Cuando escuchas las conversaciones de tus nietos, te sientes ¨arrobada de emoción¨ de ver cómo van desarrollando su mundo, lo que aprenden y cómo lo asimilan, pero de repente, en medio de una conversación, el menor de tus nietos te dice:
_ ¿Sabes Tati?, ya no me acuerdo como era mi abuelo Sergio..._
El corazón se te encoge y recuerdas de repente el temor que tantas veces expresó tu esposo, sobre su recuerdo y los nietos... Ahora entiendes y comprendes ese temor que te pareció irracional..., mi mente que cabalga a lomos del viento, enseguida sacó una respuesta, que espero con toda el alma, haya sido la acertada, por el bien de ellos, porque al fin son ellos los que tienen que estructurar su memoria, aceptar y guardar la información que podamos o tengamos al alcance para darles y confiar en que sus padres, en algún momento puedan hablar sobre su familia, sobre los que ya no están aquí, y sobre los que en algún momento, también partiremos, pues todos pasamos, es nuestro destino final, pero lo que nos diferencia es en cómo fue nuestro legado...
Quizás algún día pueda ponerles el video de la entrevista que le hicieron a su abuelo unos meses antes de partir, escuchar su voz, y recordar su imagen. Pero la mayoría de los seres humanos no tienen esa posibilidad, porque no está en ellos el uso de la redes, o porque ni siquiera saben que existen. En esos casos nos auxiliamos del viejo y siempre presente auxilio de los cuentos o memorias orales, algo que ha hecho la humanidad desde el primer momento en que comenzó nuestra Historia. Yo, si Dios me da tiempo, así lo haré con mis nietos, les contaré, como lo hice el sábado: los juegos que hacía su abuelo con ellos, cómo los agarraba en volandas, los sentaba en su silla y les hacía cosquillas en la barriga, cómo jugaba con ellos a ser el señor del estanco y cómo les enseñaba a sumar y restar con monedas de cartón, y frutas de plástico... Nunca estaba agotado a la hora de jugar con los nietos, o de hablar con su hija, o con su yerno, en esas largas horas de la noche, acompañados de una cerveza o de una copa de vino y ver al horizonte y ver el cielo estrellado...
Muchas veces me he preguntado ¿Cuál será mi legado?... Mi sueño, por supuesto es, seguir escribiendo y compartir la música que me forma, lo que he aprendido, las sonrisas compartidas, y miles de cosas más, pero también me ocupa la calidad del mensaje que deje, porque lo siento como una responsabilidad de la cual no me puedo escapar, ni quiero.
Por ello hoy me pregunto ¿Si mañana no estoy, cuál será mi legado?...
Mi nieto reconoce, hoy a sus cuatro años y medio, el perfume de la Tati, que soy yo, jajajaj. Y se lo dice a la gente, cuando reconoce ese aroma, y dice:
_ La casa o el coche, huele a la Tati _ jajajajaj
Mi hija me dice que él no sabe que soy su abuela, pero claro que lo sabe, jajajaja, sólo que a mi me llaman Tati, para evitar que mi nombre fuera deformado a otro apodo que no me gusta para nada... Yo soy la abuela Tati, punto.
Cuando pienso en la memoria emocional de mis nietos, quiero y sueño en que puedan recordar los momentos en que jugamos a la rueda, al escondite, a crear palabras con letras dichas al son de una pelota que nos lanzamos entre nosotros y cada uno va diciendo una letra, hasta que el final, al que le toque, pueda completar la palabra y decirla en voz alta. En esos juegos, me encanta observar la mente de mis nietos y la asociación de ideas y letras, para conformar palabras y cuántas conocen y utilizan. También a veces, al enseñarles un juego que de repente he recordado, de la época de mi colegio, y descubrir cómo mi hija me dice, entre sarcástica y socarrona:
_ Ese no me lo enseñaste a mí !..._ jajajaja
Son pequeños y grandes detalles que se van agolpando en mi memoria, los pasajes hermosos de una vida de mujer, madre y abuela, que conforman parte de lo que soy... De lo que seré, y ojalá, de lo que recordarán al momento de mi ausencia. Mi nietos dicen que soy la abuela alegría, porque les hago muchas payasadas y les hago reír de cualquier cosa, forma parte de mi ¨alma de payaso¨, porque me encanta que la gente sea feliz, para las lágrimas y tristezas, ya la vida se encarga, no tengo por qué aportarlo yo. También ahora que son más grandes, me dicen a la hora de cantar, que lo hago como Mary Poppins, jajajaja, qué más quisiera yo, jajajaja.
¿Será suficiente con eso?... No lo sé, pero de lo que sí estoy segura al cien por ciento, es que hasta el final, intentaré que mi legado, sea el mejor que yo pueda darles, por lo menos, sé que lo habré hecho desde el corazón, desde el alma que me habita, desde el entendimiento de un ser humano que sabe que no hay todo el tiempo del mundo, que sólo vivimos el hoy, el ahora, el mañana no ha llegado, pero el hoy es todo lo que puedo dar y aportar. ¿Será suficiente?... No lo sé, pero no me queda duda alguna de que lo intentaré siempre, no es sólo una promesa, es lo que soy.
Dios bendiga a nuestros hijos y nuestros nietos, esos ¨sabios chiquitos¨que nos mueven el piso y nos hacen sentir felices más allá del Universo y mucho más.
Gracias desde el fondo de mi corazón por todo lo que he aprendido, incluso por aquello que ha movido mi piso y me ha desestabilizado, porque gracias a ese resultado, soy la persona que soy, ni mejor ni peor, sólo yo, y es a esa persona la que le agradezco por todas las experiencias y aprendizajes vividos. Mis hijos, mis nietos, son el Sol de mi vida, el amor más grande que pueda haber sentido o sentir en mi existencia, gracias también a mis amigas, compañeras de este camino con luces, sombras y espinas, pero camino al fin y al cabo, a mi compañero de viaje, que aparcó su vuelo hace casi 20 meses, él me obligó a crecer a saltos exponenciales, a mis padres y a mi familia, porque forman parte de ese reservorio que llamo Amor, gracias de todo corazón. Aquí estamos y aquí seguimos. Mi amor está con todos ustedes.
Mireya Pérez.
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