A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

sábado, 4 de julio de 2020

Sexto día de Fiesta Patronal Emocional... LLegaron los nietos... Alegría sin fin !!!!!!!


No sé si para todos es igual, pero para nosotros, tanto para mi esposo como a mí, la llegada de los nietos significó el súmmum de la alegría...

Ver los cambios normales de una mujer en cinta, en un ser que es tu propia sangre, tu hija, y de haber sido posible, también nos hubiera hecho feliz el haber tenido nietos de ese hijo que ya no está.... Es y ha sido una experiencia maravillosa. Además nos permitió soñar de nuevo con las alegrías por venir y los momentos por compartir. Mi esposo, a pesar de su enfermedad, siempre estaba dispuesto a jugar con sus nietos, a enseñarles cosas, como sucedió con nuestra nieta mayor, que aprendió a decir mamá, gracias a los intentos ingentes de ese abuelo, y ver luego la alegría y el sonrojo de nuestra hija al escuchar por primera vez ese vocablo en los labios de su hija. Es una experiencia, que atesoramos en el corazón.

 También guardo con especial orgullo de abuela, un gesto precioso de esa nieta, que al llegar su hermano, se acercaba a la cuna donde yo lo mecía y repetir en silencio, aprendiendo, la canción de cuna que yo le cantaba a su hermano. Ver cómo movía sus labios, concentrada en no perder ninguna palabra de esa canción, me llenó de un sentimiento de ternura infinita... Nosotros le hemos dedicado a cada nieto, su propia canción de cuna, y mi hija incluso, ha cambiado parte de la letra de su canción de cuna especial, para su hija, y sólo ella y su esposo se la cantan, aunque yo también lo hago de vez en cuando, aunque siempre respetando ese sentir especial de ellos para con sus hijos.

Cuando llegan los nietos, la vida cambia por completo, o a mí así me ha parecido, por supuesto que, ya atesorábamos momentos, pero de ahí en adelante y hasta que yo misma cruce el umbral de la vida, atesoraré y guardaré en mi memoria cada gran descubrimiento de sus vidas, y es en verdad, una de las tareas más dulces de mi experiencia de vida, como madre y abuela. Estoy tan agradecida a mi hija y a mi yerno, por permitirme ser parte de esos momentos únicos e irrepetibles... Sé por supuesto, que no abarcaré todos los instantes, pero siempre he defendido la calidad del tiempo compartido, eso es lo realmente valioso.

He experimentado gracias a los nietos, el rememorar incluso, canciones olvidadas de mi niñez, de hecho es una de mis anécdotas de abuela preferida:

Hace unos años, en unas Navidades, mientras esperábamos la llegada de la familia para cenar, me puse a jugar con mis nietos a un corrillo que hacíamos en mi colegio cuando yo era niña, el célebre " Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está"... Por supuesto, yo era el lobo y ellos corrían alrededor de la mesa, mientras yo, haciendo la voz del lobo, me iba despertando, duchando, vistiendo.... De repente, el sonido de unos pasos fuertes en el pasillo, delató la presencia de alguien que se acercaba, y de repente, en el marco de la puerta de acceso al comedor, una joven mujer, con el ceño medio fruncido dijo:

- Muy bonito mamá! - Esa no me la enseñaste a mí!!!- jajajaja

Todavía me río al recordar su cara de asombro y enfado... Y es que, en verdad, no me acordé de esa canción hasta ese día... Les había cantado otras, que su madre ya había jugado conmigo de niña, pero de esa me había olvidado, y cuando traté de explicarle, se dio vuelta enfadada, como si le hubiera fallado... Y yo, reía hasta las lágrimas, jajajaja. No lo podía creer, se había puesto celosa...

Son tantos los momentos de abuela, con ellos, donde yo me tiro al piso con ellos, inventamos juegos o ellos me enseñan a mí, porque ya tienen 10 y 7 años, se han hecho grandes y yo sigo atesorando recuerdos, canciones, momentos que para mi alma de abuela serán eternos y preciosos...

Soy la abuela que abraza y besa a cada rato, yo no supe lo que era eso, por parte de mis abuelas, ellas, por distintas razones, no creían en eso, pensaban que había que ejercer disciplina y rigor antes que nada, y que las caricias hacían débiles a los niños... Me  da mucha pena por ellas, se perdieron mucho del amor de los nietos, y éramos muchos...

Hoy, ante esta vida, doy las gracias por cada momento mágico de mis nietos, por sus aprendizajes, por sus descubrimientos, por esa vida llena de amor y cuidado, de respeto individual, de disciplina también, pero ejercida desde el respeto individual. Doy gracias a mi hija y a mi yerno, por hacerme partícipe de esos momentos... 

La vida pasa, pero la memoria permanece en el corazón de esta mujer, madre y abuela...

Dios nos bendiga amigos lectores...


Mireya Pérez



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