Para una madre, los hijos son el tesoro más hermoso de su vida; para mí, son y han sido, la luz de mis ojos, la ilusión de mi vida, la razón de mi camino, el amor más grande y jamás igualado...
Mi hermosa Corocora...
Tengo un tesoro precioso
que acuné entre mis brazos,
una dulce catirita,
que me ha quitado el sueño...
La sentí crecer en mis entrañas,
soñé con ella, miles de veces,
le hablé siempre,
abrazada a esa panza que la cubría...
Cuando pasaba por un parque,
le contaba y describía con lujo de detalles,
cada rincón, cada aroma, cada color,
le explicaba sobre las sensaciones que sentía,
sobre la caricia de la brisa...
y el abrazo amoroso del sol mañanero.
Le cantaba la que sería,
su canción de cuna preferida,
pintaba para ella, su hermosa habitación,
adornaba y tejía lo que sería su ropa,
preparaba con esmero aquella canastilla
para la princesa de mis sueños,
para el mayor tesoro de mi vida...
Y al fin nació,
una noche ente enero y febrero
faltando pocos minutos, para el inicio del mes,
cantando a todo pulmón, que había llegado...
Blanca, pelona, con ojos grandes y labios rojos
despierta, con sus ojos de ¨para para¨...
Me parecía mentira...
pasaba horas, mirándola dormir,
acariciándola y hablándole,
contándole cuentos, y cantándole,
todas las canciones que había aprendido
para ella, sólo para ella.
De chapitas sonrosadas,
mi dulce corocora fue creciendo,
llenando de alegría mi corazón,
Los años pasaron,
se fueron en un tris tras,
ahora ya es grande,
tiene su propio nido...
Me ha dado dos luceros,
que me llenan de alegría y emoción
cuántas horas a su lado,
cuántas alegrías compartidas,
cuántas penas, también...
Hija, madre y esposa,
has llenado todos los roles
que la vida te deparó,
has crecido, eres un adulto independiente,
pero a los ojos de tu madre,
siempre serás: luna y corocora,
ilusión y amor, sol y estrella de mi camino...
Dios te bendiga mi cielo,
yo lo hago, todos los días de mi vida.
Tu madre...
Mireya Pérez
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