Desde el momento inicial de este viaje compartido con ustedes, les he ido platicando no sólo sobre mis cuitas, mis versos, los pensamientos más íntimos de esta mujer de diamantes en su piel, jajajaj, no puedo evitar el uso de términos poéticos, jajajaj; sino también de aquellos libros u autores que me han llegado al alma o que me han dado una hermosa lección de vida, para mi equipaje existencial.
Hoy es uno de esos días, con cariño y respeto compartiré un breve escrito de Paulo Coelho, de su libro El Manuscrito encontrado en Accra, Editorial San Jordi Asociados, 2012, Barcelona España.
... Nadie puede volver atrás, pero todos podéis seguir adelante.
Y mañana cuando el sol salga, será suficiente con repetirse a uno mismo:
Voy a ver este día como si fuese el primero de mi vida. Veré a mi familia con sorpresa y asombro, alegre por descubrir que están a mi lado y que compartimos en silencio algo llamado amor, de lo que mucho se habla y poco se entiende.
Pediré permiso para acompañar la primera caravana que aparezca en el horizonte, sin preguntar hacia dónde se dirige. Y dejaré de seguirla cuando algo interesante me llame la atención.
Pasaré ante un mendigo que me pedirá una limosna. Tal vez se la dé, tal vez crea que se lo va a gastar en bebida y siga adelante. Y, cuando escuche sus insultos, entenderé que esa es su forma de comunicarse conmigo.
Me cruzaré con alguien que está intentando destruir un puente. Tal vez intente impedirlo, tal vez entienda que lo hace porque no tiene a nadie que lo espere al otro lado y, de esa manera procura espantar su propia soledad.
Lo miraré todo y a todos como si fuese la primera vez, sobre todo las pequeñas cosas, a las que me he habituado, olvidando la magia que las rodea. Las dunas del desierto, por ejemplo, que se mueven con una energía que no comprendo, porque no puedo ver el viento.
En el pergamino que siempre llevo conmigo, en vez de anotar cosas que no puedo olvidar, escribiré un poema (como yo, jajaja). Incluso sin haberlo hecho nunca e incluso si no vuelvo a hacerlo, sabré que tuve el coraje de convertir mis sentimientos en palabras.
Cuando llegue a una aldea que ya conozco, entraré por un camino diferente. Iré sonriendo, y los habitantes del lugar comentarán: ¨Está loco porque la guerra y la destrucción han dejado la tierra estéril¨.
Pero seguiré sonriendo porque me agrada que piensen que estoy loco. Mi sonrisa es mi manera de decir: ¨Podéis acabar con mi cuerpo, pero no podéis destruir mi alma¨...
Para los que me conocen, se habrán imaginado lo que hice con este libro en mis manos, simplemente dejé que ellas lo abrieran al azar, y surgió este trozo, que es a grandes pasos mi sentir personal e íntimo.
Las personas, a lo largo de mi vida, y estoy segura de que en la de ustedes también, más de una vez los habrán juzgado, sin conocerlos, y los habrá vilipendiado, sin tener la más mínima idea de lo difícil y escabroso que puede haber sido su camino...
Pero yo les digo, que no vale la pena, ni siquiera mencionarlos o dedicarles un pensamiento, salvo el del Perdón, que es en realidad lo que los ayudará a ellos, y a nosotros también. Cuando alguien critica algo nuestro o cuando a nosotros ¨nos choca¨ un comportamiento de alguien, debemos tomarlo más bien como una llamada de atención de nuestra mente y nuestra alma, pues muy posiblemente será algo en lo cual deben trabajar, para evolucionar. A mí me ha pasado más de una vez, y seguramente seguirán apareciendo cosas que me chocarán y sobre las cuales tendré que hacer un ejercicio de introspección, para analizar el aprendizaje que esa situación aparentemente sin sentido, tiene para mi vida.
Lo he comentado muchas veces, pero es una realidad constante y hermosa a la vez en mi vida, ¡¡¡Estoy viva!!!!, y es amigos míos una gran bendición, quienes me conocen saben que soy una guerrera, me he enfrentado con valor y entereza a la adversidad, no porque no tuviera miedo, lo tuve y mucho, pero sencillamente el volver atrás era imposible, sólo el cargar con lo que sería mi cruz, respirar profundo y agarrada a mi fe y a mi amor, seguir y luchar, esperar y soñar, volverlo a intentar y continuar...
Se que estoy apenas en la dos terceras partes de mi vida, pero todavía hay en mi mucha mujer, madre y abuela, amiga y compañera, soldado y guerrera, con ganas de vivir y de compartir la música que llevo dentro, como decía nuestro amado y recordado Dr. Wayne Dyer. Y espero que ustedes también.
Dios nos bendiga, que aún en las horas bajas, tengamos la posibilidad de hacer un alto en el camino, mirar al cielo, ver las nubes o las estrellas y maravillarnos de la magnificencia de nuestro Señor, que ha hecho cosas tan maravillosas, a escasos momentos de nuestra vida. Yo lo estoy, porque mi fe siempre me ha acompañado y porque tengo razones importantes por las cuales vivir y compartir.
Con amor
Mireya Pérez
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