Me imagino que muchas personas, como nosotras, habrán tenido la oportunidad de estudiar toda su vida en un mismo colegio, hasta culminar sus estudios y graduarse de bachilleres. Mis compañeras y yo, unas 25 de nosotras, tuvimos la inmensa fortuna de estudiar y compartir momentos gloriosos, emociones inmensas, también tristezas, pero siempre bajo el dulce amparo de nuestras maestras y madres del colegio Nuestra Señora de La Consolación de Caracas.
A ellas va hoy, estas líneas, a manera de agradecimiento por todo lo que nos enseñaron,y hasta por las lágrimas que en algún momento nos hicieron brotar, por algún regaño, que nos dolió en el alma, pero que a través del tiempo, nos fue forjando como mujeres, claro está, que eran otros tiempos, esta historia comienza en Mayo de 1960.
Cuando entré por primera vez al colegio, de la mano de mi madre, con la finalidad de ver si podían inscribirme en el colegio para empezar a estudiar pre escolar, lo primero que me llamó la atención fue el patio del Sagrado Corazón de Jesús, y los arcos que rodean todo el rectángulo que forma ese patio,con las losetas de cemento, perfectamente alineadas, y la grama creciendo entre unas y otras, pero perfectamente cortadas, además de que en esos largos pasillos o zaguanes, tenían, y aún tienen hermosos materos con plantas preciosas, producto del amor y cuidado con que las diferentes personas que han trabajado y trabajan en el colegio, le han dedicado. También las diversas puertas altísimas, de unos tres metros de alto, que flanqueaban de uno y otro lado.
Al entrar al colegio, lo primero que tienes es una oficina, donde generalmente está una persona de portera, por decir un nombre, en aquella época, estaba la madre Dolores, gordita, risueña, con una cara de alma limpia y sonrosada, que me acarició la cara y me preguntó si venía a estudiar allí, y yo que era muy tímida, solo asentí.
Mi madre me dejó suelta, mientras entraba a hablar con la madre directora, que en mi primera etapa sería la madre Margarita, otro ser humano imborrable.
Siguiendo por el pasillo a la izquierda está la entrada a la Capilla, que desde ese momento, me fascinó , tenía innumerables bancos de madera, un altar precioso estilo antiguo, las paredes pintadas imitando piedras, el techo de madera con travesaños cada metro de distancia aprox, y pintados con arabescos en dorado; antes de entrar en el área propiamente dicha del altar, a la derecha una estatua de la Virgen María, la Ascensión, en el izquierdo el Sagrado Corazón de Jesús. y en el altar coronando la parte final Nuestra Madre de Consolación, flanqueada por dos imágenes, la del Divino Niño y la de San José.
Y en el fondo ala izquierda, un Cristo Crucificado, frente al cual pasé muchas horas mirándolo y rezándole.
Una vez que me aceptaron, entraríamos a esa capilla todos los días a rezar, y cada primer viernes de mes, comulgaríamos, después de haber hecho la Primera comunión.
Cuando comenzamos las clases en Kinder, los salones de Kinder y Preparatorio, estaban comunicados, solo nos separaba un arco rectangular, que al pasar de los años transformarían en pared a d fin de tener dos aulas bien separadas,pero en nuestra época no, en Kinder teníamos a la madre Carmen, joven mujer, con dulce rostro angelical, que nos enseñaría algunas de las canciones, que yo ahora le canto a mis nietos:
- Corre, corre borriquito,corre borriquito juguetón, corre que la maestra ya comienza a escribir en el pizarrón, corre borriquito!!!.
-El elefante del circo, tiene sus patas así, es muy grande y muy pesado y no se parece a tí, si le das un manicito, su gran trompa moverá y moviendo sus orejas,muchas gracias te dará, Gracias!!!!!!!!!!!.
En preparatorio teníamos a la madre Rosa López, era un pan de Dios, pero como ya empezábamos a leer, era un poco más estricta, y saben quién venía a tomarnos la lección de lectura, la madre superiora Madre Margarita, nunca se enfadaba, siempre tenía una sonrisa en la mirada, como dándote ánimo para seguir intentándolo. Y a eso de las 10 o las 11 de la mañana, encendían un pequeño televisor en blanco y negro en el canal 5, que era el canal cultural de Venezuela en aquella época, donde daban clases para pre escolar y algunos tips para los maestros. Si salíamos al patio al recreo, las madres trataban de que compartiéramos juegos, y junto a todas hacíamos un círculo y aprendíamos las primeras canciones, que incentivarían el sentido de grupo o equipo:
- Ale´limó, Ale limón, el puente se ha caído...
y el otro grupo contestaba
- ale limón, ale limón, mandarlo a componer
- ale limón ale limón con qué dinero.
-ale limón,ale limón con cáscara de huevo.
Y entonces venía la parte que más me gustaba, la primera de la fila junto a la segunda, hacían con los brazos una especie de puente, por debajo del cual debíamos pasar todas, hasta que de repente, nos atrapaban y nos daban a escoger entre una fruta u otra, y la que escogiera fresa, se ponía detrás del grupo fresa, y la naranja, detrás de la naranja, hasta que la última niña había pasado y entonces cada grupo debía halar hacia atrás para tratar de que cruzaran una línea imaginaria. Al final el grupo que ganara, se le aplaudía y nos lanzábamos a una nueva enseñanza....
Mi primera amiguita de esa época, se llama Ingrid Sucre, estudió solo dos años con nosotros, y yo siempre la recordé, rubia,con una cola de caballo largo y flequillo,muy dulce y cariñosa. Y saben una cosa, 20 años después la volví a encontrar, pero esta vez, se quedaría para siempre, porque se casaría con uno de mis primos hermanos mayores, y ahí siguen casi 35 años de casados después. La vida da muchas vueltas ¿ verdad?.
P.D.: en este momento no tengo fotos de archivo del colegio, pero este Cristo se parece mucho al de nuestra capilla.
Que Dios nos Bendiga a todas, a mis madres y a mis compis de toda la vida.
Mireya Pérez.
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