Para las personas que han tenido diferentes experiencias en la vida, no muy positivas, al leer esta palabra: CONFIAR. Se les hace como difícil, casi imposible, a lo mejor piensan o rememoran las ocasiones en que, con los ojos cerrados, dijeron e hicieron cosas, creyendo de buena fe, en el otro u otros, y les salieron con respuestas u acciones que jamás en el más loco de los sueños, podrían haber esperado. Por supuesto que, al estar herido, se cerraron en banda y ahora, el sólo pensar en volver a intentarlo, se les hace cuesta arriba...
Sin embargo, la vida misma les ofrece cada día una razón para confiar de nuevo, para esperar y creer en el mañana, que será diferente, mejor y más cristalino. Pero las dudas atormentan, y cuesta volver a intentarlo, sobre todo si es con las mismas personas, es como si esperaran que de nuevo les fueran a fallar o engañar.
¿Qué hacer y Cómo?..
Creo que no hay una respuesta fácil para ello, depende mucho de cuán dura haya sido la decepción, o si en ese momento estuvo implicado más el orgullo que el amor...
El orgullo forma parte del Ego, ese enemigo implacable que tenemos dentro de nosotros mismos, que a veces no nos deja ni razonar, y hace surgir dentro de nosotros a un ser que ni conocemos. La rabia que aparece como respuesta a ese orgullo herido, puede incluso llegar a hacer cosas que en el sano juicio la persona jamás hubiera pensado en realizar.
Pero no todo está perdido, si en el alma que nos habita existe la luz del amor infinito a Dios, a los seres humanos, y a nosotros mismos, y cuando nos tomamos unos minutos para reflexionar y analizar qué fue lo que desencadenó la serie de sucesos que nos llevaron a la desconfianza, vemos dónde pudo partir o surgir y por qué.
Entonces después de respirar y de hacer un ejercicio mental, imaginando que pudiéramos dar un paso atrás, y dejar nuestro cuerpo donde está, para nosotros ver la escena desde otro ángulo, podremos, si así lo creemos conveniente o queremos, ver qué sucedió y dónde podíamos o podemos actuar para corregir el error, y ganar de nuevo la confianza perdida. No es fácil, requiere de mucho empeño y ejercicio mental, pero a la larga da muy buenos resultados, y también es un excelente recurso para evitar sentirnos más importantes de lo que en realidad somos, el ego de nuevo, jajajajaja.
En los ejercicios espirituales o en retiros que he hecho en algunas oportunidades, los terapeutas realizaron unas actividades que nos llevaron a Confiar en el otro, incluso en un extraño, al que acabamos de conocer, en ese instante. Uno de ellos consiste en ponernos unos frente a otros, en dos hileras, y acercarnos lo más que podamos al otro, hasta que la persona contraria, nos indique o haga un gesto que implica ¨un hasta aquí¨. Ese límite que pone la otra persona es su zona de confort, y generalmente, si es entre dos mujeres la distancia suele ser más corta, llegando incluso al abrazo, mientras que, cuando se trata de dos hombres, o de una mujer y un hombre, la distancia puede o suele ser mayor al los 50 cm ¿Curioso verdad?.
Otro ejercicio de confianza es cuando estando de espaldas a un compañero, cierras los ojos y te dejas caer hacia atrás, en la seguridad de que la persona que está detrás te va a sostener. A la gente le cuesta mucho, jajajaja. Porque perdemos el autocontrol, y es algo difícil de realizar y dominar.
Para mí, el más difícil de los que he realizado es, el tocar a ciegas a otra persona, indistintamente si es hombre o mujer; mis manos se ponen heladas, y no puedo evitar respirar con algo de miedo, y nerviosismo, y eso que es con los ojos cerrados y a oscuras, pero la mujer introvertida que soy, me domina y mis dedos tiemblan, jajajajaj.
La terapias de grupo, así como los ejercicios de terapias mentales, se están utilizando muchísimo hoy en día, en casi cualquier curso de formación que tomemos, pues se han estudiado los beneficios que realizan sobre la mente, el ejercitarse en observación, cálculo y análisis de detalles, así como muchas facetas más. Todo sea para evitar el envejecimiento prematuro de nuestro cerebro y de nuestra mente. Principal activo de nuestro yo. Gracias a estos ejercicios, se están logrando grandes avances con las terapias a personas con problemas de pérdida de memoria o lograr alejar lo más posible al ¨primo alemán¨, jajaja.
Confiar de nuevo no es fácil, les mentiría si se los dijera, pero vale la pena intentarlo, puede que nos sorprendan o que, si nuestros más oscuros presagios nos dan la razón, por lo menos no se haya quedado por no intentarlo. Nadie muere por ello, o por lo menos en condiciones normales, no ocurre.
De vez en cuando en el muro de mi Facebook, por cosas de estas redes, jajaja, me aparece alguna lección sobre Confiar, y entonces pienso, por qué?. Qué es lo que debo trabajar y en qué cosas o personas he dejado de confiar?...
Hoy confío en misma, me conozco mejor que ayer, y posiblemente menos que mañana, pero esta mujer que escribe y comparte con ustedes esta tarde, suele confiar en los demás, hasta que me demuestran lo contrario, y si no puedo cambiar, simplemente establezco la distancia adecuada, y perdono tanto a la persona como a mi misma. A veces es más difícil perdonarnos que perdonar, pero hay que trabajar sobre ello. Es parte del ¨paquete todo incluido ¨ de esta vida llena de Fe y de Amor.
Dios nos bendiga a todos, que tengan un día realmente maravilloso.
Mireya Pérez
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