A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

viernes, 2 de octubre de 2015

Más allá del dolor...










En algún momento de nuestra vida nos encontramos o nos encontraremos con lo inesperado, aquello que mueve nuestras bases más profundas, el pilotaje de nuestra alma, que se queda como si un terremoto de escala 9 nos sacudiera hasta casi resquebrajar esa coraza de fortaleza aparente que hemos desarrollado con el tiempo.

Y la cruel realidad se hace presente y nos encontramos con la disyuntiva de actuar; bien con coraje y enfrentar lo inevitable, o como aquel personaje de los cómics animados de nuestra niñez, ¨Leoncio el león¨, que corría para la derecha o para la izquierda con tal de evadir o escapar de la situación...

Algunas personas son como este personaje, huyen o se esconden, como el avestruz, pero no se dan cuenta que la verdad siempre se hace presente, y como el refrán: ¨Nada está oculto entre el Cielo y la Tierra¨... Siempre, siempre surgirá, del lugar menos esperado, la cruel realidad, o los designios de la vida, a los cuales tenemos que hacer frente, con hidalguía, con entereza, echando todo el valor del que creamos ser capaces, para vencer o por lo menos, no ser vencidos...

En ese momento de realidad pura y dura, tendremos que demostrarnos a nosotros mismos, que sí podemos, aunque no confiemos mucho en nuestras capacidades, que sí podremos, porque hay otras variables en este juego de la vida, que necesitan de nuestra entereza, de nuestro valor y de nuestra capacidad de sacrificio. Pues con el tiempo, seremos nosotros los que necesitaremos que los que están a nuestro alrededor, tengan esa fuerza y entereza que ahora la vida nos exige.

Digo presente Señor!!!!. Tu bien sabes, cómo es ahora el camino, y aunque la gente, siempre opina hasta de lo que ignora, aunque nos digan cuál o cómo debemos actuar, lo realmente importante es hacer lo mejor que se pueda con las herramientas que tenemos, a fin de estar siempre en paz con uno mismo y con Dios. Yo suelo decir que no hay camino que no haya recorrido, ni puerta que no haya tocado, para pedir por las personas realmente importantes para mí. Nunca dejé de luchar y aún hoy lo hago, con resignación, pues ya veo asomarse el Velero de Cristal, y se que la dama del Alba viene a buscar a alguien muy especial... Pero, aunque conozca la realidad, siempre espero en que, por algún milagro, se desvíe de su curso y no llegue a esta caleta...

El libro de Jorge Bucay, El Camino de las lágrimas, llegó a mi vida, de una manera casi providencial, pues mi esposo en aquel entonces, hace casi 3 años, estaba hospitalizado con pronóstico grave. Una de mis amigas me lo había recomendado, y una tarde mientras iba a la cafetería del hospital, algo me hizo entrar en la librería, y de primero, frente a mi, estaba este libro de bolsillo, y no dudé, lo compré y me ha ayudado montones de veces, creo que a lo largo de estos dos años en mi blog, les habré hablado de este libro muchas veces, y aún hoy, lo vuelvo a abrir, ahora ya al azar, y leo lo que me dice, como si fuera un mensaje del cielo, en las horas de melancolía o tristeza
y ahora, al abrirlo, ha salido esto:

Elaborar
Resituarse
Reubicar

Estas tres palabras me sitúan en el aquí: 

Elaborar, pues tengo cosas que hacer, tareas que cumplir y sobre todo acompañar...

Resituarse, aquí está planteada una etapa que desconozco, se que la voy a transitar, pero no tengo planos, ni siquiera sé que rumbo tiene, tampoco se si me acompañarán todo el camino, si lo haré sola, o será por etapas. Me crea incertidumbre...pero no me voy a detener en ella, todavía no es el momento, o por lo menos, es lo que pienso ahora, hoy.

Reubicar: Esto parece como si fuera a mover los muebles de una habitación, y quizás sea la metáfora apropiada, pues en alguna etapa de este camino desconocido, tendré que evaluar la posición en la que me encuentro, cómo me siento, a qué debo enfrentarme y cómo responder...

Mis amigas en conjunto me han dicho lo mismo,¨vas a salir de esto y te vas a recuperar¨... y no es que no crea en ellas, pues sé que me conocen mejor que nadie. Para ellas, siempre he sido un libro abierto, e intuyo en mi interior que sí, que lo voy a lograr...pero eso no me quita el que a veces tenga algo de miedo...

Esta veterana de mil guerras, tiene momentos de miedo e incertidumbre, quizás porque me he impuesto a mi misma un listón muy alto, y no quiero reconocer que mis eslabones se pueden doblar e incluso deshacer en pedazos, o quizás no, a lo mejor me convierta en una roca sólida, como los Tepuyes venezolanos que nunca han estado bajo las aguas, pues pertenecen a la zona más antigua del planeta... ¡ Qué sé yo!!!!

Por ahora, rezar, confiar, apuntalar las columnas de mi alma, volver a rezar y seguir confiando en el guía de mi vida, en mi Señor, a él me acojo en estas horas previas, a su infinito amor y sabiduría, y yo como fiel mujer, acepto lo que ha de ser...

Que Dios nos bendiga y sobre todo que me de las fuerzas para afrontar lo que ha de ser, como deba ser...

Mireya Pérez.




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