A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

miércoles, 18 de febrero de 2015

Un camino nuevo cargado de emociones...








Caminar por un sendero marcado, quizás no asome ningún riesgo, pues posiblemente haya sido trazado con esmero y profesionalidad por la gente que dedica cada día su esfuerzo a planificar, desarrollar y estructurar caminos, veredas, vías y autovías... Pero la vida no es así, los caminos se van haciendo en la medida en que movemos un pie detrás de otro y en conjunto hacemos el avance hacia un punto en el infinito que nos hemos trazado.

Yo suelo hablar de etapas o escalones, cuando me trazo alguna meta, pues cuando así lo hago, pongo mi mente a trabajar en función de esa meta que quiero lograr, y cuando veo que ya estoy a pocos metros de lograrlo, me voy haciendo una nueva meta de forma mental. Pues quiero seguir evolucionando  como ser humano.

Mis metas no son de origen material, pues considero que en esta etapa de mi vida, lo más importante es cómo me sienta, lo útil que pueda ser y lo que yo pueda aportar a mi entorno. La parte material de la vida, ha dejado de tener significado. Ya no es importante el tener posesiones, pues se que no me las voy a llevar en mi último viaje, y que por el contrario quizás sea un lastre para los que dejo atrás, que deberán tomar decisiones al respecto, entonces ¿para qué atesorar bienes materiales que no me voy a llevar?... Sin embargo, sí me ocupo de los bienes espirituales, de la forma en que puedo brindar apoyo, ayudar y dar ejemplo, aunque sea en cosas tan simples y sencillas, como es mi vida misma. 

Hoy en día, habiendo vivido casi 60 años, entiendo la importancia del ejemplo de vida para los hijos, los nietos, los amigos, y cuales quiera otra persona que nos encontramos en el camino que es esta vida. Nunca había estado tan consciente como ahora, que tengo nietos, y que los niños son tan avispados y captan las cosas al vuelo!!!. Ahí es cuando me he parado de golpe y he hecho un examen de conciencia sobre mi aptitud ante la vida, ante las cosas y ante los demás. Y déjenme decirles que he recibido unas cuantas bofetadas, jajaja, de forma metafórica, lo que me hizo recordar un libro del Dr. Wayne Dyer, La Fuerza del Creer, el cual les recomiendo ampliamente. Desde que lo compré allá por los años 90, lo he leído unas tres o cuatro veces, y les puedo decir, que en cada oportunidad me ha hecho realizar una reflexión diferente cada vez. Dependiendo del momento o situación de vida que esté o haya experimentado.

Así que ahora, que estoy escribiendo, pensando en las lecciones de vida, voy a tomar de nuevo este libro maravilloso y lo voy a abrir al azar, y compartiré con ustedes, lo que él me quiera hacer ver. Así que allá vamos...

...¨La paradoja aparece, por supuesto, cuando dejamos de buscar y de acumular cosas y comprendemos que todo lo que siempre hemos deseado o necesitado está a nuestro alcance. El miedo a no tener lo suficiente nos impide ver que ya tenemos bastante. No podemos poseerlo todo, y la verdad es que pasar toda una vida creyendo en la escasez y en la necesidad supone una violación del principio universal de la abundancia.

Una vida plena de abundancia no significa una vida repleta de todo lo que uno haya ido acumulando, sino una existencia plena de espiritualidad, basada en el profundo respeto por lo ilimitado del conjunto...

....Usted mismo es abundancia en acción. Pero su cuerpo no puede poseer ni llevarse nada consigo en el momento de partir. Ese cuerpo funciona a partir de fuentes y energías que van más allá de la acumulación. Todas las ¨cosas de la vida¨ están aquí para servirles y no para que usted las sirva a ellas.... Nada puede ser poseído (y menos aún otro ser vivo) y cuanto antes seamos conscientes del hecho y dejemos de obsecionarnos con la idea de poseer personas y cosas, antes y mejor podremos sintonizarnos con el maravilloso principio de la abundancia.

El secreto consiste en despreocuparnos por lo que no tenemos y en cambiar el rumbo de nuestra conciencia hacia una apreciación de todo lo que somos y lo que tenemos. Al efectuar este cambio en nuestra conciencia, el ser servicial se convierte en una parte natural de la vida abundante.

.... Desconozco el destino de todos ustedes, pero hay algo que sí sé: Los únicos que llegarán a conocer la verdadera felicidad  son quienes han buscado y hallado la forma de servir... (Albert Schweitzer)...

La Fuerza del Creer, Editorial Grijalbo, S.A. 1996. Página 147.

Como habrán observado, sin que yo hubiera hecho trampa alguna, el libro me llevó al tema central de este coloquio existencial entre ustedes y yo. Y déjenme decirles que me suele pasar muy a menudo, con cualquier libro, pero sobre todo con aquellos que van a dejar una enseñanza para mi vida. Al principio hacía esto con La Biblia, desde que era una adolescente, y luego lo fui aplicando a los libros, cuando me llamaba la atención cualquier autor, me paraba en la librería, buscaba algún libro que no hubiera leído y lo abría al azar, si al mirar a la izquierda (es mi gran manía...) encontraba una frase que me llamara la atención, era la señal de que ese libro debía ser trasladado a casa, y lo compraba o lo pedía prestado en la Biblioteca.

Los libros han sido para mi los grandes maestros de vida, aunque también en el plano físico, he tenido grandes y maravillosos maestros y maestras (con lo del género, hoy en día hay que usarlo, para no generalizarlo todo, jajaja).

Con el tiempo he aprendido no sólo a no acumular posesiones, o que ellas me posean a mi, sino también a dejar fluir y avanzar a la gente que quiero, estimo y amo. Pues no puedo ser absolutista, y pretender que mis hijos son 100% míos. Yo los creé en unión de mi marido, los criamos y educamos, les dimos los valores y ejemplos que consideramos debían ser parte de su equipaje de vida, así como se les enseñó las primeras reglas básicas de la vida. Pero aunque mamá pollito siempre estaba ahí, tuvo que aprender que cada quien tiene un camino, y que lo único que podía hacer, a parte de rezar por ellos, era estar ahí para cuando les hiciera falta, y a veces, ni siquiera he podido hacerlo. Dios sabe por qué!!. Yo sólo soy una mujer humilde y sencilla, cristiana y católica practicante, amante de su familia y amiga de sus amigos.

Siempre estoy lista para cuando alguien me necesita, soy experta en armar una pequeña maleta en menos de 10 minutos, y si la ropa está sucia, no importa, cuando llegue a destino, la saco, la lavo y la tiendo... Luego habrá tiempo de planchar y guardar, pero una ropa sucia no me impide hacer un viaje o un traslado...

A veces cuando pienso en mi, y en el tiempo que tengo por delante, sonrío para mis adentros, pues me doy cuenta de que cada vez estoy menos apegada a las cosas, incluso si llegara a un sitio sin electricidad, no me preocuparía, siempre puedo leer a la luz de una vela, escribir en un cuaderno y en el peor de los casos, hacer largas caminatas por doquier. Solo necesito un rato para rezar, respirar profundamente y seguir adelante hasta donde Dios quiera llevar mis pasos. Solamente eso. Soy afortunada en verdad, pues como decía Descartes: ...¨Pienso, luego existo¨....

Que Dios nos bendiga a todos.

Mireya Pérez.


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