Los Cristianos tenemos una oración que nos enseñó nuestro Maestro Jesús, donde decimos:
Padre Nuestro, que estás en el Cielo
Santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino
hagase tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo
Danos hoy nuestro Pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas
así como nosotros perdonamos
a los nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal,
Amén.
Y creo que, a veces, sin darnos cuenta, faltamos a esta oración porque muchos de nosotros, en algún momento de nuestras vidas hemos guardado rencor y no hemos perdonado a quienes ¨aparentemente¨nos han ofendido, o nos han herido,(la mayoría de las veces en el amor propio o ego), y la continuamos rezando, de forma automática, al caletre, sin ahondar en su maravilloso mensaje de Paz, Humildad y de Perdón.
Perdonar, es para mí, la lección más importante que he aprendido en mi vida, aunque al principio parece cuesta arriba, porque hay que derribar muros muy sólidos, construidos con la vanidad, el ego, y muchas otras cosas, a veces muy frívolas. En la medida que va pasando el tiempo, se hace cada vez más natural y llega un día en que no tomas nada como ofensa, le quitas importancia y perdonas, como digo yo, a golpe de pestañas, jajajaj.
Cuando empiezas este camino, notas cómo se hace cada vez más ligero, aunque sea empinado, pero ya liberados del yugo del ego y del rencor, aún en las horas duras y crueles, sientes una liberación y pareciera que el alma estuviera mucho más ligera, y se va conformando un hábito tan personal, como el respirar, dejas de poner atención a lo aparente, a lo externo, que sin darte cuenta, con el tiempo, no solo perdonas en el instante mismo, sino que olvidas, como si borraras del disco duro de tu mente, ese recuerdo, y lo sustituyes por maravillosos momentos de unión, confraternidad, paz y amor incondicional hacia ti y hacia los demás.
El ego, ante este dilema, no tiene otra cosa mas que alejarse o quedarse agazapado, a ver si en algún momento lo dejan salir, pero como la persona ya no está tan pendiente de lo externo, sino de su interior, ni siquiera se fija en ese elemento, que a lo mejor se ha quedado fuera de la fotografía de tu vida.
No ha sido fácil, no lo es, es un trabajo de mucho tiempo y años, hasta que hoy, ya esas cosas que me hirieron o me hicieron sufrir, son sólo recuerdos del ayer, que no volverán, pero de los cuales aprendí. Porque se aprende de los errores.
En Ciencias se habla del Ensayo-Error, como una de las fuentes de aprendizaje y evolución o adaptación de las especies, al medio ambiente. Y es así como yo lo veo... cuando nacemos, venimos sin manual de instrucciones, y nuestros padres, aprenderán la dura y maravillosa tarea de educarnos y enseñarnos, cometiendo errores y aciertos, y así un buen día, el bebé, se habrá convertido en niño, el niño en adolescente y el adolescente en hombre o mujer.
Como nunca es tarde para aprender, podemos comenzar a hacer ejercicios para perdonar, empezando por el exterior. Así que, sentémonos en un lugar aislado, o donde sepamos que no nos van a molestar un rato, puede ser por ejemplo: su habitación, el jardín, e incluso la sala de baño (las madres me van a entender, porque muchas veces es ahí, el único lugar en que los pequeños nos dejan un momento libre, jajaja).
Ahora que estamos en silencio, respiremos profundo varias veces, de manera que sólo pensemos en nuestra respiración, cómo entra el aire por nuestras fosas nasales y cómo sale por la boca, una, dos, tres veces, las que haga falta hasta que percibamos la quietud... Ahora traigan a su mente, aquellos momentos, situaciones o personas que los han herido, ofendido o fallado, piensen en el momento en que ocurrió, y ahora con toda la fuerza de vuestra voluntad, díganles que los perdona, que todo ha pasado, que desean de todo corazón que les vaya muy bien en la vida, y que les envían todo su amor. Si es posible, imagínense dándoles un abrazo, grande de perdón, sientan ese calor de corazón a corazón. Y si lo hacen varias veces, con todas y cada una de las personas a las cuales habían recordado con enfado y molestia, verán que con el tiempo, al rememorarlos, sólo vendrán a su mente, los momentos felices que compartieron, que se que fueron muchos. Incluso muchos más que los ¨aparentemente malos¨.
Bien, ahora nos toca a nosotros mismos, y esto ya es harina de otro costal, porque nadie, nunca nos enseñó a perdonarnos, no, pero sí a lo largo de nuestra vida, hemos sido los peores y más ácidos críticos de nuestro comportamiento, de nuestra vida y de nuestras acciones, y muchas veces nos hemos sentido culpables, de cosas que no podíamos preveer, ni tener dominio de la situación, porque señores, Dios nos creó con Libre Albedrío, es decir, que somos capaces de tomar nuestras propias decisiones, y por supuesto, esto engloba a todos los seres humanos, así que los errores de otros no son nuestros, y a veces, aunque queramos, no podemos evitarlos, y por ello, tampoco debemos sentirnos culpables, aunque esta señora que les escribe, en más de una ocasión se ha sentido culpable, sin serlo. Pero así somos, y por ello, es muy importante este ejercicio de Perdonarnos a nosotros mismos.
Comencemos por reconocer nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra alma que nos habita y pidámosle perdón por haberla traicionado tantas veces, por haberle hecho daño, por haberse abandonado a pensamientos de auto destrucción, por palabras y pensamientos conscientes o inconscientes, donde nos hemos fustigado cual látigo romano. Sienta el dolor y la tristeza que arrastra por esas circunstancias en donde se han hecho daño a sí mismos, por miedo, por dolor, por confusión, lleven a su alma el sentimiento cálido del perdón, abrasense a ustedes mismos, y sientan el regocijo de su espíritu y díganse: Me perdono a mí mismo, me perdono a mí mismo. Con el tiempo estoy segura de que sentirán mucho mejor, y aceptarán los errores cometidos, como enseñanzas de la vida, aunque sean muy dolorosas, pero son parte del aprendizaje vivencial. Y se sentirán libres!!!!.
Quizás por eso, nuestro Padre San Francisco de Así, nos dejó la oración más hermosa jamás creada por ser humano:
Hazme un instrumento de tu Paz.
... Señor ayudame a nunca buscar,
querer ser perdonado,
como perdonar...
Ser entendido,
como entender...
Ser amado,
como amar...
Hazme un instrumento de tu Paz...
Que Dios nos bendiga a todos, nos de el perdón y la sabiduría para perdonar y olvidar las ofensas y a quienes nos han ofendido.
Mireya Pérez
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