A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

domingo, 22 de junio de 2014

Estaban destinados el uno para la otra...










Cuántas veces nos habremos preguntado, ¿ qué fue de aquel chico,que me miraba al salir del colegio? o de aquel novio de bachillerato?... que nunca volvimos a ver.

Pues hoy les voy a contar una historia real, de personas que conozco, y que me parece una historia de amor , de esas de las películas alemanas, que tanto pasan, aquí en Europa, por la Televisión. Como siempre, para salvaguardar el anonimato de los personajes, y a su familia, cambiaré los nombres y algunas de las situaciones, porque en realidad, lo importante es el hecho en sí, mas que las personas que lo protagonizaron.

Y el cuento empieza así...: 

Corrían los años 60, en pleno apogeo del movimiento hippie, cuando nuestros protagonistas, se encontraron compartiendo clases de matemáticas de tercero de bachillerato, en el Liceo Andrés Bello, en aquella época, este liceo era uno de los mejores liceos o escuelas públicas del país. Pues bien,en una de esas clases, el profesor de matemáticas, se le ocurrió ordenar a los alumnos, por orden alfabético, y así, los alumnos empezarían la primera fila por la A, luego la B , y así sucesivamente, el apellido de ella empezaba por E, y el del chico por F , así que por obra del destino, quedaron a dos puestos uno del otro. Cuando nuestra chica, que llamaremos Lucía, fue a colocar sus cuadernos debajo del pupitre, se percató de que un chico guapo y de ojos muy negros, la miraba, insistentemente, ella sonrojándose, se volteó en seguida, pero de vez en cuando, asi, como quien no quiere la cosa, se le caía el lápiz, o hacía que estaba buscando algo en particular y sus miradas se chocaban. Así pasaron toda la mañana, hasta que el timbre del recreo anunció la fiscalización de la jornada.

Fueron saliendo en el mismo orden en que entraron, y luego en el patio, Lucía corrió a buscar a sus amigas, para salir al patio del liceo, y luego a la salida. Ella estaba muy nerviosas, y las amigas, le dijeron que qué le pasaba, y ella, se hizo la que no entendía,mientras en su mente revoloteaba la imagen de aquel chico llamado Fernando. Salieron y siguieron juntas hasta que al llegar a la esquina del Parque,cada una agarró la dirección para su casa.

No lo volvió a ver hasta el día siguiente, esta vez,él se acercó y con mucha delicadeza, se presentó,- me llamo Fernando Facundez, encantado de conocerte- , y ella respondió- y yo me llamo Lucía Estevez- muy nerviosa y sonrosada. se estrecharon la mano, y él le preguntó si la podría acompañar hasta la clase, pues ambos estudiaban en la misma sección, y ella solo atinó a asentir con la cabeza. Hablaron poco, no porque Fernando no quisiera, es que Lucía, solo contestaba si,no, tal vez...

Llegaron a clase, sus amigas se daban de codazos entre ellas al ver a Lucía entrar seguida de Fernando, pero no dijeron nada, porque la profesora de Historia de Venezuela, ya estaba con cara de pocos amigos, significado inequívoco, de que algo la había molestado, y se estaba aguantando, para no lanzarles unos improperios, que hubieran sido inapropiados para ella misma, y para sus alumnos.

Pasaron las clases, y solo cuando Lucía se atrevía a voltear hacia atrás, se daba vuelta enseguida, porque la mirada de Fernando, no la dejaba quieta, ella llegó a pensar en que el chico no estaba atendiendo la clase y en cualquier momento le podían llamar la atención, lo que la pondría a ella en un arieto, pero no pasó nada. terminaron las clases de nuevo, y Lucía corrió a buscar a sus compañeras,sin darle tiempo a Fernando de acercarse a ella.

Las amigas, la empezaron a embromar sobre el chico guapo, y ella, se hacía la que no entendía, si sólo le había pedido permiso para  caminar con ella hasta la clase, y las amigas, dale que te pego, con el fastidio, hasta que se plantó y les dijo: - chicas,no es broma, que solo me pidió permiso para acompañarme,por favor no digan nada más, que si mi padre se entera,me va a formar una buena...- y las amigas, se miraron entre sí, y acordaron en no fastidiar a Lucía, su padre era un hombre muy estricto,y la gracia podía terminar en que la castigara con no dejarla salir con sus amigas o algo peor,así, que se callaron y no volvieron a hablar del tema.

