Las personas creen que, por tener cierta edad y experiencia de vida son emocionalmente maduros, y lastimosamente esto es incierto, no lo es en el 100% de los casos. Se preguntarán ¿ Por qué?....
La razón tiene que ver mucho más con las reacciones a sus emociones, que a la edad cronológica. Seguramente recordarán en estos momentos a personas que, siendo muy jóvenes, parecen viejos prematuros, y personas que siendo mayores incluso de 50, 60 o 70 años, siguen siendo emocionalmente inmaduros, además de inestables, son aquellos que explotan sin una razón, o por cualquier motivo.Aquellos que ven fantasmas, donde sólo hay sombras o reflejos de imágenes u objetos.
Pero ¿cómo llegamos a la madurez emocional?. No soy psicóloga, sólo una observadora de la vida. Sin embargo, creo que llegamos a la madurez cuando aprendemos a desaprender, raro ¿verdad?...
Hubo un momento en mi vida de adulto en la que pensé que las cosas no eran tal como yo las veía, que existía más de una razón, los mil por qué, y reconocí que yo no era el centro de todo, no, sólo era el protagonista de mi propia vida, pero que en la de los demás tenía diferentes roles: desde el de co protagonista, hasta el mero figurante, o extra, una tangente o una secante, incluso a veces, sólo una mota de polvo al trasluz de la ventana del alma de alguien a quien me topé en algún instante de la vida.
Pero reconozco, muy a mi pesar, que en algunos casos me hubiera gustado quedarme mucho más tiempo y ascender en los afectos de algunos de esos cientos de seres humanos a los que he conocido a lo largo de estos 61 años. Pero no era mi propósito o mi momento, o no era ese el rol que me tocaba escenificar.
La madurez emocional te hace entender que, ante una situación X el problema no eres tú, y si puedes tratar de salir mentalmente de tu cuerpo, y dar un paso atrás, observar la escena y los personajes, esa visión hecha con el alma te permite analizar la situación, tomar decisiones y entender toda la escena que está ante sus ojos.
Posiblemente la respuesta que des no sea la que espera tu interlocutor, pero sí la que tu puedes dar sin sentirte culpable, ni emocionalmente afectado. Generalmente en situaciones en donde uno de los interlocutores pierde los papeles, el que es más maduro emocionalmente hablando, simplemente respirará, mirará al otro, y dará una respuesta sencilla, con tranquilidad.
Dice Jorge Bucay que el más inteligente suele callar, o ceder, pero no se trata de ceder sino de no perder los estribos, de bajar la voz y esperar a que las aguas lleguen al remanso, y entonces, con argumentos válidos sanjar la situación o el problema.
La angustia o el miedo es libre, pero la madurez te permite no dejarte llevar por los problemas, sino desmenuzarlos, analizarlos y por supuesto, restarle importancia, porque en verdad, sólo hay algo ante lo que no podemos hacer nada y es la muerte, para lo demás, hay cientos de oportunidades y respuestas.
Ahí reside la paz, la serenidad del adulto emocional, el no dejarse llevar por lo irracional.
Sería mentirles o mentirme a mí misma, si les dijera que el haber llegado a esta etapa de madurez ha sido fácil, no, he llorado mucho, he tragado mucho, leído incluso mucho más, hasta que un día dejé de revelarme contra la vida y sus circunstancias, y entendí que todo, absolutamente todo, tiene una razón y un por qué (El Camino de las Lágrimas de Jorge Bucay)( La Fuerza del Creer del Dr. Wayne Dyer).
Estos dos libros llegaron a mi vida con 25 años de separación, y han sido un antes y un después en mi vida. Quizás no sean los adecuados para ustedes, porque ¨El Maestro llega cuando el alumno está listo¨ y quizás no sea ese vuestro caso. Pero a mí me funcionó.
Aprendí y sigo aprendiendo, no quiero dejar de hacerlo nunca, porque entonces, en ese mismo momento, mi cerebro colapsaría y entraría en mi muerte, y no quiero irme todavía, no porque tenga miedo a esa etapa, sino porque quiero ver a mis nietos crecer, abrazar hasta el infinito a mi hija y disfrutar de mis amigas y de la gente que quiero por muchos año más; conocer los sitios que me hubiera gustado ver cuando era joven, pero que con mis pies puedo hoy ir y conocer...
Demos gracias a Dios cada día por la dicha de vivir, de ver un nuevo amanecer y por la maravillosa experiencia que es vivir y conocer, aprender y disfrutar de los pequeños y grandes regalos que nos brinda el VIVIR!!!!
Mireya Pérez
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