A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

viernes, 4 de diciembre de 2015

Bitácora de vuelo...



Cuántas veces no hemos dejado para más tarde: Los sueños, las ideas, las cosas que nos gustaban o aquello que significaba algo vital para nosotros en aras de ayudar a otros, bien sean los hijos, la pareja, la familia o el más tirano de todos: El Trabajo?.

Yo fui una mujer ¨trabajólica ¨, sabía a que hora llegaba a mi trabajo, cerca de las ocho de la mañana, pero no a la que salía. La puerta de mi Gerencia, era una de Puertas Abiertas, y llegué al colmo de atender telefónicamente e incluso servir de puente entre un área de la empresa y otro departamento, pues los clientes externos e internos sabían que yo siempre respondería la llamada, nunca puse el contestador en off, ni transferí las llamadas a mi secretaria. Tenía productores de seguros que llegaban a mi oficina cinco minutos antes de que fuera la hora de cierre para ir a almorzar, y a veces, mis compañeros regresaban y yo todavía estaba atendiendo a los chicos, como yo los llamaba, y me dejaron más de una vez sin almorzar. Jamás les llamé la atención y tampoco me quejé. Consideraba que era parte de mi misión: Dar una atención de Calidad.

Pero ahora, visto desde la perspectiva que da la distancia y el tiempo, me doy cuenta de que perdí un tiempo valioso y sacrifiqué a lo más importante en mi vida: mi familia, mis hijos, mi pareja.

¿Saben una cosa?... La gente no se acuerda de lo bien que hice mi trabajo, y tampoco lo agradecen...

No quiere decir que no hagamos bien nuestro trabajo, no, se trata de poner cada cosa en su justo lugar: En el horario de trabajo, debemos dar lo mejor de nosotros mismos, pero una vez finalizada la jornada, debemos regresar a nuestros hogares, donde nos espera lo realmente importante: los hijos, la familia. Ellos son nuestra primera prioridad, lo demás es pasajero o fugaz.

Hace tiempo que procuro defender el tiempo de calidad y la calidad del tiempo. Así sean diez minutos, pero que estos valgan la pena, que llenen el espacio y nos den cargas de energías positivas. Eso es lo más importante.

Así que ahora que ya han pasado los años, los hijos han crecido y nos han hecho abuelos. Es el momento perfecto para retomar aquellos sueños pospuestos y planificar nuestra bitácora personal. A través de días, semanas, meses o el año que viene y está tan cerca.

Aquí debemos tomar en cuenta nuestra posibilidades económicas ($ o Euros). Si tenemos empleo o no, en qué fecha podríamos viajar y si lo vamos a hacer: solos o acompañados.

En lo personal, quiero visitar los sitios que no pude visitar, no siento que haya perdido oportunidades, sino que el momento perfecto no había llegado, pues siempre pienso que Dios sabe mejor que yo, lo que me conviene o no. Ahora con la experiencia de la vida, puedo disfrutar con mayor aprecio, lo que vaya a realizar, pues en mi equipaje va también la experiencia del adulto.

En esta bitácora tengo contemplada el reencuentro con amigas y amigos, el visitar los sitios con los cuales siempre soñé, aprender cosas nuevas, retomar aquellas que dejé en stand by, para otro momento y reconocer que Hoy es el momento correcto.

El mañana ya pasó, quedan atrás los recuerdos, sin embargo, de ahora en adelante me esperan nuevos retos y nuevas experiencias, nuevos libros que leer y escribir, familia, y gente nueva por conocer.

Los errores cometidos quedan atrás en el pasado y no me siento culpable de nada, al contrario, han sido parte del aprendizaje y de la persona que soy, pues me equivoqué y pude retomar mi camino.

Se que he dado todo lo que podía e incluso más allá de lo que podía, y estoy en paz por eso. No hay remordimientos ni pesar, he sido una mujer afortunada porque siempre he contado con gente maravillosa que ha estado ahí, cuando he necesitado apoyo, consejo, un hombro donde llorar y por sobre todo, mi Fe en Dios.

La Fe es el motor de mi vida y vamos bien...

Así que amigos, poco a poco iremos cumpliendo con nosotros mismos, atesorando recuerdos, experiencias y afectos de las personas que más quiero, de los que voy conociendo  y de los que estamos por descubrir.

No hace falta ser millonario para cumplir nuestros sueños, porque la mayoría se pueden alcanzar sin necesidad de monedas, pues no tienen valor monetario, sin embargo sí lo tienen en ¨emociones ¨y valen la pena vivirlas y experimentarlas:

Caminar por una playa desierta al atardecer y en un día nublado...

Ver las estrellas y la bóveda celeste, en algún  lugar apartado de la ciudad, donde podamos disfrutar de lo que es una noche estrellada...

Aprender a montar bicicleta...

Patinar con los nietos...

Hacer el Camino de Santiago

Y un largo etcétera, que se traduce en una palabra hermosa y maravillosa

¡ Vivir !!!!

Que Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros, ojalá que tengamos el tiempo suficiente y de calidad para cumplir nuestros sueños.

Mireya Pérez.





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