Fernando, por su parte,empezó a hacer averiguaciones sobre la chica, si tenía novio, o si lo había tenido, quiénes eran sus amigas, si vivía cerca del Liceo y cosas por el estilo, a lo que sus amigos también quisieron embromar lo, pero Fernando los miró con tal seriedad, que nunca volvieron a hablar del tema.

Así, que de vez en cuando Fernando se acercaba al grupo de chicas, las saludaba a todas, y les pedía acompañarlas a clase o a la salida del liceo, a lo que ellas se negaron, pues sus madres solían esperarlas muy cerca del mismo, y si llegaban a sospechar que estaban teniendo algún tipo de amistad con algún compañero de clases, se acabarían las salidas y posiblemente, se verían en la vergüenza de que las fueran a buscar al mismo liceo directamente, y eso las avergonzaría aún más.

En los años 60,no había la soltura que hay hoy, las chicas no podían ni pensar en novios, hasta que hubieran alcanzado la mayoría de edad, y para ello, tendrían que contar con la aprobación de los padres, y cargar con una chaperona o chaperón, que generalmente era un hermano o hermana mayor, o la propia madre de la chica.

Total que Fernando, optó por empezar a dejarle pequeños mensajes en su pupitre, entre las páginas de sus libros, a los que ella respondía de la misma manera. Como no se atrevía a que su madre los encontrara,ella los quemaba, después de leerlos varias veces, como para recordarlos siempre. Fernando, quería que les permitieran salir en grupo, pero Lucía le tenía pánico a su padre, y siempre se negaba, así pasaron todo el tercer año de bachillerato,como amigos, pero sin nunca haberse agarrado las manos y mucho menos un beso robado...

Las vacaciones escolares,fueron un tormento para Fernando, porque aunque pasaba con frecuencia por la casa de Lucía,no estaba nunca asomada al balcón, y mucho menos la vio salir sola, pero el no se dejaba vencer tan fácilmente, así que esperó con paciencia, pero sin resultado. Un día se armó de valor y tocó en la portería del edificio y salió la conserje, con cara de pocos amigos, pero no se amilanó y preguntó por Lucía, y la conserje entrecerrando los ojos, le dijo- Ellos se marcharon, tuvieron que viajar al extranjero, pues al padre lo enviaron fuera del país y se fueron todos-. y cerró de nuevo la puerta, Fernando no lo podía creer, Lucía, su querida Lucía, se había ido, y él no la había podido ver...

El tiempo que todo lo cura, hizo que Fernando se resignara, se graduara de bachiller en el Liceo Andrés Bello y luego estudiaría Ingeniería en la Universidad Central de Venezuela,donde conocería a otra chica, y al finalizar la carrera, se casaría con ella.

Por su parte Lucía había viajado a Boston con sus padres y hermanos, y ahí terminaría el High School, y luego entraría en la Escuela de Artes. Allí, luego de muchos intentos por no enamorarse, se enamoró de su maestro y tras un noviazgo muy corto, seis meses, se casaron, tuvieron tres hijos, y ella se sentía en las nubes hasta que después de 15 años de casados, encontró a su marido con una estudiante en su estudio, y toda su vida se hizo añicos, salió del edificio,cruzó la calle casi como sonámbula y agarró el primer taxi que consiguió para que la llevara a casa, no pensó en nada, solo en huir, toda su vida había estallado frente a su rostro y se había acabado, pero ella no se iba a quedar tranquila, no, ella no iba a tolerar esto, cuántas veces habría pasado sin que ella se hubiera dado cuenta?, no tenía que terminar de raíz, lo primero, esperar que llegaran los chicos para explicarles, porque se iban de regreso a Venezuela, lo más difícil,hablar con su padre, que nunca estuvo de acuerdo con ese matrimonio, pero era su hija, y la amaba, y respetaba al adulto que había en ella:- No te preocupes, te reservo los pasajes para los cuatro- y tranquila que todo va a salir bien-

