A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

viernes, 17 de marzo de 2017

En la búsqueda de ese Yo tan particular...El mío...



Puede que muchos de nosotros hayamos pasado muchos años en la búsqueda de ese ¨ser especial¨que nos diera felicidad y llenara de alegría nuestro corazón... Posiblemente muchos no lo hayan descubierto, o quizás sí, pero hoy vamos a hablar de este tema, en particular, y darles las señas y dirección exacta, para buscarlo, jajajaja, no es broma, es  muy en serio, jajajaj.

En algún punto más allá de nosotros mismos, puede incluso que creyeran que la felicidad estaba al lado de ¨X¨persona, y seguramente lo fueron durante mucho tiempo, o quizás todavía lo sean, si es así, son grandes afortunados. Si no, no se preocupen, es algo que le pasa a la mayoría de los seres humanos, incluyendo a esta servidora.

Cuando se vive hacia el exterior, se utilizan las señas, que el sistema o la sociedad nos impone: vestir a la moda, utilizar marcas de prestigio, ir a tal o cual peluquería, que es la más demandada en el medio en que nos desenvolvemos, utilizar tal marca de maquillaje, y pare de contar... A esta lista incluyan que los hijos deben estudiar en tal o cual colegio, ir a tal club social y por supuesto practicar deportes, de los que se han llegado a decir, pertenecen a las élites. Tuve un jefe en alguna empresa que dijo una vez:

- Si queréis tener acceso a la gente de ¨poder¨debéis hacer lo que ellos hacen, jueguen Golf o Tenis..._

De hecho algunos compañeros así lo hicieron, y en parte tuvo razón aquel caballero, el desenvolverse en un ¨medio determinado¨les dió la oportunidad de conocer a gente influyente, y progresar en sus respectivas carreras. Pero para ser justos con ellos, pues los aprecio de verdad, también eran personas preparadas y se merecen, cada uno, todas las cosas buenas que les han pasado, pues son personas sanas, amables y gentiles, así como honestos y grandes trabajadores.

Pero no todos tenemos la posibilidad de acceder a ese medio: el Golf, por ejemplo, para ello necesitas hacerte socio de un Club de Golf, tomar clases en alguna escuela especializada, y tener perseverancia...

¿Qué hacer si nosotros no estamos en esa escala social?. ¿Significa acaso que por ser ¨menos ricos¨no podemos acceder a esa felicidad?...

No, para nada, la felicidad, aunque no lo crean, no está allá afuera, muy por el contrario, está en nosotros mismos, y es lo que tardamos más en descubrir, al final de este post, les adjuntaré un cuento de Jorge Bucay, en audio, que les demostrará, el por qué de mi aseveración.

Para mi, hoy en día, la felicidad está en cosas que no tienen que ver con lo exterior, pero no ha sido fácil el llegar a esa sensación, pues tuve que pasar por los distintos estadios, que irremediablemente nos llevan a este último.

1.- Vivir para el exterior: Aquí estamos en una eterna competencia, bien por ser el más inteligente de la clase, el más competitivo en el trabajo, o el más exitoso de todos, incluyendo el que la familia también sea una vitrina de ese éxito.
2.- Pienso luego existo y los demás no: Este estadio se caracteriza por el Ego, pues nos hace pensar, sin ningún tipo de argumento adicional, que nosotros somos la ¨tapa del frasco¨y ¨la última gota de agua del desierto¨. Por supuesto que a este tipo de personas, le importa un comino, el resto del mundo, inclusive la familia, sólo ellos existen, nadie más...
3.- Todo es cuestión de estatus: Si las personas no pertenecen a un cierto nivel, no les interesa, pues no pueden obtener beneficios de esa relación. En este nivel, las personas sólo conectan con personas de su mismo estilo de vida o posición social, por tanto, aquel que no esté en ese nivel, es descartado sin siquiera tomarle en cuenta...
4.- El que está en lucha consigo mismo: En esta etapa encontramos a los grandes ejecutivos de empresas, a este nivel la gente tiene grandes retos que superar, pues el medio laboral es muy exigente. El tener que presentar resultados de forma periódica, hace que estas personas se mantengan en un constante forcejeo, entre lo que realmente quieren y lo que les exige el cargo que tienen, sobre todo porque deben tener ganas, y demostrarlo, de seguir ascendiendo en la espiral cada vez más estrecha de la vida laboral de esa empresa. Muy pocos son los que llegan a ser Vicepresidentes o más...
5.- Me descubro a mi mismo: Un buen día, de repente, sin ton ni son, la persona hace un alto en la vorágine que lo habita y se da cuenta de lo futil que ha sido tanto luchar para logar ese ascenso, y lo que eso ha causado en su propia vida, y ahí descubre que no es feliz, no porque su vida no sea perfecta, sino porque a pesar de todo, no hay felicidad en su corazón, y entonces busca ayuda o aparece ¨un maestro inesperado¨... En mi caso, apareció un libro ¨La Fuerza del Creer¨del Dr. Wayne Dyer, allá por los años 1995... Y mi vida empezó a cambiar...
6.- El mundo espiritual: Este es el estadio en el que la persona cambia radicalmente, cuando descubre su propio Yo, el que le habita. De ahí en adelante, la persona va descubriendo a ese ser humano que es en realidad, y empieza a escuchar lo que su alma tiene que decir al respecto, la persona cambia, deja de buscar en el exterior, algo que sólo está en su interior... Descubre que la felicidad no está en ser ¨un ganador¨, sino en ser él mismo. Se acaba para siempre la lucha por demostrar algo que a nadie le interesa, descubre que sólo creciendo emocionalmente, evolucionando mentalmente, se llega a la felicidad, a ese sentirse pleno, sin necesidad de que nadie llene un vacío que no existe.

Algo más, los maestros empiezan a llegar, en diferentes manifestaciones: personas interesantes con algo que enseñarnos, lecturas o programas de charlas sobre vivencias personales, autores que no conocíamos e incluso descubrimos que detrás de tal o cual persona que admiramos, hay un trabajo emocional y personal de mucho tiempo y ¨querernos llegar a ser como ellos¨, sin competencia, sólo lograr esa paz emocional que los envuelve.

7.-  La paz emocional: Aquí me encuentro yo, les puedo decir sin duda alguna, que no me siento, para nada, en competencia con nadie, ni por nadie... Ya no busco en el exterior, las señales de aceptación o un sí. No, estoy consciente de quien soy, de lo que puedo aportar, de lo que he aprendido y sigo aprendiendo, de mis capacidades y de mis debilidades y trabajo sobre estas ultimas, para transformarlas en fortalezas. 
No celo ni envidio, sé por experiencia personal, que cada uno de los seres humanos que conozco, han transitado un camino, que a veces no es todo lo ¨especial¨que podamos pensar, pero reconozco en ellos su fortaleza, su entereza y su valor.
Ahora sólo quiero mantener mi propio ritmo, seguir evolucionando, emocionarme con las cosas sencillas de la vida, y alejarme de todo aquello que me impulse a un camino que dejé de lado: La competencia... No la quiero en mi vida, para nada.

Por ello hoy, agradecida a Dios y a todas las personas que me han acompañado y que me acompañan, agradezco también a los que en algún momento me han dado su mano, su hombro para llorar, su estímulo para seguir adelante y sobre todo su amor a manos llenas. En mí, hoy en día, hay gratitud, amor y serenidad.

Dios nos bendiga a todos y cada uno, donde quiera que estemos.

Mireya Pérez.


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