A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

sábado, 29 de octubre de 2016

Una nueva oportunidad... de mi próximo libro ¨Al Encuentro de las Águilas¨...










Hoy continúo con mi idea de seguir escribiendo, cuentos con moralejas humanas, con metáforas, cuentos para adultos, pero que, lejos de ser infantiles, llevan mensajes implícitos, para nuestro crecimiento emocional y personal. Así surge este capítulo de mi próximo libro, espero que les guste.

Una nueva oportunidad...

Hace casi dos años, desde el día en que nuestra águila hembra dejó a sus polluelos a cargo de su padre, partía en ese momento para alimentarse, ejercitar sus alas y músculos, y traer alimentos para sus aguiluchos, pero no contaba con lo que sucedería más tarde...

Había salido a volar con los primeros rayos de sol, y se sentía feliz de poder extender sus alas y dejarse llevar por las corrientes de aire que soplaban y casi embelesada voló unos cuantos kilómetros, alejándose mucho de su coto de caza, pero necesitaba respirar y volar, era sólo por un rato... De repente, en un giro, sintió un dolor punzante y algo que atravesaba su ala derecha, trató de mirar, pero no pudiendo volar, su cuerpo cayó hacia tierra, cuando creía que su vida había terminado, sintió el choque de su cuerpo contra las aguas de un río con cierto caudal, que la llevó raudamente, río abajo, sin que el cazador que le había herido, pudiera llegar hasta ella y atraparla.

Desmayada por el dolor, no se dió cuenta de qué le sucedía, quizás había pasado mucho tiempo, ella no lo sabía, pero el río la había trasladado hasta llegar a un remanso, y ahí exhausta y dolorida, perdió el conocimiento nuevamente.

Cuando volvió en sí, tenía sobre ella la imagen más aterradora que se podía imaginar cualquier animal salvaje... Un humano la observaba y examinaba, trataba de levantar su ala, pero a un graznido, se dió cuenta de que el ave en la mesa de trabajo, había despertado.

_ Tranquila- dijo el humano_

Pero ella no entendía lo que decía, sabía que algo le estaba tratando de decir, pero entre sus conocimientos no estaba la comunicación con otras especies distinta a la suya, y tembló terriblemente asustada, cuando de repente, sintió algo que penetraba en su humanidad, y de nuevo se sintió que perdía fuerzas y perdía el conocimiento de nuevo...

Los humanos que la encontraron en el río, sospechaban que había sido víctima de algún cazador furtivo, pues su especie estaba en peligro de extinción, y su caza estaba penada, no sólo con multas económicas, sino incluso cárcel, por realizar un ecocidio.

El médico de la Reserva de la Fauna de los Acantilados Rocosos, la estuvo analizando durante un tiempo bastante prolongado, la había pesado, medido sus alas, le había extraído los proyectiles ¨perdigones¨que le habían atravesado, habían hecho un cálculo de la posible edad del ave, y pensaban que por el tamaño de su pico, y la curvatura de sus garras, debía tener unos 10 o 15 años de edad, relativamente joven. Le pusieron una anilla con una numeración y código de barras, que les permitiría reconocerla, el día de mañana, cuando fuera nuevamente puesta en libertad, y así poder continuar el seguimiento de esta hembra sana, y su posible colonia de águilas.

Los voluntarios, jóvenes estudiantes de Veterinaria, de la Universidad Foral, estaban muy entusiasmados, el águila se veía joven y fuerte, pero había tenido mucha suerte, porque ellos la habían encontrado, ayer en la mañana cuando fueron a buscar agua para sus cacerolas en el campamento de fin de semana que habían hecho un grupo de ellos, el animal había tenido mucha suerte, porque más abajo se habría encontrado con un salto de agua, que aunque no era muy alto, sí tenía muchas rocas, y su cuerpo inerte nunca habría podido sobrevivir al mismo.

Querían ponerle un nombre, pero no sabían si su profesor lo permitiría, era algo como domesticar a un animal que es salvaje, y no estaría para siempre con ellos, pero aún así, se atrevieron a pensar en un nombre, las chicas querían ponerle un nombre poético, a lo que los chicos se negaron rotundamente, alguien que se había mantenido callado por un rato, pensó y les dijo:

_ Por qué no le ponemos un nombre que refleje su imagen, porque ella es única, es una sobreviviente, merece un nombre que le haga justicia _

Los demás asintieron a su petición, y comenzó de nuevo la lista de nombres, hasta que por fín, casi por unanimidad hallaron uno que creían podría gustarle a ella misma: Estrella, por lo afortunada que había sido, porque había tenido una buena estrella al ser encontrada.

Así que, en la anilla que circundaba una de sus patas decía Estrella, seguida de un número codificado, capaz de ser seguida por satélite, cuando se la pusiera en libertad. Pero aún faltaba tiempo para esto, por ahora, ella tenía que recuperar su ala maltrecha, recuperar sus fuerzas, y ejercitarse, hasta que la dirección de la Reserva Forestal creyera que estaba lista para ser liberada de nuevo.

Fué un tiempo interminable para nuestra águila, su ala herida tardó un tiempo en curarse, pero la inmovilidad hizo que sus alas, otroras poderosas, al dejar de volar, perdieran el tono necesario, pero cada día los voluntarios, una vez que le ponían una especie de capucha para que no les atacara, le hacían masajes, movían sus alas, y aunque al principio se revelaba con furia, al rato, al reconocer por el tacto a uno de sus  salvadores, se relajaba y dejaba que le hicieran lo que ya se había vuelto una rutina...