La segunda llamada, al abogado, ¿podía Michael evitar que ella se fuera con sus hijos a Venezuela?, le dijo que podría oponerse, pero que si se ponían de acuerdo en lo que concernía a la custodia compartida de los hijos, las vacaciones, etc., quizás no se opusiera, ella misma haría una reunión con él para explicarle y luego la llamaría-

Michael no se opuso a que los niños se fueran con su madre, en verdad,en ese momento estaba obnubilado con la belleza morena que le servía de modelo en sus clases, que no pensó claramente en lo que estaba haciendo, y permitió que los chicos viajaran a Venezuela. Establecieron el régimen de vacaciones y de visitas, y con todo firmado legalmente, Lucía pudo viajar con sus hijos a su país,no al día siguiente,pero si dos meses después.

 El regreso a Caracas fue duro,ella estaba destrozada por dentro, pero entre sus padres y hermanos, y con el cariño de sus hijos, comenzó una nueva vida. Averiguó si en el Museo de Bellas Artes necesitaban a una persona como ella, capacitada en la restauración de obras de arte, y le dijeron que precisamente, la directora estaba buscando alguien con su perfil, le hicieron la entrevista, entregó los documentos que la acreditaban y así, lentamente Lucía comenzó de nuevo, una etapa de su vida, con sus hijos, que al ser pequeños, 13, 12 y 10 años, se adaptaron rápidamente al colegio, eran buenos chicos y la adoraban, su padre al principio les escribía cada quince días, luego cada mes,hasta que un día se dieron cuenta que llevaban más de un año, sin saber de él. A Lucía le preocupaba por los chicos, pero se dio cuenta de que al estar reunidos con primos y amigos, al tener el campo de fútbol frente a la casa, y al poder ir a la playa, bien todos juntos o con los abuelos, poco a poco irían creciendo sin darse cuenta de la ausencia paterna.

Por su parte, fue haciendo nuevas amigas y amigos en el entorno de su trabajo, y recuperó también a algunas de sus amigas del Liceo, poco a poco su vida se fue encaminando, y cuando se detuvo un día frente al semáforo y escuchó por la radio el nombre de un Ingeniero que ese día daría una charla en el Aula Magna de la Universidad, se dijo, bueno, vamos a ver qué tal le fue a Fernando... o sería otro con el mismo nombre?

Se arregló muy sencilla, se puso unos Jeans negros, una cazadora,por si hacía frío, su camisa blanca y un pequeño colgante al cuello, se ató su larga melena negra en una coleta y con cara lavada, y un poco de brillo en los labios,se dispuso a asistir a la charla, cuando llegó el estaba casi lleno, y escogió sentarse en una silla cerca de la salida, en la última fila. Al rato se apagaron las luces, y la voz de presentador hizo una breve descripción del curriculum del Ingeniero Fernando Facundez Prieto, quien en ese momento salió al escenario y a ella le pareció que solo hacía dos días que había dejado de verlo y no los casi 25 años que habían pasado.

Escuchó atenta la charla, así como las preguntas que luego le hicieron, le pareció que la voz sí había cambiado, ahora era más ronca, lógico,tendría ahora cerca de 40 años, y no estaba segura de si ya tenía algunas canas o no, en fin, la charla terminó, y todos los asistentes, se fueron marchando poco a poco, ella esperó un poco, y luego se levantó, sin darse cuenta de alguien que la había reconocido...

Salió en busca de su coche, que había dejado aparcado un poco lejos, pues en la Universidad cada vez hay más coches, pero menos sitio donde aparcar, hasta que de pronto alguien pronunció su nombre y al voltearse se encontró frente a frente con dos caballeros, uno era Fernando, pero el otro no se acordaba de quién era aunque le parecía conocido, Andrés en seguida le dijo:
- Lucía Estevez, ya no te acuerdas de nosotros?, claro que la vida ha pasado,pero yo siempre recordaría tu larga melena, donde la pusieran...-

A lo que ella, sonriendo dijo:- vaya y yo queme quejaba de lo calurosa que es, y pensaba cortármela, jajajaj- rió para no mostrar los nervios, pues fernando la miraba como si la examinara.

