Caminar es uno de los privilegios adquiridos por el hombre a través de cientos de miles de años de evolución, desde el el Primate que saltaba de rama en rama, hasta el Homo erectus.... de ahí en adelante, nuestra Historia, como ser vivo cambió, fuimos adquiriendo destrezas, observando y analizando nuestro entorno, hasta llegar al día de Hoy, en donde este Homo sapiens sapiensis, ha sido capaz de crear avances tecnológicos, científicos y realmente cosas maravillosas, para su propio bien y el de sus congéneres. Se diría, por tanto, que hemos dado grandes saltos evolutivos...
Pero más allá de todas esas maravillas, está el hombre normal, común y corriente, como tú, como yo, como cualquiera, que muy posiblemente se haya superado a sí mismo y que lucha cada día por ser y estar mejor, en cada uno de los ámbitos en los que se desarrolla. Incluye en este área, la parte emocional, que es la que nos mueve o nos paraliza, que nos convierte en vencedores o en vencidos... Porque hay una línea muy delgada, casi indeleble, entre unos y otros. Por la sencilla razón de que un ser exitoso, en todos las áreas de vida, puede no serlo en alguna en particular y ese algo, hacer trastabillar o temblar su mundo; mientras que otro, que quizás no tenga el mismo éxito, se sienta inmensamente feliz con lo que ha hecho o alcanzado en su vida. Las diferencias las marcan, sus propósitos, su nivel de exigencia e incluso, su forma de ver y acetar los ¨problemas o circunstancias adversas¨...
Radica entonces el problema en su capacidad de adaptación al medio? O hay algo más que no posee el uno o el otro?...
Quizás sea un tema para un Tratado de Psicología, pero como yo me la paso dándole vueltas a esta cabeza mía, me atreveré a decir, que todo depende en la forma en cómo vemos los problemas,,, Si nos ahogamos o dejamos ahogar a las primeras de cambio, o si decidimos darle frente y buscar las soluciones posibles, sin importar el costo que tengamos que pagar. Entiendo también y acepto el miedo, nuestra libertad para sentir miedo, quizás hasta dormir con él, una noche... Ojo, pero sólo una noche, al día siguiente hay que levantarse con la mente despejada y mirar nuestro entorno, ver en qué punto estamos y cómo podemos actuar, para salir del punto de no acción, al de acción en positivo...
Me dirán que existen un sin fin de variables que son incontrolables, lo sé, no estoy ni ciega ni sorda, pero algo que he aprendido a golpes invisibles, es que podemos actuar sobre aquello en lo que tenemos libertad de acción, o están literalmente en nuestras manos, lo demás, si no está dentro de nuestras posibilidades, debe quedar en manos del que Todo Lo Puede. Una vez hemos puesto en marcha el ligero engranaje de las cosas y sus consecuencias, debemos también afrontar con hidalguía y coraje, pero con Humildad y aceptación, las cosas, tal y como se van presentando. A veces, de ese momento tormentoso, aparece una gran idea, que al ponerla en acción, transforma la ¨aparente desgracia¨en un oportunidad maravillosa. Así han surgido miles de cosas nuevas, gracias a un error humano, que permitió ver ese momento con otros ojos, con una segunda mirada...
Cuando estaba por terminar mi Tesis de la Universidad, después de haber estado casi un año, realizando y repitiendo los experimentos de crecimiento de las bacterias que eran motivo de estudio, un fin de semana, domingo para ser exactos, fui al laboratorio a desarmar los experimentos y dejar limpios tanto mi mesa de trabajo, como todos los utensilios que había utilizado todo ese fin de semana, pero se me olvidó revisar, uno de los equipos donde estaban una cepa de baterías que estaba estudiando, sometidas a crecimiento en condiciones de anaerobiosis, es decir, sin oxígeno... Cuando llegué el lunes, al sentarme a revisar mis apuntes, un compañero me dijo que había dejado un material en el equipo, y al acercarme a buscarlo, observé que por primera vez, en meses, había signos de crecimiento de las colonias de bacterias. Me fui directo al despacho de mi tutora y se quedó asombrada, había que repetir las pruebas y ver si la cepa había mutado o seguía siendo la misma. Lo repetimos varias veces, y descubrimos que las cepas en cuestión, tenían un tiempo de latencia de 45 horas, luego del cual, comenzaban a crecer en esas condiciones adversas.
Como verán, por el ejemplo, ese fue un revés, no pude presentar la Tesis a tiempo para graduarme con mis compañeras, pero lo hice seis meses más tarde, con la nota máxima en mi tesis de graduación, y con un nuevo parámetro para las investigaciones que seguirían a posteriori.
Un revés, es sólo eso, un momento, una circunstancia, e incluso un problema de salud, pero la diferencia la marcará lo que hacemos ante ese problema, sabemos que no siempre saldremos vencedores, muchas veces, nos vencerán, pero habremos aprendido una gran lección, y ahí radica la diferencia. La vida es eso, una serie de etapas, algunas maravillosas, otras, dulce, amarga, desastrosa, e incluso llegarán casi a perder la cabeza, pero si en algún momento, tenemos la oportunidad de ver la luz en el túnel, seremos capaces de dar un paso al frente, y otro, y otro, hasta que caminar hacia adelante sea sólo lo que pueden hacer, porque no podemos regresar al pasado, ni arreglar lo entuertos o los errores, pero sí podemos y debemos hacerlo, buscar la forma de subsanarlos y de seguir adelante, con confianza, con entereza y con valentía o coraje.
Dicen que el primer paso es el más difícil, el segundo viene casi por inercia, pero el tercero necesita de empuje hacia adelante, y una vez comiencen a andar, se darán cuenta que valió la pena... Que perdieron.... Bueno, lo vuelven a intentar... Que salió bien, pues a sonreír y confiar, en esa etapa caminareis más seguros, pero no dejen jamás de intentarlo, independientemente sea vuestro camino, o experiencia personal. Cada uno tiene su propio sendero y sus propios aprendizajes, aunque escuchar a los demás no es malo, pero hay que extraer lo que podemos usar y abandonar a un lado, lo que no nos conviene, y seguir, seguir sin parar....
Que Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros, que nos dé consuelo en las horas bajas, pero que también podamos compartir y agradecer los momentos de máxima alegría y satisfacción.
Mireya Pérez
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