Desde niña me han encantado los cuentos, las moralejas, las tradiciones ancestrales de diferentes culturas, así como todo lo relacionado a la imaginación, no sólo de los adultos, sino también de los niños.
Quizás porque tengo esa imagen, en mi memoria, de la niña con ansias de aprender, de leer todo lo que podía, de ir a la biblioteca pública del Parque Arístides Rojas, de mi ciudad natal: Caracas, para estar leyendo un rato, en la quietud armoniosa de la chiquillería, mientras mi hermano menor que yo, cuatro años, hacía desastres y perseguía cuanta máquina o equipo del parque pudiera montar y disfrutar... Muy temprano, en nuestras vidas, comenzaría esa diferenciación entre ambos, uno más introspectivo, mi mundo, y el otro más hacia afuera, el de él.
Me convertiría sin saberlo, en la niña que se quedaba embobada viendo las bibliotecas de las casas de mis amigas, como absorta, ante tantas maravillas, qué lejos estaban en las posibilidades de mis padres, en aquella época de los años 60, tan difíciles para emigrantes que se labraban un porvenir, en la Venezuela, tierra de Gracia, de aquellos años. Pero, gracias a Dios, con el tiempo, el esfuerzo y los estudios, iría convirtiendo mi sueño en realidad, y hoy en día, aunque no he leído todo lo que me habría gustado, sigo disfrutando de ese placer maravilloso que es, poder aprender, viajar con la imaginación, vivir historias apasionantes de seres que, creados o no, compartieron un trozo de la historia de la Humanidad, que a través de las novelas, ensayos y trabajos, he podido disfrutar. Ellos forman parte de mi mundo, de mi memoria, de los enlaces de mis neuronas... jajajaja. Cientos de miles de sinapsis que forman, ese engranaje perfecto que llamamos cerebro.
Por ello, es una satisfacción personal, que alguien que ha leído uno de mis libros, me comentara ayer, la emoción de los niños de su guardería, al completar la lectura del libro Princesa y su Mundo, las aventuras de una perrita mestiza. Editorial Pinguin Random House, que edité el año pasado.
Me comentaba mi amiga lectora, que los niños se fueron enganchando cada día más a su lectura, y que al llegar al momento en que Princesa y su amigo Santiago empiezan a compartir sus juegos y primeras palabras, los niños a su vez, le contaban sus propias experiencias con sus mascotas, ella como educadora de niños de 5 años, había aprovechado para sacar los valores y enseñanzas del libro, esto, para mi, que también fui docente, fue muy significativo, es cierto que el libro tiene muchas cosas interesantes, sobre todo, porque es la perrita la que les habla a los niños, de sus descubrimientos y de sus aprendizajes...
Animada, por mi amiga, les comparto una pequeña parte de este libro, como un simple ¨abreboca¨, jajajaj.
.... La rutina de todos los
días comienza cuando se oye el despertador, y mis dueños se levantan, hacen
café, levantan a Santiago, si es que no despierta él primero, cosa que hace
algunas veces, pero por lo general suele dormir hasta las 7 y media o las ocho,
para ese momento, ya ellos están listos para atenderlo, cambiarle el pañal y
darle el biberón, pero hoy va a ir por primera vez a la Guardería, yo estoy un
poco triste, porque significa que no lo voy a ver en varias horas, pero así es
la vida, y los adultos deben trabajar y Santiago empezar en ese sitio, no sé
cómo es, pero debe ser un buen sitio, porque si no mis dueños no lo llevarían,
lo han puesto muy guapo, con su uniforme que es un overol azul, con su camisita
a juego y se ve como un hombrecito, a mi me han acariciado la cabeza, y luego
todos se han marchado.
La casa se siente sola,
voy de cuarto en cuarto, a la cocina, a la sala, olfateo el ambiente, pero no
hay nada extraño, sólo que ya no tengo a Santiago para seguirlo observando y
cuidarlo a mi manera tan singular, así que después de tomar un poco de agua, y
de comer algo de pienso, he decidido echarme un ratito en mi cojín.
El día se me ha hecho
eterno, sólo la llegada de Nana, me ha salvado de ponerme triste, eso quiere
decir, que pronto traerán a Santiago y ya podré jugar y observar su rutina, y
sus avances, ya dice más palabras, pero todavía no sabe mi nombre solo dice
guagua u, refiriéndose a mí y sonriendo, pero Nana no deja que me toque y si lo
hace a pesar de que yo me quedo quieta y lo dejo hacer, ella lo alza en brazos
y va directo a lavarle las manos y la carita, entiendo que es por su bien, pero
hoy no le hizo mucha gracia a Santiago que protestó y hacía gestos como de
querer estar conmigo, pero todavía es pequeño, pronto va a cumplir un año, y en
casa cuentan los días, para que tenga su primera reunión familiar, además de la
Navidad que pasamos hace algún tiempo, pero que él no notó mucho por ser
pequeñito, seguramente que para las próximas Navidades y Reyes, ya será
diferente, porque he de reconocer que desde que llegó Santiago a nuestras
vidas, hay mucha más alegría en el ambiente y yo me siento contenta y
agradecida de formar parte de esta familia.
Hora de la siesta, Nana
ha acostado a Santiago que se ha quedado rendido, y yo me voy a mi cojín a
observarlo, por si pasa algo y avisar a Nana, ella se ha sentado en su sillón
de costumbre a tejer a ganchillo, y teje tan rápido, que no entiendo qué hace,
pero sí observo que lo que está haciendo crece, dice que es un regalo para
Santiago, veremos cuando lo termine, ahora la que tiene sueño, soy yo, solo
espero que lleguen mis dueños para salir al parque, me estoy quedando dormida…
Princesa y su Mundo, Pinguin Random House, abril 2014.
Sólo le pido a Dios, que me siga dando inspiración para seguir contando historias, de diferente naturaleza, pero que motiven y llenen esta alma mía, tan inquieta y con tantas ganas de contar y compartir lo que he aprendido, lo que aprendo, lo que descubriré.
Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros.
Mireya Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario