A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

viernes, 26 de mayo de 2017

Nuestro mundo interior...Un gran aliado...



En el correr del día a día de nuestra vida, en lo que dura un instante, cuando se cruzan las miradas de dos extraños, o cuando simplemente se tiene la mirada perdida en el horizonte, viendo sin mirar o mirando sin ver... No nos damos cuenta del cúmulo de pensamientos y sentimientos que encierran esos ojos, que ni siquiera se han parado un instante a observar. Pareciera que la gente se ha vuelto autómata, o ha aprendido a no observar, a no fijarse en nada ni nadie, a no involucrarse en nada ni con nadie...

¿Somos acaso, una generación vacía, sin propósito?.¿Nos hemos deshumanizado por completo, y somos incapaces de observar y mucho menos de pensar en alguien que no seamos nosotros mismos..?

No tengo una respuesta al respecto, pero sí creo que nos vamos perdiendo de muchas cosas que suceden a nuestro alrededor, por la prisa del día a día. A veces ni siquiera tenemos tiempo para conversar con la persona que nos acompaña en el coche, en la vida, con los hijos, que crecen y no nos damos cuenta...

Hasta que un buen día, nos despertamos y al mirar alrededor, los espacios están ahora vacíos, desangelados, las habitaciones otrora llenas del bullicio de los chicos, se han vuelto opacas, sin vida, muy ordenadas quizás, pero sin vida, nadie las habita, nadie mueve ni un sólo marco o una cortina, hasta el aire se ha enrarecido de no abrir las compuertas del recuerdo, de la vida, por la ausencia de aquel o aquellos que ya no están o que han volado, probando sus propias alas...

Entonces, aquel que ha vivido hacia afuera se encuentra un buen día, frente al espejo y descubre a un desconocido, y cual Penélope, piensa que la piel y la mirada no eran esas, ¿quién es este extraño que me devuelve su imagen frente al espejo? ¿ Lo conozco? ¿ En qué momento perdió el brillo en la mirada?
¿Cuándo se vió así por última vez?...

Descubre que es él mismo, pero no se reconoce, las circunstancias, o las situaciones y experiencias, han dejado su impronta en él, la mirada que antes era tan vivaz y risueña, se ha escapado, y la piel parece marchita, no porque los años se le hayan venido encima, no, es que no tienen vida, como si la vida se hubiera escapado a algún sitio que desconoce...

De repente cae en cuenta que, su teléfono nunca suena, nadie se acuerda de llamar, ni siquiera para ofrecer un servicio telefónico nuevo, y se pregunta: ¿ En qué momento desaparecí del mapa afectivo de los míos? ¿ será que he muerto y no me he dado cuenta?...

No, quizás sea que, sin querer, sin haberlo hecho a propósito fuiste alejando a la gente de tu lado, en tu afán de no llamar la atención, de no hacer más duro el duelo, te encerraste y no compartiste lo que sentías, querías dar la impresión de tenerlo todo bajo control, de una forma tan certera, que la gente entendió que no necesitabas a nadie, y por eso hoy nadie toca tu puerta...

No es que ya no existas, es que no le diste la oportunidad a la gente de acompañarte, de darte apoyo emocional, no, te cerraste en banda, de forma tan certera, que ahora esa herradura está pegada a tu piel y te da forma. Pareces una copia del libro: ¨El hombre de la armadura de hierro¨....

¿Te preguntas cómo puedes rescatar eso que has perdido?, tendrás que armarte de mucha paciencia y tendrás que sobreponerte al orgullo que te ha llevado hasta ese puerto, pero no todo está perdido, pero debes poner el 101 % para poder sacarte de ese encierro que tú mismo diseñaste, en el que te sentías completamente a salvo, incluso de tí mismo.

Ahí viene a nuestro auxilio la Oración por un lado, y el meditar cada día, aunque sea unos poco minutos, para que puedas encontrar la guía que necesitas para abrirte de nuevo al exterior. No es un camino fácil, porque el primero que va a poner obstáculos eres tú mismo, ya que a nadie le gusta salir de su ¨zona de confort¨y la tuya es muy buena, se cree autosuficiente, y te ha engañado y engañado a los demás.

Hoy en día hay muchos medios para recuperar esa parte de nosotros mismos, que hemos mantenido al margen: libros, audios, charlas, vídeos en Youtube, que pueden darles montones de información, y encontrar aquella que más se adecué a sus necesidades. 

No hay una sola ruta, hay cientos de ellas. Pero también está la más sencilla: vencer el miedo al rechazo y tomar la iniciativa, llamar a esa persona que amamos, a ese hijo que se ha ido, y simplemente saludarlo, interesarse en cómo le va, quizás en las primeras llamadas sea muy parco, hasta quizás grosero, no importa, para los padres, siempre hay una nueva esperanza y los hijos son lo más importante de nuestras vidas, y si no, lo irán descubriendo por el camino y con el tiempo.

Cualquiera sea la persona, el retomar la relación en el punto anterior a la ruptura o desavenencia no es fácil, hay que vencer muchas barreras, propias y ajenas, pero si nos interesa, si esa persona significa algo importante, vale la pena intentarlo: Que no sea por no dejar... diría Cantinflas.

Si tenemos la suerte de haber cultivado nuestro mundo interior, a pesar del dolor del momento o de las circunstancias pasadas; el aquietar nuestra alma y escuchar lo que ese ser que nos habita, esa alma que nos identifica, tiene que decirnos, es un gran aliado, porque el alma de cada persona tiene mucho de intuición, es sabia, buena consejera y nunca jamás quiere algo malo para nosotros, nunca.

Si además, decidimos ser generosos y compartir con el exterior, parte de lo que hemos aprendido, del tiempo extra que tenemos, de la afición que hemos cultivado durante la vida, estaremos abriendo nuevos espacios para compartir y convivir con el entorno, quizás encontrarán nuevos derroteros que nunca sospecharon que existían, descubrirán a gente que nunca de otra forma habrían contactado y sentirán que empiezan, lo que es en realidad: vivir de nuevo.

El miedo siempre va a tratar de hacer acto de presencia, porque sabe cómo sabotear cada plan, cada ilusión, cada arista del diamante de la vida, porque siempre está ahí, alerta, para evitar que muevan su piso ¨conocido¨. Pero la fuerza de voluntad también es una gran aliada y depende de nosotros el apoyarnos en ella o no. 

Siempre está el ¨libre albedrío¨de por medio, pero si nos empeñamos en vencer nuestros propios miedos, si confiamos en ese ¨sexto sentido¨que a veces nos guía, podemos renovar y conquistar nuevos espacios, retomar el camino, recuperar los lazos emocionales que nos unen y construir puentes de entendimiento entre todos.

Dios nos bendiga a todos y cada uno de nosotros, no tengan miedo, es libre, pero traicionero, pero si confiamos en Dios, todo se supera y salimos adelante.


Mireya Pérez


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