no habrían nacido... Ella cerró ese capítulo, con una sonrisa cargada de amor y de agradecimiento.
Cuando nos hacemos conscientes de que el Ayer, es eso: pasado; y de que el mañana no ha llegado aún, entendemos y actuamos con lo realmente importante, este momento, estos minutos que ahora dedico a conversar con ustedes, con este monólogo, pero que me sirven y nos sirven para crecer, para hacernos cada vez más humanos, cercanos, sensibles y honestos, con nosotros mismos.
Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros, dondequiera que estemos, sea de día o de noche, no importa, la vida es cada día, el ahora, nuestro ahora y debemos vivirlo con alegría, agradecimiento y verdadera felicidad.
Mireya Pérez
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