A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

jueves, 27 de julio de 2017

Nunca puedes decir que¨Has dado de más¨...









¿Se puede cuantificar el amor, la entrega, la amistad, la comprensión?... Creo que no, pero de todos modos vamos a razonar sobre esto.

Los seres humanos somos, gracias a la vida, muy diferentes, variados, hasta vario pintos, se pudiera decir, comparando los unos a los otros. Es tanta la diversidad, que no hay un ser humano exactamente igual a otro, ni los gemelos que han compartido una misma bolsa univitelina. Entonces, si es así, ¿cómo podemos cuantificar algo que, en mi humilde punto de vista, se escapa de todas las normas métricas ideadas o descubiertas por el hombre?.

Creo que la medida está en aquello que observamos, y que al mismo tiempo, en fracción de segundos, sometemos al análisis de toda la información que hemos recabado en nuestra vida. Dentro de esa información, está por supuesto, lo que hemos visto como patrón de comportamiento, de cientos de miles de seres humanos, y esas costumbres, formas de comportarse y actuaciones, son tan diversas, como lo somos, todos los seres vivos que habitamos este planeta azul, que llamamos Tierra.

Podría decirles que la actitud ante los demás abarca desde el ser egoísta que sólo ve el mundo que gira a su alrededor, y del cual se siente el centro, hasta llegar al ser o alma generosa, que da todo lo que puede y aún así, piensa que pudo haber hecho mucho más. Quizás piensen que he tomado los extremos, no, yo quisiera que vieran que, entre estos dos polos, aparentemente opuestos, existen miles de millones de facetas y comportamientos, tan grandes y maravillosos como puede ser el espectro de luz, desde el blanco, aparentemente impoluto, pero que es el resultado de los haces de luz que rechaza y el negro, que es producto de la absorción de todos los haces de luz imaginables... Así somos los seres humanos, un abanico de formas, colores, aromas, proyecciones y virtudes humanas, que se expresan según su sentir, según aquello que les llena, según lo que les mueve y alimenta.

Para el que ¨recibe¨nunca hay suficiente, de esos ejemplos todos tenemos algún personaje conocido, e incluso querido a pesar de sus cosas, jajajaj. Pero también, gracias a Dios, existen esos seres humanos que nos hacen sentir íntimamente agradecidos, por todo lo que nos han dado, enseñado, compartido y hasta motivado, para ser mejores seres humanos, cada día de nuestra vida.

Si a este grupo de personas les dijeran que:

_ Has dado demasiado!...-

Muy probablemente les dirían que no, que sólo dieron lo que estuvo en su poder y que se sienten totalmente agradecidos de haber sido útiles de alguna manera. Fíjense que ellos hablan de ser útiles, no magnifican sus acciones, ni hablan de sacrificios, que muy posiblemente hicieron, pero como lo realizaron desde el amor, la comprensión y el perdón, jamás sintieron que estaban dando de forma desproporcionada. Por el simple y racional hecho que, el amor y la comprensión, no pueden ser cuantificados, ni sometidos a escala métrica decimal. No tienen peso, ni volumen, ni ocupan un lugar en el espacio y por supuesto no desplazan a ningún otro de su superficie... Pobre Pascal, aquí no haría nada... jajajaj.

Lo realmente importante de estos seres generosos, es su labor educadora, porque sin decir ni hablar sobre el tema, son ejemplos a seguir, inclusive cuando han dado soporte a personas que les hicieron daño, que les persiguieron o que les sometieron. Posiblemente crean que esto es por el Síndrome de Estocolmo. Pero no es así. Son personas que conocen el dolor, que lo sufrieron en un momento dado, que sintieron en su piel las heridas de las injusticias, pero que lejos de revelarse y gritar al mundo, agarraron lo que tenían en su mochila y decidieron dar ¨un paso a la vez¨, y en ese andar descubrieron que su dolor, no era único, que muchas personas sufrían, como ellos lo hicieron en su momento, y que estaban preparados para dar consuelo, para apoyar en su hombro al que estaba herido, que podían dar palabras de consuelo, una mirada amorosa y agradecida y que el simple hecho de escuchar, también era algo apreciado. Y fueron tras ello. Gracias a esta acción, ellos también curaron sus heridas, perdonaron y sintieron que su corazón se llenaba cada vez más de amor y perdón, y sintieron la Paz que emanaba de esas acciones y asumieron como propia, como parte de su misión de vida: el ayudar.

Ahí reside el valor de su accionar, y se sienten infinitamente agradecidos, saben que si no hubieran descubierto lo que podían hacer en pro de los otros, quizás ellos mismos se habrían perdido, y han sido afortunados...

Aquí no hay dilema, hay una realidad humana y cercana. Depende ahora de nosotros, el escoger qué camino recorrer y la forma en la cual podemos expresar nuestra gratitud. Porque todos, absolutamente todos, estamos agradecidos a alguien en especial, a alguna institución o a personas que nos dieron soporte emocional y hasta económico, cuando creíamos que estábamos perdidos, y fuimos encontrados por su amor. Yo lo fui, y me siento agradecida infinitamente por el amor que recibí, por el apoyo que me brindaron y porque siguen ahí, para el momento en que mis fuerzas se ven comprometidas... Yo les llamo ángeles del camino, pero son personas amigas, libros, instituciones y gente maravillosa que se asoma a mi balcón emocional y me dicen:

_  Yo te acompaño una parte del camino. _¿ Quién soy yo para negarme?...

No rechacen por orgullo o por cualquier otro sentimiento negativo, esa mano extendida. No busca otra cosa que ¨servir y ayudar¨... A lo mejor mañana, ellos necesitan de tí....


Dios nos bendiga amigos lectores y tengamos un día realmente bendecido.

Mireya Pérez


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