A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

miércoles, 22 de julio de 2020

La Paz es mi camino y mi seña de identidad...









Hay un libro de Deepak Chopra, que se llama La Paz es el camino de Random House 2005, donde hace una disertación sobre La Paz desde el ámbito humano hasta las Naciones, incluyendo los aspectos geopolíticos, creencias ancestrales y posiciones de los diversos gobernantes... Pero también habla del ser humano individual y de cómo, en nuestra pequeña parcela humana podemos colaborar para expandir el sentimiento de Paz entre nosotros... No es una lucha contra la guerra, porque eso no sería Paz, sería por el contrario, otra guerra más. Se trata de cómo podemos aportar un rayo de luz y esperanza, desde cada uno de los puntos en donde nos encontremos, haciendo unos simples gestos:

  • saludar
  • dar gracias
  • sonreír
  • perdonar
  • pensar en positivo
  • alentar 
  • escuchar

Son simples gestos, algunos incluso, forman parte del Manual de Normas y Buenas costumbres ciudadanas, pero con el correr de los años, y en tiempo de Millennials, parece que se han olvidado...

Cuántos de ustedes dan los buenos días al entrar a un ascensor? o al llegar a su oficina o lugar de trabajo?. Acaso miran al frente y siguen, sin importar quién está en ese recinto?. No se han parado a pensar que esas personas comparten con ustedes el mayor tiempo de sus vidas y a veces ni siquiera nos hemos parado a pensar en quiénes son?, qué les pasa ese día que parecen distraídos?, están todos bien en sus casas?... La mayoría de ustedes probablemente ni siquiera se den cuenta del color de los ojos de esa persona, nunca los han observado...

Yo siempre doy los buenos días a todos en mi trabajo, y jamás me siento a trabajar sin saludar a todos mis compañeros, para mí es primordial, y después al irme a casa, vuelvo a pasar por todos los espacios para despedirme y desearles lo mejor. Obviamente, siento afecto por ellos, y creo que ellos también por mí, y es una sensación muy grata llegar a un sitio donde la gente se encuentra, a pesar de sus responsabilidades, en completa armonía. Así me siento yo con ellos y sé que ellos conmigo también jajajaja.

Cuando era joven, quizás unos 28 o 30 años, trabajaba en una de las más grandes compañías de seguros de mi país, y en  los dos edificios de 12 plantas cada uno trabajaríamos unas 300 personas o más, pero yo siempre al llegar a un departamento daba los buenos días o las buenas tardes y luego con una gran sonrisa me acercaba al compañero del departamento que me podría ayudar con una suscripción o con un siniestro, y con la mejor disposición de mi parte, siempre obtenía una respuesta, aunque fuera un NO, a veces ellos tenían razón, otras no, porque quizás faltara un requisito, pero ante esa respuesta, la mía siempre era de Gratitud, al principio, algunos les llamó la atención el que no me enfadara y si me hacían esa observación, mi respuesta era siempre el que estaba agradecida por ese NO, yo había encontrado una respuesta y entonces también encontraría una solución...

Cuando trabajas con público, bien sea interno, tus compañeros de trabajo, o externo, el cliente, debes ser siempre amable y bien dispuesto, porque ese primer contacto, puede hacer que la relación cliente-asesor se rompa, mucho antes de haber iniciado. No se trata de que seas feliz todo el tiempo y parezcas el lucero de la Aurora, no, ojalá!... Pero tampoco los demás tienen culpa o tienen por qué aceptar los berrinches, rabietas o malos tratos de alguien que se levantó por el lado izquierdo de la cama, jajajaja. Yo duermo de ese lado, jajajaj y nada más lejos de mi vida, jajajaja.

Todos, independientemente de nuestro quehacer diario, somos a veces clientes otras veces somos el que ofrece un servicio, y debemos siempre pensar en la mejor manera de hacer que esa oportunidad sea única y maravillosa, es nuestra tarjeta de presentación. Al final de ese primer encuentro, la persona se queda con simples detalles: tu forma de hablar, tu mirada directa, tu sonrisa y tu amabilidad o falta de ella, la información que aportaste posiblemente se borre o quede almacenada hasta el próximo encuentro. Debemos pensar en ello.

Si escoges la Paz como emblema personal, eso se transmitirá en cada gesto de tu vida, haciendo incluso que la gente lo perciba a simple vista, llegarás incluso a escuchar que transmites paz y serenidad. Posiblemente te sorprendas porque nadie sabe lo que te ha costado llegar hasta ahí, pero eso es un  secreto entre tú y tu alma, ese alma que te habita y que se trasluce en cada mirada que diriges hacia los demás, incluso pueden decir que sonríes con la mirada...

Si has escogido La Paz como tu emblema personal, puedes, sin quererlo conscientemente, llegar a transmitir ese hermoso sentimiento y ayudar de una forma indirecta a todos los que te rodean, porque donde reina la paz, hay armonía, donde reina la paz, no hay conflictos ni desavenencias, donde hay paz, los problemas se resuelven conversando, sin necesidad de levantar la voz o faltar al respeto al otro, y por supuesto, tu lenguaje es siempre de ánimo y también positivo.

Eso quiere decir que todos los días estoy feliz?... No...

Significa que ante la adversidad, has elegido la aceptación...

Que ante los problemas, buscas una solución y si no es posible a tu nivel, lo dejas en manos de la Vida, de Dios o de lo que creas... Con el tiempo, cada pieza encaja como  las piezas de puzzle y con el transcurrir de la vida, te das cuenta que no era tan grave como pensabas, sólo que en el momento, no se veía la solución posible.

Todo en la vida pasa, como las aguas de un río, que jamás se devuelven, así de simple es...

Llegar al momento crucial de nuestras vidas en la que escogemos ser un Instrumento de Paz como decía San Francisco de Asís, fue y es el momento que cambió para siempre mi vida. El llegó a mi un 4 de octubre de 1982 y sigue siendo mi guía y mi ejemplo de vida, en armonía, aceptación, gratitud y entrega y estoy eternamente agradecida por ello.

Dios nos bendiga amigos. Por supuesto, hoy de nuevo les entrego esta canción de San FRANCISCO que significa tanto para mí.

Mireya Pérez






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