A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

domingo, 4 de mayo de 2014

Una madre muy especial....



Qué podemos decir los hijos de una madre, sobre todo de la nuestra, generalmente todas las palabras de elogios son pocas, pero hay madres de madres, y la mía ha sido y es muy singular.

En primer lugar, porque al quedarse viuda con 40 años, agarró y se ciñó bien ajustados los pantalones, y a fuerza de hilo y aguja, nos sacó adelante, teníamos apenas 15 y 11 años, y de repente, la casa que siempre estaba llena de amigos y conocidos, se llenó de soledad, pero si abundó el trabajo, mamá se hizo sus clientas poco a poco, con cariño, con tesón, con mimo, con esfuerzo, ¡cuántas noches cosiendo hasta las 11 o 12 de la noche!, ¡cuántas madrugadas frías, cosiendo o pespuntando un traje!, los días más ajetreados, eran los de las citas para probarse, pues mamá cocía a las medidas de sus clientas, así que los vestidos, pantalones, chaquetas y trajes de fiesta, quedaban hechos como un guante. Los viernes y sábados era un frenesí de entregas, y cuando la cosa aflojaba y el volumen de costura no era suficiente para cubrir los gastos, se iba a una fábrica y pedía un lote de costura para hacer en casa y luego entregar.

Nunca tuvimos lujos, pero tampoco faltó el plato de sopa o potaje, ni el segundo plato, ni la fruta, el cambur o plátano o la papaya o lechosa. Pero el amor lo dio a raudales, claro que era exigente, había que estudiar, y si ya había cumplido con mis deberes, siempre había algún libro que leer de los de mi padre, como solía decir. Lo que más lamento es que no me quisiera enseñar a cortar, coser sí, modestia aparte, puedo hacer casi todo, pero cortar directo a la tela, diseñando o esquematizando las medidas directamente, sin patrones, no. Esa era una de sus cualidades más apreciadas Cosió hasta los 74 o 76 años, tenía alma de chiquilla, como solía decir, y yo que siempre me he vestido muy clásica, todavía tengo trajes hechos por ella, que lucen como el primer día, y parecieran que son nuevos. Eso lo aprendí de ella, a cuidar las cosas, todo no se puede planchar directo con la plancha, a veces hace falta un pañuelo o un trozo de tela humedecido para planchar y darle un aspecto de planchado profesional. E incluso, los pantalones oscuros, con una hoja de periódico y la plancha, quedan con los filos impecables....

Hoy tiene 87 años, y estamos separadas por un océano, pero la llevo todos los días en el pensamiento, esperando el día en que pueda volver a abrazarla y darle los millones de besos que tengo guardados para ella.

Hablamos por teléfono, pero no está conectada a un ordenador, así que no puedo verla, pero en cuanto me den un chance, viajaré  y si sus médicos me lo permiten, me gustaría tenerla conmigo, es uno de mis sueños y creo que también el suyo.

Hoy es el día de la madre aquí, pero allá será la semana que viene, Dios te guarde madre mía, me diste lo mejor que podías, me inculcaste valores , me ayudaste a madurar, porque no había más remedio, pero siempre pude contar contigo, cuidar los nietos, buscarlos en el colegio, lo que fuera, siempre estabas ahí.

Te quiero mami, que Dios te Bendiga


Tu hija

Mireya


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