A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

jueves, 13 de abril de 2017

Vivir a golpe de sonrisas y un ¨sí se puede...¨.



Al leer este encabezado más de uno dirá, esta mujer se le escapó la olla de nuevo, jajajaja. Pues no, aunque si soy sincera con ustedes y conmigo misma, no es fácil, a veces es cuesta arriba, pues a pesar de mi actitud positiva, tengo, como cualquier hijo de vecino, mis propias horas bajas, mis propias luchas emocionales e incluso, momentos muy amargos, tantos, que me quitan el mayor de mis lujos: escribir y compartir la música que llevo dentro.

En esos momentos, como ven, dejo de escribir, por la sencilla razón, de que al hacerlo, cuando estoy en mínimos, podría caer en el error de transmitirles a ustedes mi pesar. Como persona, sería fácil hacerlo, pero siendo responsable, un buen día me dije a mí misma, que era preferible hacer silencio, aunque me llevara un tiempo el reponerme... Por ello, a veces, dejo de escribir, hago silencio y me refugio en mi interior, hasta que ¨la noche de las tormentas¨ pasa, y vuelve a brillar el sol en mi alma.

Lo bueno de todo, es que al resurgir de esos baches, mi alma vuelve a sonreír y repiquetea como un para de castañuelas y logra sacar sonrisas de nuevo, en cada persona que encuentro, así sea por unos minutos, en una parada de guaguas, o en la consulta o la sala de espera de una institución. En esos momentos, siento que estoy cumpliendo parte de la ¨misión encargada¨.

Cuando vuelvo a ¨ser yo¨, puedo de nuevo retomar el camino que estoy transitando, aunque los baches sean difíciles de sobrellevar, pero cuando menos lo espero, o cuando Dios así lo quiere, aparecen los ¨ángeles del camino¨, que con su voz, sus palabras o simplemente apareciendo en un wasaap, me vuelven al camino, a veces lo hacen a ¨cosa hecha¨jajaja, Dios los bendiga; otras en cambio, sin saberlo, aparecen y me sacan una sonrisa, me dan una palabra de apoyo o un ¨sí se puede¨, y la mujer que soy, el alma que me habita, levanta su cabeza, hace una gran respiración y se permite relajar los músculos, que se habían tensado para soportar el envite que amenazaba su supervivencia...

Como ven, no soy ajena al dolor, mucho menos a las horas menguantes, sólo procuro que esos momentos no logren arrebatarme lo más importante de mí misma: mi Fe.

Reconozco que a veces, el perder la Fe, sería la opción más esperada. Pero está tan arraigada en mí, que siento sus raíces en mi alma, pues cual roble, estas raíces están firmemente ancladas en mi alma y me alimentan, a pesar de mísma...

Esos momentos de retiro emocional, sirven para diferentes propósitos: el primero de todos, la Humildad, que a veces podría abandonarnos y sería un grave error de apreciación, pues todavía hay mucho trabajo que realizar para poder evolucionar emocional y espiritualmente. Otro propósito, es la autoevaluación, revisar en qué momento estamos, qué podemos hacer y hacia dónde enfilar nuestros esfuerzos, tanto físicos, como espirituales. Pero una vez hemos hecho esto, respirando profundamente y esbozando una sonrisa, incluso en la mirada, volver con fuerzas renovadas. Es una especie de autoterapia emocional. Que no puedo rechazar... Sé por experiencia propia, que de cada crisis sufrida, e nuevo Yo que surge, sale más fuerte y entera, por lo menos, desde el punto de vista emocional.

Si les dijera que realizar esto es fácil, les mentiría, he llorado, me he sentido tan mal, que hasta he tenido escalofríos y mi cuerpo se ha revelado en contra de todo, pero una vez que he asimilado y entendido qué sucedía, está siendo más fácil, el encontrar el momento y los motivos para seguir adelante, sin importar algunas cosas, que no están en mis manos. Sin embargo, sí atiendo aquello que puedo controlar o que puedo cambiar, hacia ello dirijo el mejor de mis esfuerzos.

Los cambios requieren tiempo, esfuerzo y dedicación, nada ocurre porque sí, todo tiene un ¿por qué? y un significado. Gracias a Dios, quizás porque a mi edad he vivido y transitado muchos caminos, ya no me desespero, no me ofusco, aunque por unos minutos pareciera que me iba a dejar abatir...  Gracias a Dios, estoy aquí, de nuevo, dispuesta a continuar, a escribir, a hacer las cosas que me apasionan, a compartir si así me lo permiten y a aprender.

En esta Semana Santa y Pascua, sólo me queda decirles a todos, que aunque tengamos baches, podemos salir de ellos, necesitamos de toda nuestra fuerza de voluntad, de nuestra confianza en los valores y conocimientos que tenemos, en el afecto y amor de los nuestros, pero eso es una riqueza sin fin que poseemos, que sólo está alimentada por el amor recíproco y por la Fe.

Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros.

Mireya Pérez.



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