A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

lunes, 1 de mayo de 2017

El Libre Albedrío... Una gran responsabilidad...



Desde niños nos han enseñado que Dios nos dio, entre tantos dones, el del Libre Albedrío, la libertad de tomar nuestras propias decisiones, pero también nos ha hecho responsables de esas decisiones, de los aciertos y de los errores...

Es quizás, en este último punto, donde no nos hemos detenido lo suficiente, quizás por el rápido devenir de los días, meses y años, que no nos damos cuenta de cuán importante es el hecho de ¨ser dueños de nuestros actos¨. 

Uno de mis jefes me dijo una vez:

_ Somos dueños de nuestros pensamientos, mas no de nuestra palabras expresadas al son del viento_

Porque una vez expresadas, ya no tienen vuelta atrás, no podemos más que reflexionar en qué hicimos o dijimos, pero no tenemos dominio en la forma en que a veces son tomadas... La gente interpreta, a su manera, lo que decimos, ahí reside quizás, el gran problema de las palabras dichas al calor de una rabieta o de una tristeza profunda, y es en esos momentos cuando el dolor habla y hiere peor que si hubiéramos blandido una espada de dos hojas...

Hay frases que son demoledoras y la gente las pronuncia en el calor de una ofuscación, de un dolor profundo o de ese Ego que domina al orgullo y éste responde de la forma que más daño puede hacer o quiere hacer, con rencor...

Después, cuando la rabia ha pasado, y se ven en el espejo de la mirada del otro a quien han faltado al respeto e incluso al que han matado su propio amor, no saben y quizás no sepan e incluso ni se les pase por la mente que deberían pedir perdón, que han hecho una herida profunda en el alma del que los ama, y el orgullo no les deja pronunciar la palabra que podría ayudar a cicatrizar esa herida tan profunda:

_ Lo siento_ Estaba tan dolido que no medí mis palabras_ Perdóname por favor.

Las personas que sueltan las palabras con afán de herir, no miden su propia violencia, y se lanzan como caballos desbocados, estrellándose contra un muro o en el peor de los casos, cayendo por el precipicio de la ignominia.

Cuántas personas han perdido para siempre a las personas que más amaban, simplemente por su afán de demostrar su ¨aparente fuerza moral¨y lo que en verdad han hecho es matar el amor, matar lo más hermoso que han tenido en su vida, destruyendo para siempre no sólo a la persona, sino también su auto estima, que queda hecha polvo. No piensan que la persona agredida está indefensa ante su ataque, que jamás previeron, que jamás merecieron, pero el Ego que los ha dominado, está feliz, porque demostró quién era el más fuerte...

¡ Pobre iluso! ... Ha perdido quizás, lo más hermoso que ha conocido en su vida, muy posiblemente en la próxima oportunidad, los papeles cambiarán y le tocará ser él o ella, los que reciban esas ¨lecciones de la vida¨, entenderán de repente cómo debió sentirse aquella persona a la que humillaron, vejaron y maltrataron, con el peor de los maltratos, el psicológico, el que no se ve, pero que mina a la persona, que indefensa, tendrá que reconstruir poco a poco su alma, su auto estima, la confianza en el género humano, y hasta la fe en los demás...

Somos responsables de todos y cada uno de nuestros actos, de lo que decimos, de cómo nos comportamos, de cómo reaccionamos, de cómo expresamos nuestro dolor y nuestra alegría. Somos incluso el espejo en el que se ven otras personas, que son importantes, nuestros hijos, nuestros nietos... 

Ahí reside el gran trabajo a realizar, porque al ser el ejemplo, debemos ser ¨un gran ejemplo¨, diría incluso que es tal nuestra responsabilidad con el futuro, que tendremos que aprender a domesticar esa energía desbocada y esas ganas de barrer con todo, para domesticar al potro salvaje y convertirlo en el mejor pura sangre que se haya conocido en el mundo, en su mundo.

No es difícil, pero hay que tener ganas de evolucionar, fíjense que no hablo de madurar, porque para una persona con mi carrera, biólogo, el madurar significa deteriorarse con el tiempo, y lo que quiero expresar es la idea de superarse a ustedes mismos, hacer de ustedes, un mejor ser humano, esa debe ser siempre la idea primordial, así como en el nivel profesional queremos ser el mejor, el más preparado, el más exitoso... 

También en la vida personal debemos ser exitosos, no en bienes materiales, sino en lo intangible, en la belleza del ser humano que transmite paz, amor, serenidad, tranquilidad y afecto, aún a los extraños que  cruzan una mirada en el asfalto, en la acera de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, ese leve segundo de miradas que se cruzan, deben ser de ¨armonía y afecto¨a la humanidad de la cual somos parte.

Nuestra gran responsabilidad como adultos, padres, abuelos, amigos e hijos y hermanos es ser la mejor expresión del amor con el que fuimos creados, ser personas que la gente recuerde, con el paso del tiempo, por su capacidad de dar, de entregarse, de iluminar, de enseñar y aprender, de sonreír, de compartir su alegría a pesar de las penas. Pues la penas siempre estarán presentes, es inevitable, pero la forma en cómo reaccionamos ante la adversidad también harán una gran diferencia...

Así que cada vez que el Ego quiera demostrar su fuerza y su valentía, tómense unos segundos para respirar, serenar su alma y aquietar ese impulso y miren a los ojos del otro y recuerden el amor que comparten, que es mucho más que aquello que los divide, estoy al cien por ciento segura. Si no pueden, acérquense y traten de pedir disculpas, de abrazar a la persona y mirarle a los ojos y con la voz del que sabe que ha hecho daño, pidan perdón y hagan el propósito de no volver a hacer daño a ese ser que, estoy segura, quieren más de lo que creen. No dejen perder el amor, el orgullo no lo merece.

Cuando me casé con mi marido, la madre de una de mis amigas me dio un consejo, que yo suelo darle a la gente joven y a las no tan jovenes, y es un consejo sano:

_ Nunca te acuestes con el enemigo_ ...

¿ Quién es el enemigo?... La respuesta es muy sencilla, si peleas con tu pareja hasta el punto de no hablarse, no esperes a la noche para hacer las pases, jamás deben llegar al lecho, sin haber arreglado los problemas, porque es muy triste dormir al lado de alguien al que en ese momento ¨no queremos ni oírle hablar¨... La habitación de una pareja debe ser siempre un lugar de paz, de armonía, de amor y de respeto.

Hagamos de ese Libre Albedrío, la gran responsabilidad y el trabajo armonioso de nuestra existencia, porque donde fluye el amor, la alegría y el respeto, jamás entrará el desamor o el dolor profundo de ser atacados sin razón ni mesura.


Dios nos bendiga cada uno de nuestros días.

Mireya Pérez.



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