A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

jueves, 6 de julio de 2017

Poema de amor entre La Alondra y el Jilguero...

Escribir poesía, es en mí, un ejercicio de inspiración, como alas de mariposas que revolotean en mis pensamientos, queriendo tener vida propia...  A veces, son tan tenaces, que me inundan incluso, en las horas en que el sueño vence mis párpados, pero ellas son muy insistentes, jajajaj y quieren que mis dedos se deslicen por el teclado de este ordenador y ponga en símbolos y letras, lo que ellas quieren contar.

Hoy quieren hablar de una historia de amor entre un Jilguero y una Alondra, veamos qué nos quieren decir, estas pequeñas traviesas...

LA ALONDRA Y EL JILGUERO

Cada febrero, su vuelo inunda
los prados de la campiña, volando de día
descansando de noche,
hasta que en la primavera, por fín
los machos se afanan en tejer sus nidos
para luego ofrecerlo a su ¨enamorada¨

Pero el Jilguero, se ha enamorado
de otra ave, que no ha visto,
sólo la ha oído trinar, 
mientras en la noche,
surcaba los cielos,
avisando a los granjeros,
el pronto arribo de la primavera...

El Jilguero mira a la parvada de aves
que, dispersas entre los trigales, 
dan cuenta, sin cesar, de los granos caídos,
tras la cosecha, pero no logra distinguir
a la dueña de esa voz melodiosa y cantarina

Otra noche y de de repente,
el canto melodioso y armónico de la joven,
le hace despertar y tratar de atisbar 
entre el follaje, a la dueña del canto nocturno...
Sólo llega a ver algo de color bLanco, 
como la luna, y piensa,
no puede ser ella...

Los Jilgueros son de color parduzco.
con crestas que abren a su dominio,
pero sólo vuelan de día,
sin embargo, la dueña de esa voz,
parece diferente, pero él se siente
enamorado, o eso cree...

Una mañana, de tanto esperar,
emprendió el vuelo hasta los árboles del fondo,
y de repente en pleno vuelo, 
se topó con ella,
blanca, altiva, con la cabeza colorada y negra...
con su voz insuperable...

Pero no era un jilguero,
era de otra especie,
migratoria como él,
con un canto sublime y diferente,
y al mirarla y mirarse,
se sintió extraño...

Ella tan hermosa, altiva,
casi fastuosa...
él en cambio, simple,
pero distinto a otros, y por ello, 
le cantó, hablándole del por qué
de su amor, y de cómo su voz, 
le llegó al corazón.

La Alondra aturdida, no daba crédito
a lo que escuchaba, era un joven decidido,
tan distinto a ellos, a su parvada...
Su voz de trino, era agradable,
sus sentimientos, le alagaban,
pero había una barrera natural entre ellos,
que nunca podrían cruzar,
sólo quizás, buenos amigos y volar.

Al principio con timidez,
luego, con confianza,
volaron al unísono, 
por los prados y los campos,
trinaban a la vez, y pareciera que de un coro,
se tratase, 
sus voces armonizaban
y ellos disfrutaban, 
de su mutua compañía,
pero entonces, un buen día,
la llamada de la Naturaleza,
hizo su aparición, y cada uno,
en su comunidad, debió cumplir,
con lo que la Ley  exige,
el formar pareja y 
procrear a los nuevos hijos, 
que asegurarán la especie...

De vez en cuando, el Jilguero,
se acercaba hasta el árbol en flor,
que protegía a la Alondra y sus crías,
sólo lograba lanzar unos trinos,
como para no dejar de comunicarse,
y la Alondra suspiraba,
mirando a su prole,
orgullosa, pero triste,
sabiendo de antemano, que nunca
podría volver a volar junto a su amigo.

Vidas distintas, razas, distintas,
sólo el mismo canto, la misma ilusión,
pasarían los años, hasta que un buen día,
en la última primavera,
ya no la vió regresar a los campos,
nadie podía decirle qué le pasó,
pero él triste y acongojado,
voló y sobrevoló cada campo,
cada granja, hasta que cansado,
se quedó dormido y ya no regresó...


A veces la vida nos muestra casos así, y no ocurre sólo en humanos, la amistad, el compañerismo y el compromiso, forman parte también de algunas especies, no sólo de la raza humana.

Que Dios nos bendiga a todos.

Mireya Pérez




No hay comentarios:

Publicar un comentario