Ella no hacía más que recordar y pensar en sus polluelos, la angustia a veces no la dejaba, y en su celda, amplia, pero celda al fin, graznaba tratando de que su ¨familia¨la oyera y supieran que estaba viva, que sólo estaba perdida entre estos humanos que la estaban cuidando, pero sólo podía suspirar y esperar, desconocía los planes que había para ella, nunca se resignaría, pero por un tiempo tendría que esperar, y así lo hizo.

Durante todo el tiempo que estuvo Estrella en la Reserva, sus avances fueron contabilizados, cotejados y anotados, para las estadísticas de la Facultad, pero también, porque rara vez, había la oportunidad de capturar un águila de este tipo, y en tan buenas condiciones físicas. 

Si ella hubiera podido decirles algo que entendieran, sabrían que ella lo único que quería es volver a su nido, a ese lugar que para ella lo significaba todo, y por el cual graznaba día y noche, como un grito desesperado de una madre por sus hijos, porque ella era madre, y sus polluelos eran su alegría e ilusión...

Se acercaba la fecha de su liberación; los chicos en silencio y con tenacidad habían estado investigando de dónde podría haber venido esta hermosa águila, querían que al momento de soltarla estuviera a poco kilómetros de su hogar, por ello, buscaron y siguieron por mapas y vistas aéreas, los posibles lugares donde anidaran águilas de su especie, y calculaban cuántos kilómetros río arriba habría flotado herida y sin conocimiento... Pasaron muchos días, a veces llegaban contentos creyendo que habían logrado conocer su ubicación, pero otras, al cotejar las anotaciones de los otros, se deban cuenta que faltaba algo que se les escapaba...

Por fín, un día, uno de los chicos que había tratado de encontrar el lugar donde cayera el águila, por casualidad, se paró en una estación de servicio de un puerto de montaña, y al ver una fotografía de unas águilas volando, le pareció que posiblemente eran de la misma especie, a la que ellos guardaban, y le preguntó al dueño:

_ Sabría usted si había cerca de allí, alguna colonia de águilas  o en las cercanías?-

A lo que el señor le respondió:

_Sí, en la primavera pasada se vieron a tres águilas en vuelo, eran como si fuera el padre enseñándole a los hijos a volar y planear... Nos pareció algo insólito..._

Decir que nuestro voluntario corrió, fué poco. Al llegar al coche, no sin antes agradecer al señor por la información, llamó por el móvil a sus compañeros y les contó de su hallazgo, tomando nota de la dirección exacta, y mirando, sin ver al cielo en busca de las águilas que posiblemente eran la familia de Estrella.

Tendría que recorrer más de 30 Kilómetros hasta la Reserva Forestal, pero una vez allí, y con la copia de la foto que vió en la estación de servicio, habló con sus compañeros y decidieron comentarle a su profesor de sus hallazgos, era crucial dejar en libertad al águila lo más cerca posible de su zona o hábitat natural, para que pudiera reconocer sus montes y riscos y así lograr que fuera acetada por sus congéneres y de ser posible encontrar a su pareja, si no había sido presa de los cazadores.

Obviamente su profesor estuvo encantado, y luego de verificar otras informaciones, se decidió que se le soltaría el primer día de la primavera que estaba por llegar, todos en la reserva estaban contentos y entusiasmados, sólo Estrella seguía sin saber de los planes de sus cuidadores, lo único que sabía era que de nuevo la habían sometido a chequeos, uno más de los muchos que había tenido, pero esta vez, la anilla que tenía en su pata izquierda, fué sustituida por una especial, ella no lo sabía, pero de ahora en adelante, con el chip que tenía en su anilla, la Reserva podría hacer seguimiento de sus vuelos, cotos de caza, y cientos de informaciones, que sólo ellos necesitaban tener para lograr que su especie dejara de estar en las listas de especies en peligro de extinción, pero eso nunca lo sabría.

Fieles a su propia promesa, tanto el personal de la Reserva, profesores y voluntarios, ese día prepararon a su preciosa carga, Estrella, para su último viaje en cautiverio, la trasladaron en una jaula con el consabido capacho para su cabeza, hasta la parte de atrás de un vehículo de tracción, y la trasladaron hasta un lugar apenas a dos kilómetros de la estación de servicio, lejos de la civilización, pero cerca del lugar que ellos creían era su lugar de procedencia.

Estrella, nerviosa, no entendía por qué la habían trasladado, pero de repente, cuando por fin el vehículo se paró, algo, como un sexto sentido le hizo entender que estaba a punto de ser liberada o de estar cerca de su familia, por ello graznó con todas sus fuerzas, tratando de que su voz llegara a través del viento hasta los suyos, en eso, la jaula se abrió y la cargaron para sacarla del coche y ponerla sobre una roca, aquí sintió que los chicos que la habían cuidado le decían algo, quizás se despedían, pero ella quería ver, quería volar, inquieta se movía dentro de sus amarras, hasta que por fín, sintió cómo la soltaban, le quitaban el capazo que le cubría los ojos y por fín, por primera vez, en mucho tiempo, entendió que había llegado el día de su liberación....

Ni siquiera lo pensó, rauda, por si se arrepentían, extendió sus alas, graznó y se lanzó en picada hacia el vacío, para luego remontar y realizar una especie de giro, como dando las gracias. Los humanos que la observaban con alguna que otra lágrima traicionera, no hacían más que filmar con sus móviles, el grácil vuelo de libertad de su Estrella, el águila cuya suerte estuvo en la buena estrella que alumbró su camino, aquella mañana de hace casi dos años.

Nuestra águila, sólo podía graznar de felicidad, reconociendo enseguida los espacios, las rocas, el desfiladero, las cumbres, volaba sin freno, con gracia infinita, con alegría, al encuentro de las águilas, de sus compañeras, de su familia....


Dios bendiga cada día nuestro camino, gracias infinitas.

Mireya Pérez.




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