A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

lunes, 24 de julio de 2017

El Miedo... Los miedos...A veces son parte del proceso de crecimiento emocional...



Creo que todos y cada uno de nosotros le tenemos incluso, algo de ¨respeto¨a la palabra en sí misma: Miedo.... Es casi como si nos hablaran del coco de nuestra niñez o del hombre del saco, hasta que un día el ropavejero pasa por casa y descubres que es un ser humano que necesita de tu apoyo y humanidad para salir adelante. Ese día, dejas de tenerle miedo y aparece en tu piel, la primera señal de solidaridad con el dolor o la flaqueza humana.

¿Son todos los miedos iguales?... No, en absoluto, dependen de muchos factores y también de cada persona en particular, para algunos vienen disfrazados de fobias o alergias a ciertas situaciones, contextos e incluso de animales o cosas; para otros significa, en el caso de los actores de teatro o artistas en general, el respeto hacia el público y se traduce en los célebres primeros ¨cinco minutos¨antes de salir a escena, donde las cuerdas vocales se tensan y casi no les deja salir un hilo de voz, pero después de salir y pisar el escenario, de sentir ese silencio expectante, los músculos se relajan y comienza la diversión, el personaje se desarrolla y el mensaje llega a todos los espectadores. 

Sin embargo hay otras clases de miedos, que a veces se traducen en terror y la persona se paraliza, hasta el punto de no poder moverse, de no articular palabras, de entrar en shock... 

Podría enumerar cientos de ellos, pero me voy a referir al miedo ante lo desconocido. 

Aunque conocemos a personas muy seguras de sí mismas, que pareciera que no conocen la palabra miedo, déjenme decirles que eso no es verdad, que todos, en mayor o menor medida lo hemos sentido más de una vez en nuestras vidas, y lejos de paralizarnos, nos han ayudado a tomar decisiones, acertadas o no, pero decisiones al fin y al cabo, que de eso se trata.

Andar tras lo seguro es fácil, lo más difícil es tomar decisiones, porque ante una disyuntiva sólo caben dos o tres respuestas posibles: a) que todo siga igual; b) que vaya a peor; c) que la boten fuera del campo, lo que en beisbol se llama lanzarla de jonrón: Éxito!.

Aunque parezca mentira, le tenemos más miedo al éxito que al fracaso, quizás porque al segundo se le conoce más, y al primero se le tiene como muy lejano, como un imposible... Todos, sin excepción, nos hemos referido al éxito como aquello que parece inalcanzable, sin embargo, el ser humano, siempre ha ido tras esa estrella inalcanzable y ha disfrutado y compartido su alegría cuando ha sido bendecido con el éxito y la prosperidad que conlleva, alcanzar las metas que hemos soñado.

Una señal importante ante nuestra vida, es la forma en cómo nos enfrentamos a esos miedos; a algunos les aterra tanto el tomar decisiones, que dejan en otros la responsabilidad de tomarla por ellos, ¿ son cobardes?, no lo sé. 

A veces juega mucho, en contra nuestra, la manera en que fuimos criados o acondicionados, si la respuesta es que el adulto mayor siempre tenía la razón, la persona preferirá que sea alguien mayor el que tome la decisión final, porque cree que él no podría hacerlo, no tiene autoestima, o está tan deteriorada, que necesitará hacer un ¨trabajo emocional¨profundo, para curar y sanar sus heridas.

Otras en cambio, dejan que sean otros los que toman la decisión, para sentirse ¨protegidas¨, cuando en realidad están usando un arma muy antigua: la manipulación. Existen cientos de miles de personas que utilizan esta estrategia para controlar a los demás, desde el punto de vista emocional, creándole al otro el sentimiento de ¨culpa¨, si las cosas no salen bien, ya que es el otro el que tomó la decisión y erró...

Existen personas que son muy dominantes, y que sienten y expresan su papel de dominio sobre su entorno, de tal manera, que nadie se atreve a contradecirlos, porque ha instaurado el sistema del miedo o terror, en aquellos que considera más cercanos, y están bajo su influencia emocional. Jamás se equivocan, siempre tienen la razón, y ellos saben más que nadie lo que le conviene a su grupo familiar, social o equipo de trabajo. Generalmente acompañan sus frases con acentos marcados, puñetazos en las mesas o  gestos adustos, muy ensayados, que dominan, con sólo una mirada, a todo sus interlocutores.

También existen aquellos que no se atreven a tomar decisiones, porque les aterra lo desconocido, aunque lo nuevo por descubrir sea mucho más agradable, represente un cambio positivo e incluso los lleve a la felicidad.

¿ Qué hacer entonces?...

Pueden que piensen que no se puede hacer nada... Pues no, sí se puede, pero hay que empezar dando pasos cortos, como los bebes cuando empiezan a caminar, ellos lo hacen con duda al principio, luego con más confianza y al final corren como una exhalación. Así tenemos que hacer nosotros, empezando por cosas simples o sencillas.

Ejemplo:

¿ No les ha pasado que les invitan a cenar y de repente le preguntan a dónde quieres ir? y con mucha educación, le responden:

_ Donde tú quieras !_ rogando para sus adentros que no les vayan a invitar al chino de la esquina, jajajaja.

La persona les dirá:

_ ¿ Vamos al Chino?- y ustedes horrorizadas dirán:

_ No, no quiero ir al chino...._

Aquí debe haber por parte nuestra la primera toma de decisión en firme...

_ Me gustaría ir a La Estancia_ ¿ Qué te parece? _

( para los venezolanos, este era un restaurante de carnes estilo argentino, muy bueno)

-Pues vamos!- seguramente contestará su interlocutor...

Sin querer, a veces, nos enredamos la cuerda o el papagayo, nosotros mismos, por no querer demostrar lo que nos gusta, o por creer que así seremos mucho más agradables. Al responder y decir lo que queremos o lo que nos gustaría hacer, estamos siendo acertivos, lo peor que puede decir el otro es que no ¨estaba preparado¨para ir a ese restaurant, bien porque no lleva suficiente dinero o porque no está vestido adecuadamente. Pero eso es otro cantar.

Podría enumerar cientos de miles de pequeñas decisiones que a veces no expresamos en nuestro entorno, creyendo que así vamos a ser más agradables, o que vamos a caer mejor, y no es así. No tenemos que ser autoritarios o egoístas al decir o expresar lo que nos gustaría hacer o crear, pero por lo menos, les estamos dando una opinión o una observación.

¿Nos vamos a equivocar?... Por supuesto!!!, pero en la medida que vayamos expresando nuestro sentir, lograremos entablar una mejor relación interpersonal, nunca será idílica ni perfecta, pero será lo suficientemente fuerte y segura, como para no sentir miedo al expresar nuestras opiniones o sentimientos, pues será recíproco.

¿Por qué sembrar inseguridad, cuando lo contrario es más armónico y natural?.

Tener miedo no es malo, es una pequeña señal de ¨alerta primitiva¨ que tenemos, como remanente de nuestros antecesores cavernícolas, pero ellos fueron lo suficientemente inteligentes como para convertir su miedo en aprendizaje y traer a la humanidad hasta aquí. Nosotros no podemos ser menos...

Tener miedo es parte de nuestra naturaleza, pero lo es también el superar esos miedos. Piensen que en cada paso o peldaño alcanzado o superado, hay un trabajo emocional detrás que los alienta a seguir creciendo, a continuar el camino, a ser la mejor versión de ustedes mismos, de eso se trata en realidad:

Ser mejores hoy, que ayer y menos que mañana...


Dios nos bendiga a todos.


Mireya Pérez



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