-¿ Vas en busca de tu coche?¿Donde lo aparcaste, si no te importa te acompañamos, porque ahora no hay tanta seguridad como antes?- dijo Andrés.

Y la acompañaron, y fueron charlando de lo que habían hecho, de lo que estaban haciendo, y de repente, la pregunta de las mil lochas  ¿Te casaste?¿Sigues casada? ¿Cuándo volviste?¿ Tienes hijos?...

Y fue respondiendo como pudo, hasta que medio en broma, medio en serio, ella les dijo:- parecen que me estuvieran entrevistando para un puesto de trabajo, y ustedes qué tienen que decir?-

Andrés dijo que era médico, pero que como era el mejor amigo de Fernando, siempre venía a sus charlas, y Fernando que no decía nada, sino mirarla, como  tratando de imprimir una nueva imagen en su retina, terminó tosiendo, al escuchar al dicharachero Andrés diciendo que Fernando se había casado, que no tenía hijos y que su mujer lo había abandonado...

Ahí, se podía sentir el ambiente como hechizado, Lucía con los ojos como hipnotizados por la mirada de Fernando, y Andrés, con una sonrisa socarrona, que nadie observó. De repente, llegaron al coche de Lucía, la ayudaron a sentarse en el coche y Andrés con la excusa de mirar si no le había robado las tazas a los neumáticos del coche, los dejó un rato solos. Lucía solo atinó a decir:- lo siento_ y Fernando: - yo también.-

-Bueno,chicos me tengo que ir, pues mis hijos me esperan, encantada de haberlos vuelto a ver- Andrés le tendió su tarjeta de Médico de La Floresta, y Fernando, hizo lo propio, pero esta vez le preguntó dónde la podría ubicar para invitarla a almorzar- ella temblaba de pies a cabeza, ¿ qué me está pasando? estoy temblando como cuando éramos unos chiquillos-

Al final le dio el teléfono de su oficina en el Museo, y así poco a poco volverían a ser amigos- los tres- o más bien los cuatro, porque la esposa de Andrés también se unió al grupo, y fueron amigos por más de dos años, cada vez era más normal que Fernando pasara por casa de Lucía a invitarlos a todos a un paseo al , Avila que a los niños ya casi adolescentes le gustaban, al cine, o a ver alguna presentación en el teatro Teresa Carreño.

Un buen día sin saber cómo, al ir a despedirse y tratar de darle un beso en la mejilla, sus labios se encontraron, y fue como ella había soñado... Habían pasado tantos años.... ¿Habían perdido el tiempo?. Ella no, porque sus hijos eran muy importantes para ella. Pero Fernando, había tratado de ir despacio, poco apoco, logrando la amistad de los chicos, si había esperado tanto tiempo, qué importaba un poco más. Supo al tenerla entre sus brazos, que lla sentía lo mismo, as,que después cuando se separaron apenas un poco,pero todavía abrazados, le preguntó:- ¿Crees que sería muy pronto pedirte que te cases conmigo?- y había una especie de anhelo e inseguridad en su voz, y ella,sonriendo, le dijo:- Haz tardado más bien un siglo!.

Para no aburrirles, Fernando y Lucía se casaron, los chicos estuvieron contentos, porque era un amigo, y no un padrastro, y hoy ya han transcurrido más de 15 años de casados, felices y enamorados, parecen que fueran novios, siempre con miradas cómplices, con risas compartidas, con manos enlazadas, con amor en la mirada.

Para terminar, les diré, que creo en el destino, que si algo está para alguien, no importa los obstáculos que hayan en el camino, la ley de la vida se cumplirá, y si en algún lado hay alguien esperándolos,seguramente, lo encontrarán,en el momento menos sospechado y a través de vehículos o  instrumentos insospechados.

Sólo hay que tener Fe, y confiar en que Dios siempre escribe recto con letra torcida...

Que Dios los Bendiga

Mireya Pérez





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